LOS VICIOS Y EL VAMPIRISMO ESPIRITUAL (Jorge Hessen)

Traducido por: Mercedes Cruz Reyes 

Madri/Espanha

Para el aprendiz de los nefastos vicios humanos, el acto de fumar o beber es puramente simbólicos. En la adolescencia razona que ya no es “hijo” de mama, que ya es “maduro”, un osado aventurero y no pasado de moda. À medida que el simbolismo psicológico sumerge, la consecuencia farmacológica adopta la gerencia para conservar la usanza. Para el espírita, el vicio de fumar o de beber tiene implicaciones muy graves, especialmente cara a las repetidas advertencias de los Benefactores Espirituales, elucidando sobre los daños que causan a la mediumnidad, por ejemplo. El médium, contaminado por el tabaquismo, se transforma enteramente en una especie de "cachimbo" o "pitera" en las vinculaciones de los fumadores crónicos del más allá del túmulo, y el vicioso en alcohólicos se torna mira de obsesión de los indigentes alcohólicos de la dimensión espiritual.

El viciado de cualquier matiz se torna cautivo ante las garras insaciables del parasitismo o del vampirismo. Experiencias de la vida que podrían ser nobles, dignas, provechosas, se tornan vergonzosas e inútiles, estimulantes de capitulaciones desastrosas. Familias enteras son, casi siempre, afectadas por esas ruinas morales de profunda repercusión. En verdad, el vampirismo es apenas un fenómeno de simbiosis, que tanto ocurre entre los encarnados como entre los desencarnados, esto es, ningún vicio termina con la desencarnación.

Los vicios aquí comentados fustigan las bases de la consciencia espirita, desarmoniza la estructura fisiopsíquica y las composiciones funcionales del periespíritu, que se impregna de toxinas. El alcohol y el humo afectan a los trillones de células saturadas de vitalidad que componen el psicosoma, dejando secuelas específicas. En verdad, el tabaquismo y el alcoholismo atormentan a los desencarnados viciados que se angustian ante el deseo de fumar y de beber, irresistiblemente potencializadas.

El desgastante escenario de la cuestión es consubstanciado en la inexistencia de industrias de bebidas alcohólicas y de fábricas de cigarros en la erraticidad, a fin de abastecer a los finados tabaquistas y alcohólicos. Cara a eso, los "fantasmas" fumadores y bebedores, para materializar sus bocanadas y tragos, se tornan promotores protagonistas de la subyugación, transformándose en artífices de la vampirización sobre los encarnados inermes de voluntad. Situaciones en las que Espíritus viciados se dan el gusto en los vapores etílicos y los efluvios nocivos del cigarrillo maloliente.

Esos son motivos relevantes para protegernos contra cualquier tóxico, narcótico, alcohólicos y contra el hábito demasiado de ingestión de drogas que contaminen la composición natural del organismo físico, hasta porque, disciplina, discernimiento y comedimiento afianzan el equilibrio y el bienestar de nuestra casa mental.

La felicidad está dentro de nosotros, y debe ser compartida.