Entre todos
los temas sobre los cuales he escrito, los más fascinantes son aquellos en los
que discurro sobre Jesús. Él que es la expresión humana más elevada y más
mencionada del la Historia. El Maestro fue, es y siempre será, inspiración para
los majestuosos disposiciones literarias y
sobre todo para obras de arte (música, pintura, teatro, escultura,
poesía). Aun mismo así, ninguna palabra,
formula poética, artística, filosófica o cualquier alabanza en Su memoria
conseguiría traducir lo que El representa
para cada uno de nosotros.
El es el
camino, la verdad y la vida. Ninguna
persona irá al Creador, sino es por Él. Todos los millares de volúmenes de los más variados libros dichos sagrados Jesús
los resumió en una citación única, que abraza toda la sabiduría y cultura
terrestres – amar a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a sí mismo.
Su actuación
fue el faro colosal, fulgurando nuestros caminos y mostrando a todos como
podremos obtener la felicidad. Fue un Educador por excelencia, tanto es asi que
fue el único adjetivo que tuvo el su apoyo, el de Maestro, ¡Es verdad! Jesús jamás acepto cualquier otra
calificación, y el único título que admitió fue el de ser llamado Maestro.
Verdaderamente, Jesús fue con toda pujanza,
el Maestro por excelencia.
Como un
cristal translúcido era su carácter - - y no en tanto, El continua siendo el
mayor enigma de todos los siglos. Para algunos
religiosos, es entronizado como
una divinidad. El motivo por el cual algunos consideran a Jesús un Semidiós es
por su colosal elevación espiritual. Ante Él, todos quedamos muy pequeñitos, resaltándose
nuestras deficiencias e inferioridades. Delante
el Maestro, somos tan enanos que el nos parece ser una Divinidad. De ahí
la confusión de algunos religiosos.
Uno de los
mandamientos inolvidables de Jesús está contenido en el Sermón de la Montaña. En esa bellísima lauda,
evaluada por Mahatma Gandhi como la más pura esencia del cristianismo, al punto
de el iluminado de la India pronunciar
que si un cataclismo extinguiese toda la sabiduría humana, con todos sus
libros y biblioteca, si quedase apenas el Sermón de la Montaña, las
generaciones futuras tendrían en el toda la belleza y sabiduría necesarias para
la vida.
Jesús es el
redentor, el consolador, el director planetario, el Profeta, el Maestro. No adulaba
a los poderosos, no oprimía a los excluidos sociales. No repudiaba “ magdalenas” ni
apedreaba “adulteras” – más si lanzaba a los omnipotentes verbos de perdón. Por servir al prójimo, con modestia, sin
agresiones y arrogancias, El fue tenido como insensato y rebelde violador de la
ley y enemigo de la población, siendo escogido por esa misma turba para
recibir con la cruz el glorioso laurel
de acúleos. Más el sacrificio de El
no debe ser apreciado solamente por la dolorosa
demostración del Calvario.
La corona y la
cruz representaron el resultado de la obra del Maestro, más el sacrificio en su ejemplificación se constató en todos
los días de su pasaje por la Tierra. Anunciando las bienaventuranzas a la
población en el monte, no la desvía para
la brutalidad, a fin de asaltar el granero de los otros. Multiplica, El
mismo, el pan que conforta y alimenta. No incita al pueblo a
reclamaciones. Recomienda el acatamiento
a los patrones de dirección política, en
la circunspecta expresión: “Dad al Cesar
lo que es de Cesar”. Evidenciando las aprensiones que lo vestían, ante la
renovación del mundo intimo, no se regocijó en sentarse en el trono de los
gabinetes, de donde los generales y los legisladores acostumbran a dictar órdenes.
Descendió, El
mismo, al seno del pueblo y se entendió
personalmente con los viejos y enfermos, con las mujeres y los niños. Su lección
fulge como un Sol sin crepúsculo, conduciendo a la Humanidad al Puerto de la
Paz! Para la mayoría de los teólogos, El
es objeto de estudio, en las letras del Viejo y del Nuevo Testamento,
imprimiendo nuevo rumbo a las
interpretaciones de la fe. Para los filósofos, El es el centro de polémicas y discusiones
infundadas. Mientras que algunos (Kardequólogos) intenten alejarlo del
movimiento espirita, para nosotros, ESPIRITAS, Jesús fue, es y será siempre la síntesis
de la Ciencia, de la Filosofía y de la Religión (trípode del edificio Espirita)
La Doctrina de los Espíritus viene a colocar el Evangelio
de Cristo en el lenguaje de la razón, con explicaciones racionales, filosóficas
y científicas. Sin abandonar el aspecto sensible de la emoción que es colocado en su expresión profunda,
demuestra que el sentimiento y la razón pueden y deben caminar por la misma
alameda, pues constituyen las dos alas de liberación definitivas del hombres.
Jorge Hessen
http://jorgehessen.net
Jorge Hessen
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