Traducido por Merchita
Madri/Espanha
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Merchita |
El pensamiento es fundamental en el proceso de aprendizaje y es el principal vehículo del proceso de concienciación. La actividad de pensar confiere al hombre alas para sobreponer y moverse en el mundo y raíces para profundizarse en la realidad. Etimológicamente, pensar significa evaluar el peso de alguna cosa. En amplio sentido, podemos decir que el pensamiento tiene como misión tornarse el valorador de la “realidad”. Según Descartes, el filosofo por excelencia, “la esencia del hombre es pensar “Por eso profirió: “Soy una cosa que piensa, esto es, que duda, que afirma, que ignora muchas, que ama, que odia, que quiere y no quiere, que también imagina y que siente. Luego quien piensa es consciente de su existencia, “pienso, luego existo.” (1)
Filosóficamente, observamos que hay la realidad que depende de la existencia de un observador y la realidad que independe del observador para existir. Elementos como átomos, fuerza, gravedad, fotosíntesis, son ejemplos de lo que existe independientemente del observador – y la realidad natural. En contrapartida, dinero, propiedad y gobierno son ejemplos que dependen de nosotros para existir – es la realidad social, cultural, existencial. El peso que las ideas o palabras ejercen sobre nuestras acciones, sobre nuestros estados emocionales, sobre la construcción de nuestras vidas, casi siempre es inmenso.
Según los Benefactores el pensamiento actúa en la forma de onda, con la velocidad mucho superior a la de la luz, y la mente es la dinamo generadora de la fuerza creativa. Siendo materia, la onda mental es formada por corpúsculo (partículas mentales), para anunciarse como ondas y formas mentales. En situaciones extraordinarias de la mente, excitación de los micros núcleos atómicos mentales, cuáles sean, las emociones profundas, los dolores indivisibles, las laboriosas y aturadas concentraciones de fuerza mental o las suplicas aflictivas, el dominio de los pensamientos emite rayos muy cortos, teóricamente semejantes a los que se aproximan a los rayos gama.
Decididamente, muchas de nuestras acciones solo acontece porque pensamos algo, deseamos algo, creemos en algo, tememos algo, o sea, hay un estado objetivo que provoca un tipo de movimentación en el mundo concreto. Si eso es hecho – y es difícil, empíricamente, dudar de ese hecho entonces, la interferencia de lo que pensamos sobre lo que vivimos es mucho mayor de lo que, habitualmente imaginamos. De esta forma, el dicho popular, “cuidado con lo que usted piensa”, posee un sentido mucho más amplio. A rigor, nuestros pensamientos interfieren y determinan nuestras acciones, nuestros posicionamientos, y el mundo en que vivimos se constituye a partir de la interferencia de esas acciones nuestras sobre el.
Tenemos, entonces, pensamientos que generan acciones, que generan pensamientos, que generan acciones. Acciones que generan el mundo, que genera acciones. El pensamiento del otro que constituye mi pensamiento, que constituye el pensamiento del otro. ¿Cuáles son los límites, las líneas divisorias entre esos elementos? Creo no ser posible establecer esos límites, o sea, cuando un elemento termina y el otro comienza. No hay fronteras, territorios específicos del pensar, del actuar, del yo, del otro. La constatación de la fluidez de nuestro pensar y, consecuentemente, de nuestras acciones, en fin, de aquello que somos, tal vez permita una mejor comprensión de cómo vivir en un mundo, donde no hay una única posibilidad, más si todas las posibilidades, o sea, donde todo sea posible.
Bajo el punto de vista espirita, nuestro espíritu residirá donde proyectamos nuestros pensamientos, alicientes vivos del bien y del mal. Los pensamientos negativos corrompen los fluidos espirituales, como los miasmas deletéreos corrompen el aire respirable, o sea, el optimismo es expansión de la luz y el pesimismo es condensación de la sombra. Los fluidos que envuelven a los Espíritus obsesores, o que estos proyectan, son viciados, variando de acuerdo con el grado de imperfección de cada uno, al paso que los que envuelven a los Benefactores espirituales, o que ellos emiten, son puros, tanto como comporta el grado de perfección moral que hayan conquistado.
Otro aspecto a considerar es que tanto los buenos pensamientos como los malos, emitidos por un ser encarnado, afectan, considerablemente, a las mentes de hermanos, también encarnados en fajas mentales equivalentes. Es imprescindible comprender que, después de la muerte del cuerpo físico, proseguimos desenvolviendo los pensamientos que cultivábamos en la experiencia carnal. El pensamiento actúa y re actúa, acarreando para el emisor todo lo que lo sustenta, como, también, todo arroja a quien pretende lograr. Determina para cada criatura los estados psíquicos que varían según los tipos de emoción y conducta a que se aficione.
El sentimiento de amor cristiano puede impulsar el correcto pensamiento, sin los cuales adolecemos por la insuficiencia de equilibrio intimo, imprimiendo en el cuerpo físico las distonía y las variadas patologías que le son consecuentes. Para términos de salud, es importante saber cómo estamos pensando. Los pensamientos negativos operan en nuestro estado íntimo determinada perturbación, instaurando desarmonías de grandes proporciones en los centros del alma y provocando lesiones funcionales variadas. Cualquier dolencia aparece como efecto, residiendo la causa en el desequilibrio de los espejos de la vida intima, una vez que los síntomas mentales depresivos influencian las células fisiológicas.
Recordemos que los efectos de las ansias y pensamientos indignos que mantenemos se tornan contra nosotros mismos, después de descompuestos en ondas mentales, tumultuando nuestras funciones neurológicas, y esos reflejos imprudentes, propagándose sobre la contextura del cortex cerebral, gestionan delirios que pueden transformar del miedo evidente al estado neurótico, circunstancia en que los obsesores nos alcanzan con arbitrios destructores, directos o indirectos ,transportándonos a lamentables fenómenos de des gobierno psicológico y emocional. No olvidemos jamás que exclusivamente el amor cristiano puede estimular el adecuado pensamiento y hacernos furtivos de las amarguras. Sin el amor ejercido, adolecemos, espiritualmente, por la carencia de equilibrio íntimo, transmitiendo al cuerpo físico las distonía y las variadas patologías que le son consecuentes. Por eso, necesitamos tener mucho cuidado con lo que, como, donde y porque pensamos de ese o de aquel modo.

Referência:
(1) Disponível em http://blogeducavirtual.wordpress.com/2012/07/13/penso-logo-existo/ aceso em 09/02/2013
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