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terça-feira, 8 de setembro de 2015

LAS LUCES DEL “CAMINO”, SIN EMBARGO EL HOMBRE AÚN NO SE CRISTIANIZO (Jorge Hessen)


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha


Tras la llamada aparición (“resurrección”) y la “ascensión”  de Jesús, los apóstoles retornaron  para Jerusalén, exactamente como el Señor les había ordenado. [1] Dieron inicio a las reuniones en sus residencias y  poco a poco  los encuentros fueron tornándose públicos. En esta coyuntura, aún no eran conocidos como “cristianos”, aunque sí “nazarenos”, dando inicio al formato de las comunidades (grupos) dentro del Judaísmo. [2] El célebre “pentecostés”, ocurrido luego tras la “ascensión” del Maestro, vino a fortificarlos en la fe, certificando  a todos  que Cristo no los desampara. Exaltando el Evangelio en diferentes idiomas por la psicofonía de los divinos médiums, los Espíritus comprobaban que se cumplía en aquel momento el prenuncio de Jesús de que su mensaje seria oído por todas las naciones de la Tierra.

En aquella ocasión, otro hecho enternecedor advino con Cleofás y otro discípulo que en el domingo de la “resurrección” viajaban de Jerusalén para la aldea próxima de Emaús, cuando el propio Crucificado se les adjunto en el camino. Posteriormente, Jesús se les apareció  por dos veces totalmente materializado en Jerusalén en las reuniones realizadas en recinto cerrado entre los apóstoles. En seguida se presentó en la playa y comió con algunos discípulos pez asado y un panecillo  de miel. Por cerca de cuarenta días tras la “resurrección”, continúo ofreciendo pruebas inequívocas de la inmortalidad.

En los supremos instantes los apóstoles reunidos oraban, cantaban, vivían y divulgaban el Evangelio, consubstanciando en la fundación de la “Casa del Camino”, marco inicial de aquella fase de oro del Cristianismo primitivo. La   recordación  de esos dos o tres primeros años del “pós-gólgota” quedó siendo como la de un paraíso terrestre, que el Cristianismo posterior jamás consiguió reeditar.

 Los  apóstoles predicaban con arrebatamiento la Buena  Nueva. Las oraciones eran algunas  veces tan intensas que el propio edificio “sacudía” en sus edificaciones. La  vida religiosa de los mismos centraba en  algunos desempeños fundamentales: la oración, los sermones, la instrucción religiosa y una colectiva refección diaria. Llevaban una vida sencilla, desprendida, sin confiar en el poder del dinero en  razón de eso  no se dejaban corromper.

 Sin  duda,  las grandes columnas o designios de la “Casa del Camino” fueron: la enseñanza y vivencia del  mensaje de Jesús, la asistencia social, los tratamientos físicos y espirituales   y la instauración del ambiente fraterno. Contrataban el trabajo asistencial de distribución de alimentos, de remedios, de ropas y hasta aún  mismo los dones curativos como chamariz para conseguir el objetivo mayor: la evangelización del socorrido. Procuraban transformar al asistido en asistente tal como aconteció  con Jezabel que llegó a ser el admirable Esteban, primer mártir del Cristianismo.

No codiciaban   cargos de dirección. Cierta vez, Pedro, el primer líder del grupo, deliberó escoger un sucesor para Judas Iscariote en el colegio apostólico,  reunió una asamblea para elegir al  sucesor. La  asamblea presentó dos nombres: José Justo y Matías (dos fidedignos cristianos). Se sugirió entonces en vez de ser elegido para depositar los dos nombres en un saco  y retirar uno tras una oración. De ese modo Matías fue el escogido para suceder a Judas Iscariote. La  comunidad vivía un momento tan fraternal que José Justo,  aunque no había sido escogido por el sorteo, ofreció su propiedad  a la  “Casa del Camino”, en señal de solidaridad a la  decisión  tomada por el  Plano Superior.

Simón  Pedro y compañeros administraron la "“Casa del Camino”", situada en el camino que ligaba Jerusalén a Jope. Auxiliado particularmente por Tiago y Filipo (hijos de Alfeo) y por Juan   (hijo de Zebedeu), Caifás organizó   los primeros arreglos de la institución  al influjo amoroso de las lecciones del Maestro. Y cara a eso, la residencia del viejo pescador (donación  de los amigos del "Camino"), transbordaba de enfermos y desvalidos sin esperanza. Es  célebre la frase de Cristo: "Yo  soy el camino, a  la verdad y a la vida"; cara a esa citación, cuando los discípulos asumieran la divulgación del Evangelio, pasaron a ser conocidos como los “hombres del Camino".

El  número de seguidores de la nueva Doctrina aumentó espantosamente, además de los discípulos judíos palestinos había discípulos de la diáspora, apuntados como "helenistas". En este contexto en el  que la “Casa del Camino” crecía, paralelamente ocurrían los rigores del misticismo de Tiago, hijo de Alfeo. Irrumpieran las diferencias de opiniones y de intereses entre los discípulos judíos palestinos y los “helenistas”.  Los apóstolos sintiendo la necesidad de dedicarse solo a la predicación, providenciaran para que la comunidad escogiese a los  trabajadores fieles, para instruir a los judíos de la diáspora             (“helenistas”). [3]

Se destaca en la  ocasión el “helenista”  Esteban, un judío de la diáspora, que se adhirió  a la  "Sesta del Camino" y comenzó a hacer en Jerusalén predicaciones  vehementes apuntando a los judíos de masacrar a los Profetas y a  Jesús, e de críticas a la  Ley  y al  Templo. Tal vez fuese la porta-voz de la más antigua predicación de los discípulos convertidos provenidos de la diáspora.

