Madri/Espanha
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¿La mediúmnidad es un agente de molestias mentales? Esa pregunta fue dirigida al psiquiatra Alexandre Moreira de Almeida (1) que explico: “la prevalencia de problemas psiquiátricos entre los médiums es menor que el encontrado en la población general. Los medianeros son más sanos, a pesar de tener muchas vivencias alucinatorias y de influencias que normalmente son consideradas como síntomas clásicos de esquizofrenia.” (2)
En el año 1911, Eugen Bleur creó el término “esquizofrenia” para designar un desconcierto entre el pensamiento, emoción y comportamiento (esquizo/cesión y freno/mente). En 2004, en Japón, el vocablo fue alterado por Seishin-Bunretsu-Byo (dolencia de la mente dividida) para Togo-shitcho-sho (desorden de integración).
Es una patología enfrentada, no como una molestia singular, más si, como una legación de enfermedades muy alarmantes, cuyos mecanismos etiopatogénico, no se agoto. Es una dolencia con varios componentes fisiológicos (3) y espirituales, como la presencia acentuada de alucinaciones y delirios.
Es urgente todo el cuidado con posicionamientos extremados y fanatizados de psiquiatras y espiritualistas que tienden, a observar los cuadros psicopatológicos apenas bajo un punto de vista (médico o religioso). Para la fila ortodoxa y escéptica de la medicina psiquiátrica a las alucinaciones serian fruto de lesiones de áreas fisiológicas. El médico especialista espirita asegura, no en tanto, que el pensamiento “materializa”, envuelve a la persona, imágenes ajustadas a su campo mental; que, cuando son repetitivos y de amplio vigor, aparecen las formas-pensamientos (“pensamientos materializados), que muchas veces se asemejan a entes o existencias reales que por no ser componente del palco analíticos de los investigadores ortodoxos, el fenómeno es evaluado como ilusorio.
Se sabe que los pensamientos sobrevienen de la región del cortex pre-frontal dorsolateral donde son cometidos los planos y las opciones de las múltiples acciones imaginables de la criatura. Bajo el punto de vista espirita “el pensamiento es un atributo del espíritu, siendo, por tanto, una acción de la propia esencia del ser. (4) Los Benefactores esclarecen que, “la partícula del pensamiento, aunque viva y poderosa en la composición en que se derrama del espíritu que la produce, es igualmente pasiva ante el sentimiento que le da forma y naturaleza para el bien y el mal”. (5)
En tesis, entender lo que realmente es la mente y, por consecuencia, la conciencia se hace en el presente el mayor desafío científico. Para Emmanuel “la mente es el campo de nuestra conciencia despierta, en la faja evolutiva en la que el conocimiento adquirido nos permite operar”. (6) André Luiz profiere que “la mente transmite a la unidad física, a la que se ajusta durante la encarnación, todos sus estados felices o infelices. (7) Ante la Ley de Causa y Efecto, cualquier dolencia de la mente guarda su origen profundo en el Espíritu que delinque y que se torna subordinado a un correctivo. Padece, de esa forma, en el cuerpo físico, disfunciones de órganos afectados que le impide manifestarse plenamente.
Medio siglo atrás el diagnostico de esquizofrenia era sinónimo de encarcelamiento social, internamiento en hospitales psiquiátricos (manicomios) o asilos, donde los pacientes permanecían durante largos años. En el fastidioso periodo de la Edad Média, la problemática mental era encarada como el resultado de la presencia demoniaca. El desconocimiento casi que completo, llevó a la búsqueda de tratamientos dolorosos a los dementes.
En las eras pos-medievales se ejecutaba la trepanación (matriz de las modernas lobotomías) que consistía en hacer perforaciones craneales de los pacientes de 2,5 a 5 cm de diámetro, sin anestesia o asepsia adecuada. Los “doctores” buscaban, en aquella época, eliminar de folie (piedra de la locura) que creían existir en los cerebros de los enfermos. Aun hoy el diagnostico de la enfermedad ha sido anotado como excluido de legitimidad científica u credibilidad, y, en regla general, la validad de los diagnósticos psiquiátricos ha sido objeto de persistentes criticas.
A mediados del siglo XX, la intensa psiquiatrización de los tratamientos fue reforzada como el advenimiento de los primeros fármacos, caracterizados por su uso abusivo e indiscriminado, tornando la dolencia mental crónica e incapacitante. Se juzgaba que la molestia era incurable y que se convertía, obligatoriamente, en una enfermedad recurrente y para toda la vida. Hoy, con todo, se sabe que un buen porcentaje de personas que sufren de ese trastorno pueden recuperarse por completo y llevar una vida social, como cualquier otra.
