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quinta-feira, 27 de maio de 2010

ESPIRITAS DESPREOCUPADOS CON EL CELO DOCTRINARIO

Lamentamos por algunos espiritas que no hacen mal, más también no practican ningún bien, y que por invigilância caen en ridículo, obstaculizando la difusión del Espiritismo del que se dicen adeptos. Divulgan teorías extrañas, que perturban la buena marcha doctrinaria, siembran la duda en unos y la separación en otros. Son espiritas que actúan con frialdad y sarcasmo, estampando en el semblante variadas apariencias engañosas. Por inmadurez y descompromiso moral, idolatran “mentores” (divinidades) que pasan a evocar con sus muecas, y les brindan con rituales, sacrificios, ofrendas de todos los tipos; les ofrecen vanas promesas, entregan el alma (¿), deseosos de obtener ventajas para cuya conquista nada realizan.

Aspiran siempre con la revocación de los Estatutos Divinos para sus conveniencias. Creen, ciegamente, que sus “mentores” se encargan de todo, y prosiguen, esos títeres de las obsesiones, abriendo espacios en el alma para la instalación de los procesos perturbadores que oxigenen el fanatismo. Sufren profundos entrevieses intelectuales, cuando se trata de asuntos doctrinarios, se muestran drásticamente emocionados. No simpatizan con las propuestas racionales, lo que les impone la anuencia fácil de esdrújulas fantasías, sin sentido del ridículo, dependientes que se llenan de fantasía mística y del pensamiento concreto, con dificultad para elaborar abstracciones inteligentes.

Al principio, tales compañeros disimulan estar comprendiendo los fundamentos, los conceptos y las consecuencias morales del proyecto kardeciano, hasta el instante en que pasamos a observarles el comportamiento en relación a la Doctrina Espirita. Se aguijonan a “guías poderosos”, pasando a venerarlos y prestarles culto irracional, dejando a ellos (a los “tales guías poderos”) la tarea de ecuacionar cuestiones e interferir en asuntos en los cuales la fobia los hace indiferentes y omisos, impidiéndoles actuar de manera coherente. Es como esos hermanos adoptaron rituales, cantos extraños, injertos tóxicos que paraliza el cuerpo doctrinario codificado por Allan Kardec. Son aquellos que definitivamente no son de la jurisdicción espirita, que fomentan disputas y conflictos que ensombrecen la marcha del Movimiento Espirita.

En verdad perturbamos la macha del espiritismo cuando no luchamos por la reforma íntima. “Cuando no trabajamos en las obras asistenciales. Cuando no estudiamos a Kardec. Cuando exigimos privilegios. Cuando especulamos con la Doctrina en materia política [partidaria]. Cuando sacrificamos a la familia en los trabajos de la fe. Cuando nos afligimos por la conquista de aplausos. Cuando nos juzgamos indispensables. Cuando abdicamos del raciocinio, dejándonos maniobrar por movimientos o criaturas que intentan sutilmente ensombrecer el área del esclarecimiento espirita con preconceptos e ilusiones.” (1)

Lo que aquí exponemos es la identificación del aterrador espíritu de falta de compromiso, de falta de celo para con el Espiritismo ¿Cómo puede ocurrir eso cuando sabemos que el Espiritismo nos presenta un conjunto de principios intrínsecamente impresionantes y vigorosos, capaces de dar sentido a la vida, explicando la excelsitud del Creador ante Su creación, para exigirnos mente abierta (aunque atenta y cautelosa), amor a la verdad y espíritu de libertad, para que consigamos penetrar y profundizar sus enseñanzas?

Los compañeros no comprometidos con la fidelidad doctrinaria permiten que crezcan los chismes, los guiismos y y los personalismos en las huestes espiritas, tan solo para no tener que enfrentar las vanidades y orgullo humano, para no tener que someterse al “si, si, no, no” conforme enseño Cristo, para no perturbarse frente a la ignorancia o ante otros no comprometidos.

Para quien se empeña por la limpieza doctrinaria vale el sacrificio, sin contender con el mal, jamás. Sin embargo, consciente con las actitudes que tomar en el momento debido, cuando hablar y cuando callar, siempre visando el mejoramiento, la iluminación, la ascensión, huirá de errar por mero comodismo, omisión, y confirmará a Jesús donde este, por medio de los derroteros de amor y luz que el Espiritismo apunta.

Mientras los días de buen sentido y de fidelidad a Kardec y a Jesús no lleguen, cabe a los espiritas moralizados, conscientes o convencidos, a aquellos que saben el porqué de la propia creencia, a los que consiguen dimensionar las propias necesidades y adoptar o mantener posición integra, sin miedo de poner las cosas en sus debidos lugares, vivenciar los contenidos de la extraordinaria Doctrina, aunque eso les cueste agresiones y ataques, indiferencia y ridículo, siempre derivados de los compañeros moralmente apequenados en su estado de ilusión.

Jorge Hessen

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