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terça-feira, 25 de outubro de 2016

"Yo perdono" (Jorge Hessen)


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 

Madri/Espanha



Bryan Jackson fue deliberadamente infectado por el virus HIV, a los 11 meses de vida, por su propio padre - un técnico en hematología que estaba separándose de la madre de Bryan y estaba preocupado con el pagamiento de la pensión.

El episodio aconteció durante una internación hospitalaria por causa de asma. El padre, Brian, aprovecho una salida de la madre del cuarto para inyectar el virus en la vena sanguínea del hijo. Cuando descubrieran lo que afectaba a Bryan, ya a los cinco años de edad, los médicos le dieron apenas cinco meses de vida. Los clínicos temían no apenas los efectos de la enfermedad, más si del cóctel de remedios que el precisaba tomar para intentar mantenerla bajo control.

Actualmente, la rutina médica de Bryan Jackson ya no implica más andar con sondas por el cuerpo, como en los tiempos de escuela. Las 23 píldoras diarias hoy son apenas una, aunque de tres en tres meses el precise ir al médico para comprobar su sistema inmunológico. La enfermedad, obviamente, afecto su vida social. Diversos relacionamientos fueron interrumpidos por padres recelosos.

Hoy, a los 25 años, Jackson confiesa que pensó en el suicidio, más optó por la religión. La conversión al Cristianismo hizo que decidiese “perdonar” al padre, que fue condenado a prisión perpetua en 1998. Cuenta que nunca tuvo contacto con el progenitor. Con todo podrá quedar frente a frente con el este año, cuando una junta examinara un pedido de libertad condicional. Jackson, a pesar de haberlo “perdonado”, pretende leer un comunicado en el que recomienda que el padre continúe preso. (1)

¿Cómo actuar ante una situación así? ¿Será que realmente Bryan perdonó a su padre? El asunto es ingrato y merece algunas opiniones doctrinarias. En verdad, aprendemos con los Benefactores espirituales que si alguien nos perjudico, no podemos permitir que el sentimiento de venganza desgaste nuestro estado psico-emocional. (2) Ni aunque sea por “egoísmo” es importante perdonar incondicionalmente. Hasta porque, quien sufre con la amargura guardada somos nosotros y no quien nos lesionó, causando consternación o disgusto.

¿Cuántos son aquellos que dicen que desean perdonar, mas no lo consiguen? Ahora, distanciándonos del caso Bryan Jackson, urge ponderar algunos aspectos. ¿Será que quien nos daña quería perjudicarnos a propósito? Muchos errores son cometidos sin la intención de dañarnos. ¿Sin embargo, si hubieran sido intencionales, será que nuestro agresor se arrepintió? ¿En este caso, será que estamos realmente dispuestos a indultarlo?

En verdad, solo podemos perdonar al otro si nos perdonamos a nosotros mismos. Reflexionemos en los errores que cometemos con el prójimo y disculpémonos. Librémonos de la culpa y estaremos prontos para perdonar. Efectivamente, olvidar la ofensa nos favorece porque limpiar el corazón de la ira y de la contrariedad. Perdonar a alguien que nos hizo mal revoca el ciclo de pensamientos negativos, que solo sirven para dañarnos moral y espiritualmente.

Es una señal de madurez, pues ofrecer el perdón favorece al agresor, con todo beneficia mucho más a quien perdona. Proporciona una duradera percepción de libertad. ¡Es verdad! Al salir de la posición de víctimas, la sensación es de gran libertad -dejamos de ser esclavizados de un sentimiento que antes nos aprisionaba. Nos ayuda a retomar las redes de la vida.

Quien profiere del fondo del alma "yo perdono" se siente más fuerte y capaz de dirigir el propio destino.

Nota e Referência:

(1) Disponível em http://www.bbc.com/portuguese/internacional-36608335 acesso 23/10/2016
(2) É aquela nossa ação interior para vivermos emoções através de nosso intelecto

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