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quarta-feira, 3 de junho de 2020

PARA LAS MALAS LENGUAS DE SERVICIO (Jorge Hessen)

Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 
Madri/Espanha


Tiago escribe en su carta "Hermanos, no hablen mal el uno del otro. Quien habla mal de un hermano habla mal de la ley y juzga la ley, y si juzgas la ley, ya no eres un observador de la ley, sino un juez. ”[1] Ahora, el chisme espera la buena fe para enturbiar las aguas e inutilizar los esfuerzos  justos. El mal no merece el laurel de las advertencias serias. Dar mucha importancia a las actividades verbales es alagar la esfera de actuación.
Emmanuel advierte que "hablar mal" será rendir homenaje a los instintos inferiores y renunciar al título de colaborador con Dios para criticar sus obras. La calumnia es un tóxico sutil que puede conducir al discípulo a inmensos disparates. Quien absorbe semejante veneno es, sobre todo, un servidor de tonterías, pero también sabemos que muchos de estos tontos están a un paso de grandes desgracias íntimas. [2]
Cuando se habla mal de algo o de alguien para un cómplice y él está de acuerdo con lo que se dice, ambos por autoengaño se sienten "mejor" y "energizados", porque ambos legitiman ese mal sentimiento y los hace "percibir" más fuerza y ganar una inmensa "confianza en sí mismos" para el mal. El filósofo Platón advirtió: “Callaré a los maledicentes para seguir viviendo bien; este es el mejor uso que podemos hacer de la maledicencia” [3].
Maldecida y destructiva es la palabra en boca de alguien que enumera las faltas de los demás; peligroso tóxico es la demostración condenatoria que se filtra en los labios de quienes cotillean; arcilla podrida, exhalando azufre, es la oscilación desafinada de las cuerdas vocales de quienes recriminan; brasero tenebroso, ocultando la verdad, es intriga destructiva. "¡Ay del mundo por causa de los escándalos, porque es necesario que los escándalos vengan, pero ay del hombre por el que vengan los escándalos!" [4]
Cualquiera que afirme ser un espiritista no puede olvidar que los críticos del comportamiento de otras personas terminan, casi siempre, practicando las mismas acciones recriminadas. Deploramos el clima por la no vigilancia admitida por las aventuras del entusiasmo despiadado de los calumniadores, con sus mentes enfermas, siempre luchando con la emisión ardiente de chismes generalizados. Hermanos que son "felices" ante las dificultades y posibles errores del prójimo. Afirman la lujuria del chisme, con acusaciones infames sobre hechos que ignoran, siempre en la dirección de las aflicciones y luchas íntimas de las personas que intentan levantarse de algún error en la caminata.
A las malas lenguas y viciados en la crítica de los errores  de la conducta del prójimo recomendamos  la siguiente reflexión:   en el viaje de mil kilómetros, como decía Chico Xavier, no podemos considerarnos victoriosos hasta después de alcanzar la meta deseada, porque en los últimos diez metros, el punto que nos liga  al punto de seguridad  puede estar la caída y no podemos llegar al sitio para donde nos dirigimos.
Finalmente, no olvidemos que la palabra construye o destruye fácilmente y, en segundos, establece, algunas veces, resultados gravísimos para siglos.

Referencias bibliográficas:
[1]          Tiago, 4: 11)
[2]          XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva , dictado pelo Espirito Emmanuel, RJ: Ed FEB 1990
[3]          Platão , disponível em http://pensador.uol.com.br/autor/platao/ a cessado em 6/5/2013
[4]          Mateus 18:7

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