Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
merchitacruz@gmail.com
La violencia, en sus variables expresiones, ha asumido lugar de destaque en la sociedad. Jamás hubo tanto embate, tanta exclusión social y tanta multiplicidad de ideas. ¿Dónde identificar los orígenes de tanta brutalidad? Con tantos recursos tecnológicos y la sociedad sufre con esta tensión constante donde cada uno se siente amenazado. Un planeta que ofrece intensas consejos de que la extinción de la especie humana será posible, si no buscamos desenvolvimiento autosustentables.
Incuestionablemente, el avance científico ha suscitado, en largo plazo, beneficios a los países industrializados y, últimamente, para los países “en desarrollo”. Las experiencias de la genética, de los clonajes, de las células-tronco, de la cibernética, de las conquistas espaciales, del uso del rayo laser, de las fibras ópticas, de los superconductores, de los microchips, de la nano tecnología son fascinantes. Jamás hubo tantas posibilidades para la conquista del bienestar, de la vivienda, de la educación y de alimento para todos. No obstante, nunca existieron tantos ciudadanos desabrigados (sin techo), hambrientos y, sobretodo, desprovistos de educación. Notamos, pues, las paradojas de la hegemonía tecnológica, al mismo tiempo en que somos abatidos ante el hambre, de la fiebre hemorrágica, de la fiebre amarilla, de la tuberculosis, del AIDS y de todos los tipos de drogas.
Las condiciones psicológicas de grandes contingentes de encarnados, alimentadores del quimérico ideal del “estar bien financieramente”, “ganar robustos salarios” y “trabajar para enriquecer” permanecen en el calidoscopio intimo de aquellos que ignoran los valores espirituales. Observamos la inversión de casi todas las conquistas morales. la ansiedad descomedida, encapsulada en el egocentrismo, ha puesto a prueba la bancarrota moral de muchas personas inocentes. Las anomalías morales en las expresiones de desorden y de brutalidad son nítidos indicativos de declinar moral de esa masa humana.
El hombre contemporáneo articula medios para la conquista de la paz produciendo armas de fuego; tiene como objetivo resolver las aberraciones sociales que patrocinan la construcción de penitenciarias y prostíbulos. Entroniza la pujanza de la razón sin recurrir al soporte de la fe en Dios, motivos esos suficientes para que se aniquile ante el duelo entre el “ser” y el “tener”. La situación contemporánea de la violencia, maldad, injusticia y opresión de los poderosos sobre los débiles, tanto en un nivel individual, como en situaciones y países, ciertamente tendrá que ceder lugar a una NUEVA ERA de paz, harmonía, fraternidad y solidaridad.
¡A pesar de las controversias, y lejos de un optimismo surrealista, reconocemos existir encarnados que con simple actos hacen diferencia en la sociedad! En tales personas identificamos la tendencia altruista que ya paira sobre algunos agrupamientos sociales. Es el ser humano en proceso de perfeccionamiento. Los Espíritus afirman que los tiempos son llegados, y la regeneración es un hecho. En que pese existir delincuencia, guerra, hambre, miseria, descreencia en la Tierra, no ignoramos que hay un número cada vez mayor de personas que sufren por los otros, dolientes llorando y similares que tiene el firme compromiso de lograr un par de cosas más allá de sí mismos.
Lamentablemente los reportajes, los documentales, los noticias de la televisión, los medios de comunicación de todos modos, no destacan, o raramente dan espacio para noticiar las practicas de esos abnegados cristianos. A pesar de su anonimato, esas personas existen; están entre nosotros y ya son numerosas, gracias a Dios! quien tenga la sensibilidad para identificarlas percibirá que no son santurrones o apóstoles disimulados, no están necesariamente con rótulos religiosos; por el contrario, son personas “comunes” . Todavía si destacan en la calidad de las acciones, de los ideales, de los sentimientos en bases de fraternidad y solidaridad. El Evangelio explica que son esos los sentimientos estructurales de los mundos en regeneración.
Por oportuno, vale recordar, especialmente a los espiritas, que no adelanta frecuentar un Centro Espirita, cumplir rigurosamente los compromisos estatutarios de la institución, hacer palestras arrebatadoras etc. etc. etc. para ser un buen ciudadano. Los Benefactores del Más Allá advierten que el verdadero espirita (es aquel que contribuye con la efectiva transformación social) es aquel que practica la ley de Justicia, del Amor y de la Caridad en su mayor pureza. En ese sentido, estemos convencidos de que no será el “rotulo” de espirita cristiano el que tendrá algún valor en ese designio, más si el bien practicado desinteresadamente a favor de alguien.
Hoy, en que todas las conquistas del progreso se sumergen en las intransigencias, el Evangelio Según el Espiritismo es la poderosa respuesta para las cuestiones sociales, por significar el Mensaje de Jesús redivivo que las religiones textualistas intentan sepultar en los intereses mercantiles y en el liviano concierto de sus partidarios.
Recomponiendo las enseñanzas de Jesús para el hombre y elucidando que los valores verdaderos de la criatura son los que resultan de la conciencia y del corazón. El Espiritismo reafirma la verdad de que a cada hombre le será dado de acuerdo con sus merecimientos, en el empeño personal, dentro de la aplicación de la ley del trabajo y del bien, razón por la cual representa el mejor antídoto de los venenos sociales actualmente esparcidos en el mundo por las filosofías políticas del contrasentido y de la avaricia colosal, restaurando la verdad y la concordia para los corazones, conforme doctrinan los Espíritus de la Codificación.
Jorge Hessen
Jorge Hessen
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