Traducido por Merchita
Madri/Espanha
merchitacruz@gmail.com
Permanecer sin comer uno o dos días por semana puede resguardar el cerebro contra dolencias degenerativas como el mal de Parkinson o de Alzheimer, según un estudio efectuado por el Nacional Instituto en Ageing (NIA), en Baltimore, en los Estados Unidos. Para Mark Mattson, líder del laboratorio de neurociencias del NIA, “reducir el consumo de calorías podría ayudar al cerebro, más hacer eso simplemente disminuyendo el consumo de alimentos puede no ser la más perfecta manera de activar la memoria. Es mejor alternar periodos de ayuno, en los que no se ingiere prácticamente nada, con periodos en los que se come todo cuanto se quiera.” (1)
En esa línea de pesquisa, los científicos japoneses del instituto Metropolitano de Ciencias Médicas de Toquio, en Japón también afianzan que “pasar hambre” puede ampliar la memoria. Aunque necesiten de más tiempo para extraer conclusiones categóricas, demuestran, sin embargo, que el “hambre deseada” quema toxinas corporales, despierta una disminución de la glucosa de la hormona en el cuerpo y activa una proteína en el cerebro adecuada para auxiliar la memoria. Declaran distintos estudiosos que durante el estado de hambre almacenada (ayuno) la mente queda más despierta y las percepciones aumentan la audición, la visión, el olfato; todo queda más fulgente. Eso puede ser un indicativo de que las ocasiones de hambre programada pueden ser benéficas para la memoria y para el organismo como un todo.
Es conveniente desarrollar y comentar esos curiosos elementos para la apreciación del papel desempeñado por la tal memoria; ir más adelante, con el fin de levantar puntos para estudio, sin la ingenua pretensión de ofrecer la palabra final en esta anotación. ¿Al final, que es la memoria? Para el diccionario, memoria es la facultad por la cual el espíritu conserva ideas o imágenes, o las recuerda sin gran esfuerzo.(2) ¿Dónde está la sede de la conciencia y del pensamiento? ¿De que están hechas las “voces” e imágenes de la reminiscencia? ¿Dónde vemos las imágenes producidas por el recuerdo? ¿Qué es el inconsciente y de donde brotan los recuerdos antes los términos conscientemente? ¿Qué es la mente y lo que anima al cuerpo? Son cuestiones que el orbe académico no da cuenta para explicar.
La mente es el espejo de la vida en todas partes y el cerebro es el centro de sus sinuosidades, originando la fuerza del pensamiento que todo lo mueve, instituyendo y alterando, destruyendo y recomponiendo para acrisolar y sublimar.”Comparemos la mente humana (espejo vivo de la conciencia lucida) a un gran escritorio, subdividido en diversas secciones de servicio. Ahí permanece el Departamento del Deseo, en donde operan los propósitos y las aspiraciones, incentivando el estimulo al trabajo; el Departamento de la Imaginación, almacenando las riquezas del ideal y de la sensibilidad; el Departamento de la Memoria, archivando la visión general de la experiencia, y otros aun que definen los investimentos del alma.” (3)
Bajo el guante de las tesis materialistas sin embargo, la memoria solamente adviene de los sesos encefálicos. Lo que está registrado en el cerebro proviene de los sentidos. La percepción de los sonidos, imágenes, olores, sabores, presiones, aflicciones, frio, calor, equilibrio y todas las otras posibles sensaciones, no se dan en los órganos sensoriales, más si en el cerebro, que interpreta las sensaciones con base en todo lo que tiene registrado. Atestiguan los académicos que la conciencia es la operación cerebral de minimizar a la persona el conocimiento de algo percibido o procesado. Para ellos no existe el tal espíritu.
Para esos defensores, el “yo” es la conciencia de sí mismo, esto es, una operación exclusiva del cerebro en reconocerse a sí mismo y al organismo que lo contiene como algo distinto del resto del mundo. Todo eso es gravado en las conexiones neuronales que forman la memoria. Afirman los catedráticos que todas las operaciones psíquicas, como pensar, sentir, querer, son procedidas sobre los registros de la memoria, que incluyen no solo imágenes de sensaciones, más también registro de operaciones. Todo eso puede perfectamente ser reproducido en aparato artificial, capaz de tener conciencia, emociones, etc.
