A LUZ NA MENTE

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quinta-feira, 9 de agosto de 2012

BEBER ALCOHOL ES UN FLAGELO SOCIAL



Traducido por Merchita
Madri/Espanha
merchitacruz@gmail.com
Si analizamos cuidadosamente los flagelos de la sociedad, sobre la base de "homicidio" casi siempre los hechos están asociados al consumo de alcohol. Los tribunales están abarrotados  de procesos  cara a los  oriundos delitos del consumo de alcohol. Las penitenciarías  están superpobladas  por cuestiones vinculadas  al consumo de bebidas alcohólicas. Muchas familias están aniquiladas, desestructuradas por causa de los alcohólicos de variados gustos (destilada o fermentada), a saber, el tequila, vodka, ron, ron, ginebra, cerveza, vino.
Los alcohólicos no matan la sed, no sienten el frio, no relajan músculos. Revoquemos esos otros mitos de que los alcoholes pueden ser bebidos con moderación – eso casi siempre no es verdad. Bajo el escudo de las disculpas irregulares, un espantoso número  de personas absorben desenfrenadamente  el consumo de bebidas alcohólicas habitualmente.  Muchos de ellos son paranoicos de turno que se  aferran a la locura para asegurar que incluso Cristo bebió vino. Nada más sucio que esa forma liviana de rebajar al Maestro hasta los estados s de inmoralidad y morbidez en la que caen los viciosos.
Beber es histórica y culturalmente considerado un hábito social “inofensivo”, un placer, un gozo. Todo muy irónico, incluso en son de burla de los chistes sobre borrachos. De hecho, el alcoholismo es una enfermedad crónica y grave, que como cualquier adicción, no hay cura, pero si hay tratamiento. Desde el 2003, los científicos afirmaban haber descubierto  un gene importante para la explicación de los innumerables efectos del alcohol en el cerebro, y esperaban poder  producir  un medicamento  que desviase  algunos de los efectos de placer ligados a la ingestión del alcohol, y tal vez  intentar combatir el alcoholismo con algún remedio.  ¡No dio resultado!
El vicio, sea revestido  del carácter que sea, y donde sea  y por quien sea cometido, nunca dejará de ser un acto nefasto, careciendo de ser eliminado con el fin de que  se rehabilite  y consiga sus apropiados caminos de renovación y regocijo.
De esta manera en la que la adicción se ofrece como una cosa admitida, hay quienes están dispuestos amostrarse  indiferentes a cualquier   advertencia de sentido común, señalizando con el libre albedrio, mientras que otros hacen burlas a los que predican virtudes, provocándolos con ridículas exposición, de sus molestias, una vez que terminan de oír  o de leer  cualquier amonestación ponderada.
Ingerir alcohol apenas para mantener compañías sociales, o para que  traigan excitaciones artificiales para la desinhibición o lo que sea, podrá denotar largo periodo de desorganización y de agonías en los imperiosos desagravios del cuerpo  y de la mente, en función de esas autodestrucciones  que se van perpetrando  a la sombra de muchas falacias que ajustan a los oídos  con citaciones hechas, bien organizadas, mas que no logran apaciguar la conciencia, de  los que sublevan las Sublimes Leyes.
En un contexto social permisivo, el vicio por la ingestión de alcohol se torna expresión de “status”, atestando la decadencia de un periodo histórico que pasa lento y doloroso. Vale resaltar que  cuando reencarnamos traemos con nosotros las secuelas  de nuestras faltas  con raíces congénitas de los males  que nosotros mismos plantamos.  El Espiritismo también relata  y advierte sobre la influencia  espiritual oculta, o sea, el medio espiritual  que respiramos puede contribuir  para el surgimiento de un determinado vicio. El viciado  en el alcohol casi siempre tiene a su lado entidades inferiores que lo inducen  a la bebida, ejerciendo en el gran dominio  y de él gozando las mismas sensaciones etílicas.
Existe el mito de que la marihuana lleva a los jóvenes a otras drogas. Más el alcohol es el que hace ese papel. Y la propia familia incentiva al consumo. El “alcohol genera una enfermedad  de larga evolución (diez años y medio) y el abuso entre los jóvenes los lleva a las drogas mayores – una de ellas el éxtasis, que se encuentra en dos tipos de pastillas: la MAP (meta-anfetamina) y la MDMA (metil-dietil-MA), esta con propiedades alucinógenas. El adolescente  se expone  hoy mucho más con el alcohol. Más allá de los riesgos para la salud, existen los peligros de conducir  embriagado, de la violencia y del traumatismo proveniente del abuso del alcohol.
Sabemos que todo se inicia en el primer trago. Después viene la necesidad  del segundo, del tercero  y el alcoholismo se instala en nuestras vidas. La sed, el sabor, la oportunidad por un “amigo”, son muchas las disculpas en las cuales nos apoyamos para ingerir la dosis que,  más tarde, serán letales. Precisamos estar  atentos para no cometer exageró, abusos, y no resbalar por ese “habito social”, que puede terminar  por acondicionarnos a el y transformarnos en un pelele, en despojo humano. Se resalta que los límites del alcohol entre el uso “social” y la dependencia  no siempre son claros.
Allan Kardec pregunto a la Espiritualidad si el hombre podría, por sus propios esfuerzos, vencer  sus malas inclinaciones. Los Espíritus de manera objetiva, respondieron afirmativamente, explicando que lo que falta a los hombres [sobre todo a los viciosos] es la fuerza de voluntad  y la legítima fe en Dios.
Jorge Hessen
http://jorgehessen.net

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