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segunda-feira, 18 de junho de 2018

COMO ENFRENTAR lAS “CULPAS” Y DISCULPAS Jorge Hessen

Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 
Madri/Espanha
La percepción de la "" culpa "" ha sido objeto de investigaciones e influencias en el amplio debate temático de la Doctrina de los Espíritus y de las ciencias psíquicas. Se sabe que son interminables y graves las consecuencias de la conservación de la "culpa" en nuestra vida, pudiendo alcanzar indescriptibles restos emocionales, psicológicos, comportamentales y morales.
La famosa "culpa" se consubstancia en una sensación de angustia adquirida tras la reevaluación de un acto que es reprobable por nosotros mismos, es decir, cuando transgredimos las normas de nuestra conciencia moral.
Desde el punto de vista religioso, la "culpa" viene en la transgresión de algo "prohibido" o de una norma de fe. La sanción religiosa se refiere a la reprimenda y las condenas punitivas. La siniestra "culpa" religiosa significa un estado psicológico, existencial y subjetivo, que indica la búsqueda de expiación de faltas ante lo "sagrado" como parte de la propia auto-iluminación como experiencia sectaria. A menudo la religión trata la "culpa" como un sentimiento imprescindible a la contrición y la mejora personal del infractor pues el mismo alcanza el cambio sólo si reconoce como "pecaminoso" el acto cometido.
Esta interpretación religiosa no se ajusta a las propuestas espíritas, porque la "culpa" es una de las percepciones psíquicas que no se debe nutrir, por ser una especie de malestar estéril, una inútil insatisfacción íntima. En verdad, cuando nos culpamos dificultamos  todo el potencial de manifestarnos con seguridad ante la vida.
La "culpa" tiene peligrosas matrices en las exigencias de auto perfección que nos obliga a doblarnos ante algunos actos equivocados. Tal estado psico emocional provoca en nuestra conciencia algunos sentimientos perjudiciales tales como el auto juzgamiento, la autoconcepción y la auto punición. Es importante liberarnos de las lamentaciones, de los procesos psicológicos de transferencia de la culpa, de la autocompasión, de las conductas autos punitivos y asumir con calma la responsabilidad por nuestros propios actos.
¡Es verdad! El comportamiento auto punitivo causa gravísimas enfermedades emocionales, especialmente la depresión. Actualmente la depresión es un colosal drama humano. "No merezco ser feliz", "no nací para ser amado", "nadie me gusta", etc. Aquí se manifiesta un comportamiento auto punitivo de complicado tratamiento psicológico y espiritual. En este caso la "culpa" está castigando y aprisionando. El culpable está acomodado en la queja y en la lamentación (por la "culpa"). Más madurado psicológicamente podría avanzar por el camino del auto perdón y capacitaría abrir más el corazón a la vida
En las patologías depresivas, muchas veces hay mucho odio guardado en el corazón. Muchas veces oscilamos entre actos que generan la artimaña del "disculpismo" y acciones que determinan la "culpa". Dependiendo de cómo lidiamos con esos desafíos, la "culpa" sigue siendo más fuerte, produciendo situaciones que entorpecen el estado psíquico y emocional, por lo que no podemos exigir perfección, y n obstante, debemos hacer esfuerzos continuos de auto perfeccionamiento, alejando del "disculpismo" que no es más que una puerta de escape para la fuga de las propias obligaciones.
¡Sí! Es necesario que nos perdonemos. El auto perdón ilumina la conciencia, predisponiéndonos a la reparación necesaria para realizar el bien a aquellos a quienes hicimos el mal; que seamos humildes si hemos sido orgullosos, amados si hemos sido austeros, cariñosos si hemos sido egoístas, benignos si hemos sido perversos, laboriosos si hemos sido ociosos, útiles si hemos sido, inútiles.
Pensemos lo siguiente: ¿erramos porque somos humanos o somos humanos porque erramos? En verdad, todos acertamos y erramos, no hay personas perfectas en la Tierra. Si hacemos las cosas correctas nos regocijamos por eso, pero si erramos sigamos adelante y aprendamos con el error, pues cuando aprendemos de los errores ellos se convierten en el gran camino de la lección y del crecimiento interior. De esta forma queda ilustrado, que si errar es humano, diluir los errores y tener resignación son las palancas para impulsar la vida, para proseguir la marcha en las sendas del bien, trabajando y sirviendo, para reparar los fracasos de la caminata.

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