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quinta-feira, 5 de maio de 2016

ENFERMEDADES MENTALES EN UNA PERSPECTIVA DE MÚLTIPLES VIDAS Jorge Hessen

Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha

La joven británica Sara Green, tenía un amplio historial de salud mental desde los 11 años de edad. A ella gustaba de escribir en su diario, relatando las dificultades que enfrentaba en el día a día. A los 17 años de edad fue internada en una clínica psiquiátrica en Inglaterra para tratamiento, mas acabó suicidándose por automutilación en una unidad de tratamiento especial.

Antes de ser internada, Sara fue víctima de bullying en el colegio y se auto flagelaba para intentar aliviar su sufrimiento. Creía que no la aceptaban en la escuela, que la odiaban por lo que era, más decía que no se gustaba sin entender cómo se dejó ser afectada en ese nivel de cero autoestima.

Mientras estuvo internada, los autos mutilaciones se agravaron. El caso de Sara no es único. Servicios de salud mental, tanto en el Reino Unido como en otros países, han demostrado fallas al lidiar con niños y adolescentes. Según la ONG Inquest, solamente en Inglaterra, desde 2010 nueve jóvenes murieron durante internaciones en clínicas de tratamiento psiquiátrico.

No trataremos las eventuales fallas de la clínica inglesa. Explanaremos sobre los trastornos, los autos mutilaciones o auto-lesiones. Tales ocurrencias son asociadas a un disturbio psicológico conocido como Trastorno de Personalidad Borderline (TPB), clasificada por el psicoanalista Adolph Ster, como una patología entre la neurosis y psicosis que generan una disfunción en el metabolismo cerebral, desintegrando el ego generando un sentimiento de pérdida desesperador.

La literatura específica anota que los síntomas (TPB) acostumbran a surgir durante la adolescencia, permaneciendo por aproximadamente una década en la mayoría de los casos. Las personas acometidas desde trastornos, sienten una necesidad enorme de auto punición por los fracasos en la vida cotidiana. Los pesquisidores acreditan que puede tener origen genético también asociado a factores traumáticos durante la infancia o adolescencia, como posibles abusos sexuales, negligencias, separaciones y orfandad.

La persona acometida por el Trastorno de personalidad Borderline (TPB), siente alivio emocional cada vez que se machuca. Entre los frecuentes herimientos asociados están: perforarse, , chicotearse; ahorcarse por algunos instantes; morderse; apretar o reabrir heridas; arrancar los cabellos; quemarse; herirse  a propósito con objetos puntiagudos, cortarse; ingerir agentes corrosivos y objetos; envenenarse por sobredosis con remedios o productos químicos, sin intención de suicidio; golpearse con la cabeza en la  pared; golpearse en superficies duras.

El hecho es que la ciencia clásica no alcanza elucidar suficientemente las razonables causas de los disturbios psicológicos y mentales. La psiquiatría se mantiene aprisionada a los límites del cerebro, fuente que, como los espiritas sabemos, no es la raíz esencial de las patologías mentales, tan solo es la exteriorización del efecto de la enfermedad.

Les guste o no, acepten o no, en verdad, el Espiritismo abaló las estructuras de la ciencia mecanicista vigente y trajo una insurrección en el campo de las ideas materialistas, innovando las consideraciones religiosas y científicas. La idea de la existencia de un ente extra físico (Espíritu) puede elucidar el origen de muchos enigmas patológicos de la psique.

En ese sentido el Espiritismo avanza mucho más al debatir y analizar racionalmente la Ley de la reencarnación, explicando la cuestión de los vínculos de causas actuales y pasadas de las enfermedades. La Ley de causa y efecto amplia el debate y auxilia a comprender, por ejemplo, que la vida presente es un reflejo de lo que hemos sido hasta hoy, incluyendo ahí nuestras experiencias pretéritas (reencarnaciones anteriores).

Los actuales cuadros psicopatológicos deben ser analizados bajo ese prisma (causa y efecto), como reflejo de los disturbios morales de vidas anteriores. Considerando su manifestación de una forma invariablemente dramática, trayendo sufrimiento tanto para el enfermo, como para la familia, de ahí se concluye que realmente signifique repercusión de desvíos éticos de las existencias anteriores.

A partir del momento de la concesión de la reencarnación con todas las fases de la concepción, el reencarnante imprime sus necesidades y herencias genéticas en las moléculas del DNA del nuevo cuerpo físico, comprometiendo o no las funciones de los neurotransmisores cerebrales. Las experiencias de vidas anteriores del Espíritu, por tanto, son los legados impuestos por sí mismo, plasmándose el destino. Si hubiera sincero deseo de redimirse de las faltas, se le aplica el ablandamiento correspondiente a los ecos de los deslices morales que le pesan en la economía moral.

Esto equivale asegurar que el germen de la enfermedad mental ya estaba registrado en el periespiritu del reencarnante. De la neurosis más simple, pasando por la demencia, histeria, ansiedad mórbida, esquizofrenia: la génesis es siempre espiritual. Destacando en el debate que la enfermedad mental es expiada o prueba también para los padres que puede haber sido coadyuvantes en las faltas de esos enfermos.

Comprendemos que la cura integral de los cuadros psicopatológicos es muy difícil porque consta del plano reencarnatório de la criatura, más el dolor tanto del enfermo como de la familia puede ser suavizada si hubiera en mente, de los envueltos en el drama, la certeza de que Dios no coloca fardos pesados en hombros frágiles.

Bajo el punto de vista espírita, la terapéutica en el tratamiento de la locura (obsesiva o no) es esencialmente preventiva, pues el Espiritismo sugiere la resignación ante las vicisitudes de la vida que podrían causar el empeoramiento o la atenuación de la enfermedad. El autoconocimiento, la búsqueda constante de la reforma íntima y la transformación personal de cada envuelto constituyen medios eficaces de mantener la salud psíquica de todos, ya que cualquiera de nosotros puede ser enfermos en potencial.

Si atinamos para la vida eterna, notaremos que sufrimos hoy solamente una fase diminuta y transitoria de la existencia. Urge reconocer, por eso mismo, que la cruz que transportamos, aunque pueda parecer excesivamente pesada, puede ser perfectamente cargada si mantuviéramos la fuerza moral y confianza en la providencia divina y todo esfuerzo será recompensado conforme establece los Estatutos del Creador, en cuyos códigos jamás habrá espacios para dispositivos injustos.

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