Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
El Airbus A320, de la compañía aérea Germanwings,
que cayó en el sudeste de los Alpes
franceses, durante un vuelo entre Barcelona, de
España, y Düsseldorf, de Alemania, con 144 pasajeros y seis tripulantes
a bordo, provoco un sobresalto psíquico de la comunidad internacional. Según
el The Weather Channel francés, las
condiciones meteorológicas eran buenas en el
momento del accidente. Todavía, el copiloto Andreas Lubitz, de 27 años,
que sufría de trastornos de ansiedad generalizada (TAG), según informo el
jornal francés "Le Parisien”, derrumbó
el avión deliberadamente.
Todos los actos dantescos precisan tener una explicación lógica y coherente, hasta porque en los Estatutos del Creador no hay espacios para injusticas y categóricamente el
acaso es mera ficción, aun mismo cuando los hechos desnorteantes se nos figuren incomprensibles. No obstante,
la insana actitud suicida de Andreas Lubitz,
obviamente estamos ante un evidente acontecimiento
de rescate colectivo. De esta forma, el resarcimiento de los débitos
pretéritos, el rescate de nuestras acciones
opuestas al bien y al amor puede y debe acontecer de diversas formas,
hasta aun mismo colectivamente.
A rigor, las transgresiones colectivas a las Leyes
de Dios deben ser expiadas colectivamente por los mismos personajes que juntos
las violaron, y los mentores están siempre trabajando, ayudando a todos
nosotros, reuniéndonos en grupos de forma a favorecer la corrección del rumbo, amparándonos y fortaleciéndonos para que nos demos cuenta de
aquello a que nos proponemos, además de
equilibrarnos para poder auxiliar al otro con nuestros pensamientos positivos.
Dolores que burilan a las almas
El objetivo de los diversos dolores es “hacernos
avanzar más deprisa” [1]. Los desastres colectivos, si observamos bajo el punto
de vista espiritual, fundamentando nuestra reflexión en los principios de la
Doctrina Espírita , tiene finalidades
sanadoras que extraen densas sobrecargas de las mentes culpables y significan
la concretización de la justicia integral, pues la Justicia Divina, para el
reequilibrio del hombre , recurre a procesos depuradores e liberativos, de que
no nos podemos escapar. Pues la función del
dolor es ampliar horizontes para realmente que vislumbremos los sólidos caminos amorosos del
equilibrio.
Muchos de esos “ajustes de cuentas” son demostrados
por los Espíritus, en diversas obras de la literatura espírita. André Luiz
narra un desastre aéreo, en el que el piloto, confuso por la densa niebla, no consiguió evitar el choque
de la gran aeronave, topándose contra la montaña. En este caso, un instructor
espiritual comenta que "las víctimas ciertamente cometieran faltas en
otras épocas, arrojando a hermanos indefensos desde la parte superior de torres
altísimas para que sus cuerpos se aplastasen en el suelo; suicidas que se lanzaron de altos picos o
edificios, que por no encontrar recursos de otra forma en tan angustiante episodio para transformar la
propia situación". (2)
¿Como entender la magnanimidad de la Bondad de Dios
y la enseñanza de Cristo, ante las muertes colectivas, ocurridas en l961, en
aquel siniestro incendio del "Gran Circos Norte-Americano", en
Niterói? ¿Como comprender los óbitos registrados en el terremoto que afectó a la ciudad histórica de
Bam, en Irá, a finales de 2003?
¿Cómo explicar el accidente con el Boeing da Flash
Airlines, que ocurrió no Egipto, provocando la muerte de 148 personas que
estaban a bordo de aquella aeronave, el 3 de enero de 2004? ¿Cuál es el significado de los que fueron tragados por
las aguas del Tsunami, tragedia, cuyas dimensiones dejaron al mundo entero
consternado? ¿Qué pensar, aun, sobre el
naufragio del Titanic, transatlántico que transportaba cerca de 2.200 personas?
¿Qué decir de las casi 3.000 víctimas provenientes del ataque en las Torres
Gemelas del World Trade Center, en Nova York, el 11 de septiembre de 2001?
¿Cómo interpretar tales episodios y ante los destinos humanos?
En la
consternación el hombre adquiere experiencia.
Para las tragedias colectivas, solamente el
Espiritismo tiene las respuestas lógicas, profundas y claras, que explican,
esclarecen y, por vía de consecuencia, consuelan a los corazones humanos, ante
los resabios amargos de esas situaciones. El hecho es que nosotros creamos la culpa, y
nosotros mismos formateamos los procesos
para extinguir los efectos. Ante las situaciones trágicas de la Tierra, el ser
humano adquiere más experiencia y más energías iluminativas en el cerebro y en el corazón, para defenderse y valorizar cada instante de
su vida. Con las verdades reveladas por el Espiritismo, se comprende, hoy, la
justicia de las pruebas, entendiéndolas como siendo una amortización de débitos
de vidas anteriores.