El hermano de Abigail analizaba las profecías, sobretodo de Isaías, al saber que Jesús había sido crucificado recordó el profeta: “Levantarse  como un arbusto verde, viviendo en la ingratitud de un suelo árido, donde no habrá gracia ni belleza. Cargado de oprobrios y despreciado de los hombres, todos le volvieron  el rostro. Cubierto de ignominias, no merecerá consideración. Es  que El cargaría el fardo pesado de nuestras culpas y de nuestros sufrimientos, tomando sobre si todos nuestros  dolores.”[4]

Cuando otros seguidores del Maestro contemporizaban  los comentarios públicos con exposiciones agradables  al judaísmo predominante, “Esteban presentaba a la  multitud, el Salvador del Mundo, indiferente a las luchas que iría a provocar, comentando sobre la vida del Crucificado con  su verbo inflamado de luz.”[5]

El  idioma griego fue  el  vehículo de transmisión del Cristianismo, en sus primeros tiempos. Más tarde Paulo predico que no había diferencia entre "judío" (palestinenses) y "griego" (“helenistas”) en  cuanto a la “salvación” en Jesucristo; porque por el  "bautismo del Espíritu" (o sea, imposición de manos por el  pase) todos se tornaban "hermanos en Cristo"; por tanto no era preciso pasar antes por el Judaísmo para tornarse cristiano. Mas tal cuestión solo quedó definitivamente resuelta tras una reunión con los apóstoles y los ancianos (presbíteros) en la comunidad (iglesia) de Jerusalén, en 49 d.C. Esa reunión, algunos estudiosos la llaman "Concilio" de Jerusalén. [6]

Asistencialmente más de cien personas recibían alimentación diaria,  además de los servicios de socorro a los enfermos, a los huérfanos, a los alienados mentales y viciados. Por otro lado, la persecución  atroz del judaísmo obligó a una relación  de permanentes concesiones. Había infelizmente la dependencia monetaria de la sociedad judía para manutención de la obra.

Cierta ocasión, Paulo, ya convertido, cuando en visita a Jerusalén, consternado con la situación de la “Casa del Camino”, en diálogo con Pedro, recomendó buscar otros medios de liberar las verdades evangélicas del convencionalismo humano. Sugirió servicios agrarios de captación de recursos propios. Cada asistido trabajaría de conformidad con las propias fuerzas. Así podría emancipar el grupo de Jerusalén de las imposiciones del farisaísmo.

Pedro justificaba que los asistidos ya trabajaban, con todo,  la iglesia continuaba orneada de dispensas y deudas  que sólo la cooperación del judaísmo podría atenuar. Paulo advirtió, sin embargo,  que se podría atender a muchos enfermos, ofrecer  un lecho de reposo a los más infelices; todavía siempre hubo y  habrá cuerpos enfermos y cansados en la Tierra. En la tarea cristiana, obviamente semejante esfuerzo  no puede ser olvidado, más la iluminación del  espíritu debe ser prioritario. Si  el hombre trajese  a Cristo en el interior, el cuadro de las necesidades seria completamente modificado.

Hicimos aquí una breve interpolación por cuestión de coherencia histórica. En nuestra narrativa  no podemos olvidar que la primera de esas congregaciones cristianas surgió en Galilea, y era compuesta principalmente de mujeres oprimidas y simples del pueblo. Tales baluartes del Evangelio atendían a los mendigos, pidientes, cojos, alejados, con auxilios de amparo y de solidaridad.  En la crisis del Calvario, que culminó en la muerte de Jesús, las mujeres galileas tuvieran posición destacada a los pies de la Cruz.  La “Casa del Camino” contó con la colaboración fundamental de valerosas  de ideal. María(madre y de Jesús), Lidia (madre de Silas), María y su hermana Marta,  Susana,  Salomé,  María [esposa de Cleofás], María (madre de Juan  Marcos), María de Magdala, Joanna de Cusa,  Loíde y Eunice  ( abuelo y madre de Timoteo) , Priscila (esposa de Aquila)  Lidia, viuda digna y generosa  etc. , etc. , etc......

No más de tres siglos transcurridos de la lección  de Jesús, surgieran la falsedad y la mala fe adaptándose a las conveniencias de los poderes políticos del mundo, desvirtuándosele  todos los principios, por favorecer doctrinas de violencia oficializada. Por eso, la civilización occidental no llegó a cristianizarse. [7]

Mas, el Espiritismo, en su misión de Consolador, será el amparo del mundo en estos siglos de declives de su Historia; solo él puede, en  su característica de Cristianismo redivivo, salvar las religiones que se apagan entre los choques de la fuerza y de la ambición, del egoísmo y del dominio, apuntando al hombre sus verdaderos caminos. [8]

Son llegados los tiempos em que las fuerzas del mal serán compelidas a abandonar sus últimas posiciones de dominio en los ambientes terrestres. Trabajemos por Jesús, aunque nuestra oficina este localizada en el desierto de las conciencias. [9]

Nota e referências bibliográficas:

[1]            Lc 24:52; Atos 1: 12-13).

[2]            Os discípulos do Crucificado foram chamados "cristãos" pela primeira vez na comunidade de Antioquia, na Síria; por sugestão de Lucas

[3]            Atos 6

[4]            Isaías, 9:6-7

[5]            Xavier, Francisco Cândido. Paulo e Estêvão, ditado pelo espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed FEB, 1982

[6]            Atos 15:1

[7]            Xavier, Francisco Cândido. A Caminho da Luz, ditado pelo Espirito Emmanuel, RJ: Ed. FEB, 1997

[8]            idem


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