Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
Lamentablemente La eutanasia es legal en Bélgica desde 2002. La ley belga establece que, para tener derecho a la eutanasia, los pacientes precisan demostrar constante e insoportable sufrimiento psicológico o físico. En 2013, hubo 1.807 casos de eutanasia en el país, la mayoría de ellos de personas ancianas sufriendo de enfermedades terminales (apenas 4% tenían disturbios psiquiátricos).
La eutanasia ha suscitado controversias en los medios jurídicos. En Brasil la Constitución y el Derecho Penal Brasileño son bien claros: la eutanasia constituye asesinato común. En las huestes médicas, bajo el punto de vista de la ética de la medicina, la vida es considerada un don sagrado y, por tanto, es vedada, al médico, la pretensión de ser juez de la vida o de la muerte de alguien. A propósito, es importante dejar consignado que la Asociación Mundial de Medicina, desde 1987, en la Declaración de Madrid, considera la eutanasia como siendo un procedimiento éticamente inadecuado.
No en tanto, en Bélgica, Sebastián, un belga, ha reivindicado una autorización legal para morir a través de la eutanasia. Para eso, argumenta que sufre psicológicamente por no conseguir aceptar su homosexualidad. Vive en una constante sensación de vergüenza y de cansancio mental de estar atraído sexualmente por quien no debería, según cree. Es como si todo fuese al contrario de lo que gustaría de ser. Alega. Hay gigantesco apoyo popular a la eutanasia en Bélgica. El número total de casos aprobados han crecido anualmente desde 2002.
La ley fue modificada en 2013 para consentir la práctica inclusive para niños en estado terminal. La ley establece que todas las muertes por eutanasia en el país deben ser inspeccionadas por un comité de médicos y abogados. Para Gilles Genicot, profesor de legislación médica de la Universidad de Liége y miembro del comité que revé los casos de eutanasia, el deseo de Sebastián, por ejemplo, no llena el criterio legal para la práctica. [1]
Sin exteriorizar aquí nuestro juicio sobre el auto rechazo de la sexualidad de Sebastián, privilegiaremos las ponderaciones doctrinarias en torno del contra-sentido de la eutanasia oficializada. ¡Si! No cabe al hombre, en circunstancia alguna, o bajo cualquier pretexto legal, el derecho de escoger y deliberar sobre la vida o la muerte de su prójimo, y la eutanasia, esa falsa piedad, atrapa la terapéutica divina en los procesos redentores de la rehabilitación espiritual.
Nosotros, espíritas, sabemos que la agonía física y emocional prolongada puede tener finalidad preciosa para el alma y la enfermedad pertinaz puede ser, en verdad, un bien. La cuestión 920, de El Libro de los Espíritus, registra que “la vida en la Tierra fue dada como prueba y expiación, y depende del propio hombre luchar, con todas las fuerzas, para ser feliz todo cuanto pueda, amenizando sus dolores”.[2]
Muchos infelices creen que la solución para sus sufrimientos es la muerte a través de la eutanasia oficializada. Todavía, afirmamos que más allá de sufrir en el mundo espiritual las dolorosas consecuencias de su gesto equivocado de acobardamiento y rebeldía ante las leyes de la vida, aquel que procura recursos para morir por la eutanasia (una especie de suicidio indirecto) aun renacerá con todas las secuelas físicas resultantes de la deliberación de la muerte anticipada, y tendrá que enfrentar nuevamente la misma situación dolorosa que su inexistente fe y distanciamiento de Dios no le permitieran el éxito existencial.
El verdadero espírita se porta, siempre, en favor de la manutención de la vida, respetando los designios de Dios, buscando no solo minorar sus propios sufrimientos así como esforzándose para amenizar los dolores del prójimo (sin eutanasias), confiando en la justicia perfecta y en la bondad del Creador, hasta porque, nuestros Estatutos De Ley no hay espacio para injusticias y cada cual recibe de la vida según sus necesidades y méritos. ¡Es de ley mayor!
Referencias:
[2] Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed FEB, 2002, pergunta 920
Traducido por. M. C. R
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