Autores espirituales explican, a respecto de ese
asunto, que individuos envueltos en crímenes violentos, en el pasado y, también, en el presente, la ley los
trae de regreso, por haberse descuidado de la ética evangélica. Retornan y se
agrupan en determinado tiempo y local, sufriendo muertes accidentales de
variada naturalezas, inclusive en las calamidades naturales. Siendo así, antes
de reencarnar, bajo el peso de débitos colectivos, somos informados, en el más
allá del túmulo, de los riesgos a que
estamos sujetos, de las formas por las cuales podemos saldar la deuda, sin
embargo, el hecho, por sí solo, no es determinístico, hasta, porque, dependen
de varias circunstancias en nuestras
vidas para su consumación , una vez que
la ley del carma admite flexibilidad, cuando el amor rige la vida y "el
amor cubre una multitud de pecados." (3)
Nuestros
registros históricos por las vías reencarnatórias, muchas veces acusan
nuestro envolvimiento en tristes episodios, en los cuales causamos dolor y
sufrimiento a nuestro prójimo. Muchas veces, en nombre de Cristo, lanzamos
fuego a las personas, en los campos, en las embarcaciones y en las ciudades, en
un proceso ciego de persecución a los
"infieles". Con el tiempo, ante los azotes de la consciencia,
deparándonos con el remordimiento, rogamos el retorno a la Tierra por el
renacimiento físico, con previa programación, para la des encarnación
colectiva, en dolorosas experiencias de incendios, ahogamientos y otras tantas
situaciones traumáticas para aliviar el tormento que nos comprime la mente.
Al reencarnar, atraídos por una fuerza magnética
(sintonía vibratoria), consecuente de los crímenes practicados colectivamente,
nos reunimos circunstancialmente y, por
medio de situaciones drásticas, sufrimos el mismo mal que perpetramos contra
nuestras víctimas indefensas de antaño. Por tanto, las faltas colectivamente
cometidas por las personas (que retornan a la vida física) son expiadas
solidariamente, en razón de los vínculos espirituales entre ellas existentes.
Además, explica Emmanuel: "en la prueba colectiva se verifica la
convocación de los Espíritus encarnados, participantes del mismo débito, con
referencia al pasado delictuoso y oscuro. El mecanismo de la justicia, en la
ley de las compensaciones, funciona entonces espontáneamente, a través de las
propuestas de Cristo, que convocan las comparsas en la deuda del pretérito para los rescates en
común, razón por lo que, muchas veces, llamáis– doloroso acaso – a las
circunstancias que reúnen a las criaturas más dispares en el mismo accidente, que ocasiona la muerte del
cuerpo físico o las más variadas mutilaciones, en el cuadro de sus compromisos individuales."
(4)
¿Fatalidad o evento del destino?
¿Aunque muchos accidentes nos conmuevan
profundamente, serian las tragedias suficientes para el rescate de crueles
crímenes practicados en el pretérito
remoto? Estamos convencidos de que no, aunque en condiciones- como esa del 24 de marzo de 2015 (la caída del Airbus
A320)– nos llevan a cuestionar, como, por ejemplo: ¿Por qué esos
acontecimientos funestos despiertan tanta compasión? ¿Sería una Fatalidad? Cosa
del destino? ¿Qué conceptos están en los diseños semánticos de esas palabras?
Para el espírita "fatal, en el verdadero
sentido de la palabra, solo el instante de la muerte" (5), pues, como
dijeron los Espíritus a Kardec: "cuando es llegado el momento de retorno
para el Plano Espiritual, nada "te librará" y frecuentemente el
Espíritu también sabe el género de muerte por el que partirá de la tierra",
"pues eso le fue revelado cuando hizo
la elección de esta o de aquella
existencia". (6) Mas, aun: "Gracias a la Ley de Acción y Reacción y del Libre-Albedrio, el hombre puede evitar
acontecimientos que deberían realizarse, como también permitir otros que no
estaban previstos". (7) La fatalidad solo existe como algo temporario,
frente a nuestra condición de inmortales, con la finalidad de "retomada de
rumbo". Fatalidad y destino inflexible no son coherentes con los preceptos
kardecianos. Quien cree ser "víctima de la fatalidad", culpa
solamente al mundo exterior por sus errores y se recusa a admitir la conexión
que existe entre eles.
