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terça-feira, 10 de novembro de 2015

EVITEMOS EL SINDROME DE “POBREZA” Jorge Hessen

Traducido por: Mercedes Cruz Reyes

Madri/Espanha

El problema de la pobreza es muy diverso y complejo. Talvez el ser pobre significa tener falta de seguridad y estabilidad, por tanto no es solo una cuestión de carencia de dinero. El mundo actual tiene algunos vencedores y muchos perdedores. Los pobres se encajan en la categoría de los perdedores y de aquellos que no pueden nadar en la ola del cambio y que, de alguna forma, son aplastados por ella.

La palabra “pobre” deriva del latín pauper, radicado en pocos (poco). En el concepto original, “pobre” no era el desheredado, más si el terreno agrícola o ganado que no producía lo suficiente. Bajo otro punto de vista, entre algunos grupos, específicamente los religiosos, la pobreza es considerada como necesaria y deseable, y debe ser aceptada para alcanzar un cierto nivel espiritual, moral o intelectual.

En ese aspecto, el papa Francisco asevera que la Iglesia debe articular con la verdad y también con el testimonio de la pobreza. No es posible que un fiel hable de pobreza y de los sin techo y lleve una vida de faraón. En la Iglesia hay algunos que, en vez de servir, de pensar en los demás se sirven de la Iglesia. Son los arribistas, los apegados al dinero. ¿Cuantos padres y obispos de este tipo ya vimos? ¿Es triste decirlo no?” Pronuncie el pontífice al jornal holandés "Straatnieuws", de Utrecht.

La pobreza es considerada como un elemento esencial de renuncia por budistas y jainistas mientras que para el catolicismo romano, como vimos antes, es un principio evangélico y es asumido como un voto por varias órdenes religiosas e es entendida de varias formas; la orden franciscana, por ejemplo, abandona tradicionalmente todas las formas de posesión de bienes. En este caso, la pobreza voluntaria es normalmente entendida como un beneficio para el individuo, una forma de autodisciplina a través del cual las personas se aproximan a Dios.

El profesor de psicología Eliot Bergman, director del Laboratorio de Neurociencia Social y Afectiva de la Universidad de Oregón/EUA, estudia como el cerebro es parte de la trampa de la pobreza. Las personas pobres frecuentemente tienen mucha motivación para trabajar duro y tener varios empleos porque colocan el foco en la sobrevivencia en el momento presente en vez del éxito a largo plazo.. Liberar a las personas de la preocupación de la sobrevivencia diaria es la mejor forma de garantizar que ellos enfoquen el futuro.

Para el Espiritismo la pobreza, tal como la riqueza, nada más es que una prueba por la cual el Espíritu necesita pasar, teniendo en vista un objetivo más alto que es su progreso. Dios concede, pues, a unos la prueba de la riqueza, y a otros la de la pobreza, para experimentarlos de modos diferentes. La pobreza es, para los que la sufren, la prueba de la paciencia y de la resignación.

Al que nace en la pobreza es dado aprender el valor del arduo trabajo, resistir las tentaciones de las ganancias fáciles, descubrir los valores reales del espíritu, y no raro se ve entre los pobres las más dignas demostraciones de solidaridad. En la pobreza aprendemos a compadecernos de los males ajenos siéndonos mejor el comprenderlos.

Es evidente que la desigual repartición de bienes materiales, culturales y políticos excluye un vasto número de personas desheredadas de los procesos de participación y consciente coexistencia en formas inhumanas de sobrevivencia y de insignificante protagonismo social. Por eso mismo, ante los desheredados nuestra primera y obligatoria acción debe ser la del auxilio.

Mas, primeramente suavicemos el sufrimiento de los pobres, abrazándolos fraternalmente, manifestando de tal modo nuestro sentimiento de acogida a fin de establecer el lazo de confianza esencial y podremos ayudarlo. En seguida, informémonos a respecto de su situación transitoria de su sufrimiento. De esta forma, no caeremos en las trampas que considera el pobre como “pobrecito’, no viendo en el las potencialidades de Espíritu inmortal y de individuó capaz de, con las debidas oportunidades, proveer dignamente la propia existencia.

Además, el síndrome del “pobrecito” es una de las molestias oportunistas más comunes de la sociedad actual, donde muchos desheredados tienen miedo de encarar la vida de frente y con la cabeza erguida, siendo maduros y responsables. La principal característica de una persona que sufre del síndrome del “pobrecito” es colocarse como “víctima” de las circunstancias, y como tal pasa a la idea de que la culpa de su pobreza es de los otros. ¡Además, los heraldos de las ideas del socialismo ATEU adoran hacer eso!

Ante los pobres procuremos informarnos de sus luchas materiales y verifiquemos si la oferta de trabajo y de orientación espírita no será más eficaz que la degradante donación de la limosna en su favor. Recordando aquí, que la limosna dentro de la lógica asistencialista, es una acción que atiende la deficiencia material sin el móvil educativo y que envilece a la humanidad del sujeto, adiestrándolo a la condición de la mendicidad o de la dependencia. Como tal, no atiende al proyecto regenerador del Espiritismo para la Humanidad.



No se pode olvidar que la Ley del Trabajo y del Progreso, promulgada en El Libro de los Espíritus, relata justamente la importancia del individuó romper con el acomodamiento y ultrapasar los obstáculos de la existencia, lo que incluye buscar salir también de la penuria material (pobreza) a través de su esfuerzo.

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