En que pese los argumentos de los fieles psiquiatras a los principios mecanicistas, afirmando que en el proceso terapéutico lo máximo que se consigue es obtener control de los síntomas con los anti psicóticos, es importante resaltar el espectro amplio y multifacético de los seres humanos, por lo tanto, los recursos de la terapéutica incorpórea pueden y deben ser tomados en consideración, como todas las demás grandezas del experimento humano. La mediúmnidad, por ejemplo, “es una experiencia que nos puede revelar muchos sobre el funcionamiento de la mente y su relación con el cuerpo.” (8)
Hay desencarnados maléficos que “rodean a sus víctimas [médiums] encarnados, formando perturbaciones que se pueden clasificar como “ infecciones fluídicas” y que determinan el colapso cerebral con arrasadora psicosis “. (9) Es, sin duda, un proceso compuesto de naturaleza espiritual, fisiológica, obsesiva y con alcances psicosociales. No hay ninguna razón para que se desaprueben los procedimientos espiritas en la terapéutica de los casos evidentes de obsesión y auto-obsesión.
A respecto de persistir conflictos entre el ala ortodoxa de la Psiquiatría y el espiritismo, los psiquiatras espiritas sustentan el dialogo entre el cuerpo y espíritu. El sabe que el cuerpo físico es apenas el envoltorio del Espíritu. En el mecanismo reencarnatorio “el Espíritu conserva los atributos de naturaleza espiritual, y [naturalmente] el ejercicio de las facultades del Espíritu depende de los órganos que les sirven de instrumento. “(10) es indispensable, por tanto, en esos casos, el habitual tratamiento espirita con base en las enseñanzas de los Espíritus Superiores, que, según creemos, en breve, fatalmente, constará en las recomendaciones médicas para la terapéutica de todas y cualquier enfermedad.
Para bien de la verdad “la ciencia precisa distinguir las causas físicas de las causas morales, con el fin de poder aplicar a las molestias los medios correlativos.” (11) Cubriendo que cada caso es único, Allan Kardec cita que “muchos epilépticos o locos, que más necesitaban de médico que de exorcismos, han sido tomados por posesos.” (12) Con todo, una experiencia reencarnatoria, donde memorias de vidas pasadas pueden presentarse a la criatura, facilita o dificulta determinadas pruebas existenciales, percibidas como psicopatías. El Codificador instruye además que 2espíritus malignos pululan alrededor de la Tierra. Su acción perversa hace parte de los flagelos, a los cuales la Humanidad está expuesta. Hay desordenes psicopatológicos, que son consecuencia de vidas pasadas y contra los cuales poco auxilian exclusivamente los tratamientos médicos, mientras subsiste la causa originaria. La enfermedad mental igualmente debe ser encarada como reflejo de errores asumidos en el pasado. Un histórico de disputas y relaciones no resueltas envuelven a la víctima y al verdugo [obsesión] ahora en papeles invertidos. “(13)
En buena lógica, la institución espirita debe respetar las orientaciones de los profesionales del área de la salud, evitando equívocos como: Hacer diagnósticos, cambiar o suspender los medicamentos y, a veces, tornar el cuadro clínico de los enfermos más graves de lo que se presenta. La terapéutica espiritual, ofrecida por el Centro Espirita, no dispensa la terapéutica médica. La Doctrina Espirita coligada a las ciencia médicas (en el caso de la psiquiatría), se podrán entender no desmintiéndose, sin embargo con las manos dadas, marchando en pareja, procurando todos los expedientes disponibles en el sentido de exterminar la agonía del paciente.
Es de resaltar que en las obsesiones pertinaces (subyugaciones) la influencia de las entidades espirituales sobre las personas tiende a llevarlos al cuadro psicopatológico de alucinación y demencia. La historia registra que Nabucodonosor II, rey de los Caldeos, sufrió con la Licantropía, Calígula y Gengis-Khan demostraron aberraciones obsesivas y psicópatas, Nietzsche, bajo el guante de los obsesores vago por los asilos de alineados, Van Ghogh, enfermo, cortó las orejas y las envió de presente para su musa inspiradora, Schumann, notable compositor, fue internado en un hospicio, Edgar Allan Poe tenía visiones aterradoras y sucumbió arrasado por el alcoholismo.