Pruebas elegidas.
El hombre
común, en sus intereses mezquinos, no considera el dolor como rescate y
pagamento, desconociendo el gozo de padecer por cooperar, sinceramente, en
la edificación del Reino de Cristo.
Aquel que se complace en el caminar por los atajos del mal, la propia Ley se incumbirá de traerlo de
retorno a las vías del bien. El pasado,
muchas veces, determina el presente que, por su vez, determina el futuro.
"Quien con hierro hiere, con hierro será herido" (8), dice el Maestro. Sin embargo, cabe una exaltación,
no todo sufrimiento es expiación. En
el ítem 9, cap. V, de El Evangelio Según
el Espiritismo, Allan Kardec señala: "No se debe creer, entretanto, que
todo sufrimiento por el que se pasa en este mundo sea, necesariamente, el
indicio de una determinada falta: se trata, frecuentemente, de simples pruebas
escogidas por él Espíritu para su purificación, para acelerar su adelantamiento".(9). Son claras las
palabras del Codificador.
No son correctos aquellos que generalizan y afirman
que todo sufrimiento es el resultado de errores practicados en el pasado. El
desenvolvimiento de las potencialidades, la elevación evolutiva,
requiere trabajo, esfuerzo, superar desafíos. En este caso es la prueba, y no,
la expiación, o sea, son las tareas a
las que el Espíritu se somete, su propio pedido, con vistas a su progreso,
para la conquista de un futuro mejor.
La finalidad de la Suprema Ley
Dentro del principio de Causa y Efecto, quien, en
conjunto con otras personas, agredió al prójimo no tendría que resarcir el
débito en conjunto? Es ese el llamado "carma colectivo". (10)
Toda acción que practicamos, buena o mala, la recibimos de vuelta. Nuestro pasado determina nuestro presente no
existiendo, pues, favoritismos, predestinados o arbitrios divinos. La doctrina espírita no predica el fatalismo y ni el conformismo ciego ante las tragedias de la
vida, aun mismo de las llamadas tragedias colectivas. Lo que el Espiritismo
enseña es que la ley es una sola: para cada acción que practicamos,
recogeremos la a reacción.
Lo importante a los
que quedan por aquí, en la Tierra, para que tengan el avance espiritual
debido, es no fallar por la lamentación,
por la rebelión pues "las grandes
pruebas son casi siempre un indicio de
un fin de sufrimiento y de perfeccionamiento del Espíritu, desde que sean
aceptadas por amor a Dios".(11)
Ante lo expuesto, aseguramos que la función del
dolor es expandir horizontes, para verdaderamente divisar los reales logros
harmónicos del equilibrio. Por esto, ante los compromisos “cármicos”, en
expiaciones colectivas o individuales, recordemos siempre de que la finalidad
de la Ley de Dios es la perfección del Espíritu, y que estamos, cada día,
caminando en este destino, donde nuestro esfuerzo personal y a búsqueda
de la paz estará actuando a nuestro favor, minimizando al máximo el peso
de la as deudas del pasado.
Referências bibliográficas:
[1]Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed
FEB, 1979, questão 737
[2]Xavier, Francisco Cândido. Ação e Reação, Cap.
XVIII, RJ: Ed FEB, 2005
[3]I Pedro 4:8
[4]Xavier, Francisco Cândido. O Consolado, RJ: Ed
FEB, 2002, questão 250
[5]Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed
FEB, 1979, questão 851 a 867
[6]Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos, RJ: Ed
FEB, 1979, questão 851 a 867
[7]Idem
[8]JOÃO. 18:11
[9]Kardec, Allan. O Evangelho Segundo o
Espiritismo. Rio de Janeiro: Ed FEB, 2001, item 9, cap. V
[10]A palavra karma é oriunda da raiz sânscrita
"kri", cujo significado é ação. Karma é portanto, Lei de Causa e
Efeito, ou ainda, de acordo com a terceira lei de Newton, conhecida como o
"princípio da ação-e-reação", que diz: "a toda ação corresponde
uma reação, com mesma intensidade, mesma direção, mas de sentido
contrário". E o Cristo, ao recolocar a orelha do centurião romano, decepada
pela espada de Pedro, sentenciou: "Pedro, embainha tua espada, pois quem
com ferro fere, com ferro será ferido". Podemos notar, aí, dois enunciados
da mesma Lei de Ação e Reação: um, de maneira científica e, outro, de modo
místico. O vulgo diz : "Quem semeia vento, colhe tempestade".
[11]Kardec, Allan. O Evangelho Segundo o
Espiritismo, RJ: Ed FEB, 1989, Cap.14,.
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