¿Será que son Razonables tales asertivas de los heraldo del materialismo contemporáneo?
Desde el punto de vista espirita, “el cerebro es la dinamo que produce energía mental, según la capacidad de reflexión que le es propio. Sin embargo, en la voluntad tenemos el control que la dirige en ese o aquel rumbo, estableciendo causas que comandan los problemas del destino. Sin ella, el deseo puede comprar al engaño aflictivos siglos de reparación y sufrimiento; la inteligencia puede aprisionarse en el calabozo de la criminalidad; la imaginación puede generar peligrosos monstruos en la sombra, y la memoria, no obstante fiel a su función de registradora, conforme el destino que la naturaleza le señala, puede caer en deplorable relajamiento.” (4)
En verdad, la comunidad científica ya comprobó que el pensamiento, además, son corrientes electromagnéticas – electricidad y magnetismo, por tanto energía! Para aquellos que razonan que el pensamiento ocurre dentro del cerebro-precisan aceptar que son apenas aparatos electromagnéticos y que los pensamientos vienen de fuera y no del interior de la coraza física. En el marco electromagnético, la memoria todo lo almacena, y por el mecanismo de la criptomnesia (5) son guardadas las conquistas de la propia memoria, conservando, provisoriamente apagadas, los recuerdos de otras vidas pretéritas, por ejemplo, lo que no significa decir que no se puede tener acceso a esos acervos de forma natural o provocada.
¿Más será verdaderamente la reminiscencia del Espíritu la que está almacenada en la contextura periespiritual? Memoria es aptitud de evocar informaciones guardadas en nuestro “cerebro psicosomático”. ¿Más como son esas imágenes o sensaciones archivadas? Hay espiritas que niegan tal probabilidad, asegurando ser el cuerpo físico y el periespiritu apenas los vehículos de manifestación del espíritu. Alegan que el cuerpo físico no piensa, no reacciona, no memoriza, y por tanto la memoria no está basado en el cuerpo físico ni en el periespiritu, más si reside exclusivamente en el propio espíritu, pues el periespiritu apenas refleja el pensamiento del espíritu. Con todo, valorando que todos los espíritus poseerán siempre un envoltorio periespiritual, hasta aun mismo los espíritus puros (que cuentan con una carcasa más divinizada), la cuestión de la sede esencial de la memoria aun no estaría elucidada.
Entendemos que los subsidios que adquirimos en las experiencias de vidas atrasadas, los hechos que debamos incorporar a nuestra memoria, cuyos registros fundamentales se localizan en el “cerebro periespiritual”, y, por lo tanto, gravadas ocaso del dicho inconsciente, yacen allí, a nuestra disposición. Cuantas más informaciones hayamos alcanzado en el pasado, más simplificado se torna decidir con éxito las circunstancias nuevas, porque traemos una especie de banco de datos más amplio, contra el cual chocamos comparativamente con los nuevos episodios, con las nuevas conjeturas, las nuevas experiencias. Es siempre más fácil erguir sobre la fundación ya solidificada.
Como elucubramos sobre la memoria, hay , igualmente, por aquí, semejanzas observables con la informática, pues los ordenadores actuales no son más que el de los “cerebros artificiales”, aunque extremadamente primitivos y limitados en comparación con el cerebro periespiritual. Son simples bancos de datos que deliberan entre dos alternativas conforme a un programa pre establecido y de acuerdo con el estoque de informaciones que ha grabado en su memoria. (6) Es evidente que no ansiamos exponer que el ordenador sea inteligente, ni que tenga intuición, todavía es correcto decir que se aprovecha de uno de los atributos de la inteligencia humana, esto es, la memoria.
Jorge Hessen
Referências:
Disponível em http://www.helplink.com.br/ noticias/?p=3193 , acessado em 17/02/2013
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