El Espíritu Emmanuel narra en “Mecanismos de la Mediúmnidad” que “en Roma, en el templo Minerva, Pausanías, allí condenado a morir de hambre, pasó a vivir, en Espíritu, monoideizado en la rebeldía en que se alucinaba, apareciendo a los ojos de circunstantes asombrados, durante largo tiempo. Nero, en los últimos días de su reinado, se vio fuera del cuerpo carnal, junto a Agripina y de Octavia, su genitora y su esposa, ambas asesinadas por su orden, por presagiarle la caída en el abismo. Los Espíritus vengativos en torno de Calígula eran tantos que, después de enterrar los restos en los jardines de Lamia, eran allí vistos, frecuentemente, hasta que se le exhumaron los despojos por la incineración.” (14)
A pesar de los pocos informes científicos, hay sobradas evidencias de que la acción obsesiva (caracterizada por proyecciones, canalizaciones e interferencias de fluidos siniestros) ejerce papel de relevo en la fisiopatogenia de las variadas dolencias en el cuerpo físico y espiritual, y, algunas veces, evolucionando con cuadros gravísimos. Asevera el Espíritu Manuel Filomeno que “la obsesión, bajo cualquier modalidad que se presente, es una enfermedad de largo curso, exigiendo terapia especializada, de segura aplicación y de resultados que no se hacen sentir apresuradamente. “ (15) El Médico Bezerra de Menezes certifico que “la acción fluídica del obsesor sobre el cerebro, si no fuera removida a tiempo, dará, necesariamente, en resultado, el sufrimiento orgánico de aquella y viceversa, tanto más profundo como más tiempo estuviera bajo la influencia deletérea de aquellos fluidos.” (16)
Lejos de sugerir a los pacientes portadores de anomalías mentales la abdicación de los fármacos por los psiquiatras, recomendamos igualmente, el pase magnético (polarización de fluidos magnéticos con vista a la disipación delas energías nocivas.) Indicamos, más allá de eso, el agua magnetizada (fluidificada) - que es de gran eficacia para el reequilibrio de las estructuras neurológicas, considerando que en el liquido vital (agua) son introducidos fluidos impregnados de las emanaciones magnéticas derivadas de las irradiaciones de minerales, vegetales, animales y humanas. Hay, aun, los recursos del atendimiento fraterno, de la desobsesión, de la oración y, vale aquí recordar, del recetario homeopático, como ayuda en el tratamiento.
Hay otro recurso medicamentoso extraordinario – la implantación del Culto del Evangelio en el Hogar de los pacientes – considerando la oportunidad de la lectura del Evangelio y la reflexión sobre su contenido. En el dialogo del Evangelio en el hogar se estima la invitación para el abandono de las viciaciones y pasiones inferiores, se valoriza la vigilancia del deseo, de las palabras y de las actitudes y muchos otros recursos poderosos que poco a poco van perfeccionando la salud integral del hombre moderno,
Jorge Hessen
http://jorgehessen.net
Referências bibliográficas:
(1) Alexander Moreira de Almeida é médico e doutor em psiquiatria pela USP – Universidade de São Paulo, coordenador do NEPER – Núcleo de Estudos de Problemas Espirituais e Religiosos do Instituto de Psiquiatria do Hospital das Clínicas da Faculdade de Medicina da USP e diretor técnico e clínico do HOJE – Hospital João Evangelista.
(2)
(3) As atividades cerebrais são reguladas pelos neurotransmissores (substâncias químicas secretadas pelos neurônios) e já foram identificados aproximadamente cinquenta deles. Alguns neurotransmissores vêm sendo colocados na implicação da fisiopatologia da doença, tais como a serotonina , noradrenalina e a dopamina. Este último controla os graus de excitação de várias regiões cerebrais. Os níveis elevados deste dopamina parecem estar associados ao surgimento da esquizofrenia e dos processos alucinatórios e delirantes.
(4) Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed. FEB , 1999, perg. 89
(5) Xavier, Francisco Cândido e Vieira Waldo. Evolução em Dois Mundos, Ditado pelo Espírito André Luiz, RJ: Ed. FEB 2003
(6) Xavier, Francisco Cândido. Pensamento e Vida, ditado pelo espírito Emmanuel, RJ: Ed FEB, 4ª edição, 1975.
(7) Xavier, Francisco Cândido e Vieira Waldo. Evolução em Dois Mundos, Ditado pelo Espírito André Luiz, RJ: Ed. FEB 2003
(8) Alexander Moreira de Almeida é médico e doutor em psiquiatria pela USP – Universidade de São Paulo, coordenador do NEPER – Núcleo de Estudos de Problemas Espirituais e Religiosos do Instituto de Psiquiatria do Hospital das Clínicas da Faculdade de Medicina da USP e diretor técnico e clínico do HOJE – Hospital João Evangelista.
(9) Xavier, Francisco Cândido e Vieira Waldo. Evolução Em Dois Mundos, ditado pelo Espírito André Luiz, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 2000
(10) Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed. FEB , 1999, parte II, capítulo VII
(11) Menezes Adolfo Bezerra de. A Loucura sob um Novo Prisma, RJ: Ed FEB, 2ª edição, 1987
(12) Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed. FEB , 1999– parte 2ª, cap IX, pergunta 474
(13) Allan. "Estudos sobre os possessos de Morzine", in Revista Espírita, São Paulo: Edicel, dezembro de 1862; Janeiro, Fevereiro, Abril., Maio. 1863
(14) Xavier, Francisco Cândido. Mecanismos da Mediunidade, ditado pelo espírito André Luiz, apresentação de Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 1996
(15) Franco, Divaldo Pereira. Nos Bastidores da Obsessão, Ditado pelo Espirito Manuel Philomeno de Miranda, RJ: Ed. Feb , 1995, 7a edição.
(16) Menezes, Adolfo Bezerra de Menezes – A Loucura sob um Novo Prisma, 2ª edição, 1987, FEB-RJ
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