A LUZ NA MENTE

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terça-feira, 24 de novembro de 2009

EL ESPIRITA ANTE EL SÍNDROME DEL MIEDO

Traducido por: Merchita
E-mail: merchita926@ya.com


En una situación de crisis, sea de orden económico o agravamiento de la inseguridad pública, como suele ocurrir en los días de hoy, las relaciones sociales, personales y familiares se alteran. Ante ese cuadro, es perfectamente normal que sintamos miedo. En verdad, sentir miedo nos lleva a la inmovilización, pues esa fobia aumenta, considerablemente, con el temor de que una actitud podrá causar. Pensar que no conseguiremos enfrentar una dolencia, nuestros errores, la pérdida del empleo o de los bienes, la vejez, la soledad, la pérdida de un amor y así en adelante, nos amedrentamos, nos causa ansiedad y desconfort psicológico.
Si tuviésemos certeza en el suceso, de las actitudes a tomar, no tendríamos miedo de cosa alguna. No debemos, pues, desconsiderar nuestros miedos, más, antes, valorizarlos como fuente de transformaciones a ser realizadas dentro de nosotros mismos. Cuando es usado como instrumento de coerción, control y ejercicio del poder y de autoridad sobre los otros, se compromete la conciencia de los individuos, creando, en ellos, la necesidad de mentir. Es cuando profesores y padres usan los miedos para limitar a sus alumnos e hijos. Cuentos e historias infantiles, que pueden ser usados como armas para amedrentar y controlar a las criaturas, están ayudando a realizar la tarea de la anti pedagogía. Es la anti enseñanza. Es la deseducación.
André Luis enseña que "el coraje soporta las dificultades, superándolas. El temerario afronta los peligros sin ponderarlos." (1) ¡Es verdad! Hay actitudes que, frente a los miedos, pueden ser fruto de nuestra irresponsabilidad. Se trata de un error de percepción o de nuestra incapacidad de juzgamiento. Sin medir las consecuencias de nuestros actos, sea cual sea la razón, enfrentamos la amenaza y el peligro, sin, antes, analizarlos. Somos, muchas veces, inconsecuentes en nuestros actos, no valoramos la imprudencia que cometemos. Ejemplos comunes de irresponsabilidad son las actitudes impulsivas o exhibicionistas practicadas por quien no piensa en correr cualquier riesgo con tales actitudes. La muerte y la vida le son indiferentes.
Por esas razones es preciso que aceptemos nuestros propios miedos, a fin de dar inicio a nuestro auto conocimiento. Consiste, eso, en admitir que tenemos miedos. Es el primer y decisivo paso para iniciar el camino que nos llevará a superarlos y, consecuentemente, a la superación de sí mismo.
La inestabilidad psíquica y emocional hace parte rutina de todos. Es necesario tener"nervios de acción" para sobrevivir en las modernas y grandes ciudades. Mientras el miedo sea un sentimiento natural, la drástica realidad de lo cotidiano está transformando, en patología crónica, un sentimiento que es fundamental para nuestra sobrevivencia. "Nadie podrá decir que toda enfermedad esté vinculada a los procesos de elaboración de la vida mental, más todos pueden garantizar que los procesos de elaboración de la vida mental guardan positiva influenciaciones sobre todas las dolencias". (2) El miedo es normal cuando es moderado. Cuando es excesivo, se torna dolencia, pasa a perjudicar nuestra vida.
Toda emoción sobre el cuerpo es semejante a duro golpe sobre el engranaje de una maquina sensible, y toda aflicción cobijada es como oxido destructor, perjudicándole el funcionamiento". (3) El miedo excesivo (fobias) es lo mismo que sembrar arbustos de zarza magnéticos y fecundarlos en la tierra emotiva de nuestra existencia, e intoxicar, por cuenta propia, la tesitura de la vestimenta corpórea, estragando los centros de nuestra vida íntima y arrasando, consecuentemente, sangre y nervios, glándulas y vísceras del cuerpo que Dios nos concede con vistas al desenvolvimiento de nuestras facultades para la Vida Eterna.
Para Sigmund Freud, una emoción como el miedo, por ejemplo, "es una preparación para enfrentar el peligro. Es un estado biológicamente útil, ya que, sin él, la persona se hallaría expuesta a graves consecuencias. De él derivan la fuga y la defensa activa. Cuando, sin embargo, el desenvolvimiento de ciertos estados van más allá de determinados límites, pasa a contrariar el objetivo biológico y da lugar a las formas patológicas". (4)
Los ansiosos (estresados) visitan, cinco veces más, a los médicos que una persona normal. El síntoma crónico del miedo está generando problemas físicos y emocionales, tales como el infarto de miocardio, ulcera e insomnio. Ese síndrome repercute en el organismo de varias maneras. En el cerebro, puede provocar insomnio y depresión. En el corazón, surgen arritmias y la hipertensión. El sistema endocrino puede sufrir baja tasa de azúcar en la sangre y problemas con la tiroides; en el sistema gastrointestinal, indigestión y colitis. Por tanto, el stress (5) del miedo desenvuelve la ulcera, la ansiedad, las tristezas y los pánicos. "El miedo [patológico] es uno de los peores enemigos de la criatura, por alojarse en la ciudadela del alma, atacando las fuerzas más profundas". (6)
Para nosotros, estudiosos del Espiritismo, la solución para el miedo es, sin duda, el ejercicio "de la ge que remueve montañas" (7), mostrándonos el rumbo de la victoria. Es, igualmente, la certeza de la reencarnación, la convicción de que la vida terrena no es más que un largo día ante la eternidad real de la vida del Espíritu. Somos seres pensantes e inmortales y, ante esas verdades, podemos enriquecer nuestra actividad mental, indefinidamente, rumbo a los objetivos superiores. Podemos desenvolver recursos que nos conduzcan a un relacionamiento humano y social saludable, a través del trabajo solidario y fraternal, aprendiendo a entender los dolores y angustias de nuestros compañeros, a tener compasión, y finalmente, "a amar al prójimo como a nosotros mismos". (8)
Fundamentalmente, la fe debe apoyarse en la razón, para no ser ciega. Por eso, fe no es un "don" ofrecido por Dios para alguien en especial, sea por esa o aquella actitud exterior, más sin el producto de nuestra conquista personal en la búsqueda de la comprensión del camino correcto, de las verdades que penetran la esencia de nuestras propias vidas, por medio del conocimiento, de la vivencia de la experiencia, de las reflexiones personales y por el esfuerzo que hacemos en modificarnos para vivir con más amor, por entender que el amor es la causa de la vida, y la vida es el efecto de ese amor. En el mensaje del Maestro, aprendemos la lección del coraje, del optimismo vivo, factores psicológicos, esos, capaces de renovar nuestras inclinaciones, obstando que el miedo, la depresión y la angustia se aparten de nuestra mente.

Jorge
Site http://jorgehessen.net
email jorgehessen@gmail.com

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