Traducido por Merchita
Madri/Espanha
merchitacruz@gmail.com
El mundo pasa por decisivo momento de transición, de sufrimiento y de inquietudes, afectándonos a todos. Infelizmente las vistas previas flagelantes forman parte de pensamientos apocalípticos. Algunos cofrades fuerzan argumentos ante los fenómenos calamitosos, como si estuviesen en el último instante de la vida planetaria. Se evoca con énfasis el infame calendario Maia. Sin embargo, importa decir que “desde hace muchos siglos las humanidades prosiguen de manera uniforme su marcha ascendente a través del espacio y del tiempo.”(1)
Es inquietante el surgimiento de facciones, sectas y cultos que se multiplican en todo el mundo presagiando flagelos, bajo el impacto de neurótica inquietud de una “nueva era”. Más allá de eso, el argumento del fin de los tiempos es una peculiaridad de algunos médiums distraídos, que propagan catástrofes naturales como si fuesen la ira de Dios.
Hay en esas ocasiones personas maniáticas que abandonan el empleo, familia, a la espera del “gran final” y algunos crean sectas adversas. Solo en Francia “hay cerca de 200 sectas, con 300 mil adeptos”. En Japón, bullicioso “gurús” auguran el final del mundo (2). ¡En los Estados Unidos, asómbrense! 55 millones de americanos creen que falta poco para “acabarse el mundo”.
En esas cruciales ocasiones de transición planetaria, notamos que el advenimiento del mundo de regeneración no se dará ni se finalizará en precario periodo. Es aventurero datar, precisar, fijar una estación en la que tal proceso será complementado. No se puede olvidar que “los disturbios parciales del globo ocurren en todas las épocas, y se producen aun, porque se ligan a su constitución, más eso no son las señales de los tiempos.”(3)
Es innegable que atravesamos un pique elevado de duras pruebas. De 2007 hasta el 2011 ocurrieron conmociones colosales en la costra terrestre. Fueron terremotos, tornados, olas gigantes en Asia (tsunamis), los fenómenos La niña y El niño, ciclones extra tropicales, registro de tormentas, inundaciones (nunca se vio tanta lluvia), calentamiento global, frio descomunal.”El hambre y otras tragedias que ya alcanzan a un billón y doscientos millones de personas en todo el planeta” (4) La exploración de la energía nuclear aun no es asunto de total control humano. La desforestación insana, la contaminación del aire, el vigor de la expansión del tráfico y consumo de drogas, la banalización del comportamiento sexual, estimulado por revistas, periódicos, la televisión, cine, teatro, videocasete, TV por cable, el computador etc., que escapan a la racionalidad del hombre.
Hay, igualmente, en ese contexto, un preocupante vaticinio sobre la drástica reducción de la reserva de agua potable, para de aquí a cuatro décadas en la Tierra. Acerca de eso, sabemos que algunas potencias económicas quieren internacionalizar el Amazonas, por una simple razón: cerca de 35% de precipitación de lluvia en el Planeta ocurre en aquella área, llevando a la región a poseer la mayor reserva hídrica terrestre. A propósito, sabemos que muchos especialistas proveen conflictos mundiales, teniendo como causa la corrida por la posesión y control del líquido vital.
Paradójicamente predicamos la paz, produciendo los cañones asesinos; codiciamos resolver los problemas sociales, activando la edificación de los presidios y burdeles. “Ese progreso es el de la razón sin la fe, donde los hombres se pierden en lucha sin gloria y sin fin”. (5) La actual situación de violencia, maldad, injusticia, opresión de los poderosos sobre los débiles, ciertamente tendrá que ceder lugar a una nueva era de paz, harmonía, fraternidad y solidaridad.
“Época de luchas amargas, desde los primeros años del siglo XX, la guerra se anido con carácter permanente en casi todas las regiones del planeta. La Liga de las Naciones, el Tratado de Versalles, también como los pactos de seguridad de la paz, no ha sido sino fenómenos de la propia guerra, que solamente terminaran con el apogeo de esas luchas fratricidas, en el proceso de selección final de las expresiones espirituales de la vida terrestre.” (6) El siglo recientemente finalizado fue, sin duda, el siglo más sangriento de todos. Después de la Segunda Guerra Mundial, ya acontecieron 160 conflictos bélicos y 40 millones de muertos. Si contabilizamos desde 1914, estos números suben para 401 guerras y 187 millones de muertos, aproximadamente.
Es notoria la eficacia avasallante del avance científico. Los ensayos de la genética, de los clonajes, de las células tronco, de la cibernética, de las conquistas espaciales, del imperio de los rayos láser, de las fibras ópticas, de los superconductores, de los microchips, de la nanotecnología. Nunca tuvimos tanta capacidad de proporcionar bienestar, educación y alimento a todos, aunque nunca tuvimos tanto desabrigados, hambrientos y, principalmente, carentes de educación. Amargamos los contrastes de la hegemonía tecnológica, al mismo tiempo en estar abatidos ante la falta de comida, de la dengue hemorrágica, de la fiebre amarilla, de la tuberculosis, de la AIDS, y de todos los tipos de entorpecimientos.
Los Benefactores recuerdan que el “ocaso no demora y, bajo la proyección de sus sombras espesas, no nos olvidamos de Jesús, cuya misericordia sin fin, constituirá el fulgor inmortal de la aurora futura, hecha de paz, de fraternidad y de redención.” (7)
En las próximas reencarnaciones, si aun quisiéramos encontrar aquí estoques razonables de agua potable, aire puro, tierra fértil, menos basura y un clima estable, precisaremos actuar inmediatamente, sin pérdida de tiempo. a pesar de los pesares no faltan las voces optimistas que pregonan un provenir renovado bajo la luz de una nueva era. ¡Es verdad! Paralelamente a todo ese caos, jamás se asistió en todos los tiempos, tantas personas buenas y pacificas, se movilizaron en pro de programas asistenciales a los hermanos afortunados, trabajando voluntariamente por un mundo mejor y más justo y con total desprendimiento y espíritu cristiano.
Para descontentamiento de los precursores del “cuanto peor, mejor!” Felizmente, todo se está transformando a pasos acelerados actualmente, trayendo más confort y mejor calidad de vida al habitante de la Tierra. El dolor físico está, relativamente, bajo control; la longevidad ampliada; la automoción de la vida material está cada vez mayor, cara a la tecnología fascinante, especialmente en el área de comunicación e informática.
El Maestro advirtió: “Os tengo dicho esto para que en mi tengáis paz: en el mundo, tendréis aflicciones, más tened buen ánimo, yo vencí al mundo.” (9) Creemos que ser espirita es constituirse en un núcleo de acción edificante, a través del cual principia la Nueva Era. “Se habla en el mundo de hoy, como si el mundo estuviese reducido a la casa en ruinas. El espirita es llamado a la función de la viga robusta, susceptible de mostrar que no todo se perdió. Hay quien diga que la Humanidad yace en proceso de desagregación. El espirita es invitado a guardarse por célula sana, capaz de abrir camino a la recuperación del organismo social. El espirita, donde surja la destrucción, se convierte en apelo al rehacimiento; donde estuviera la indisciplina, se hace pilar del orden y, donde labre el pesimismo, se yergue, de inmediato, por mensaje de esperanza.” (10)
Cara a lo expuesto, por más difícil que sea el proceso de selección final de los valores morales de la sociedad, no podemos olvidar jamás que Jesús es el Señor de la Vida. Sus mandamientos no pasaran y jamás pasaron. En esa esperanza, comprendamos que en Sus manos se asientan los destinos de la Tierra.
Jorge Hessen
http://jorgehessen.net
Nenhum comentário:
Postar um comentário