Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
La mediúmnidad, digamos natural, es una facultad psicofísica presente en todas los seres humanos. Sin embargo, no todos percibimos la presencia ostensiva de los Espíritus. Es una percepción a la cual Charles Richet llamó de “sexto sentido”. Ella siempre estuvo presente en la Historia de la humanidad desde las épocas más remotas. El brote de manifestación de los fenómenos mediúmnicos es efecto natural de la mayor incidencia de los Espíritus sobre los hombres.
Allan Kardec dice que no se debe lidiar con la mediúmnidad sin conocerla. Aquel que frecuenta una casa espírita con la exclusiva intención de servir apenas en el campo de la mediúmnidad no entendió aun el papel del Espiritismo en su vida, mucho menos la oportunidad que está teniendo de servir con equilibrio en la Causa del Bien. Una Casa espírita proporciona muchas tareas diversificadas en el campo de la evangelización, de la asistencia social, de la divulgación, de la administración etc.
Médium ignorante, en desequilibrio, es el médium obsesado. El gran tratamiento para este mal (obsesión) que hoy diezma a millones de criaturas que se encuentran en estado de psicopatología degenerativa, con desequilibrio de la personalidad e de la propia vida mental, repetimos, es el estudio de la mediúmnidad y el trabajo cristiano. El Espiritismo ofrece al hombre la dirección moral para que el, irguiéndose en el orden psíquico moral y emocional, pase a sintonizar con los espíritus evolucionados de cuyo contacto sobrevendrán efectos apreciables.
La mediúmnidad estuvo presente en Francisco de Asís; con todo, igualmente estuvo presente en los seres más aberrantes de la humanidad. Nabucodonosor pereció bajo el látigo de la posesión (licantropía). Se sabe que Nerón, en los últimos días de su reinado, se vio fuera del cuerpo carnal, junto a Agripina y Octavia, su genitora y esposa, ambas asesinadas por su orden, le presagiaron la caída en el abismo. Los Espíritus vengativos en torno de Calígula eran tantos que, después de enterrar los restos en los jardines de Lamia, eran allí vistos frecuentemente, hasta que le exhumaron los despojos para la incineración. Hay noticias que revelan haber sido Adolfo Hitler portador de una mediúmnidad especialmente ejercida en Berlín, en el grupo de Tullis, entre los años de 1914 y 1918. La mediúmnidad, por tanto puede acentuar estados psicopatológicos muy graves por desequilibrio del individuo.
Más la mediúmnidad potencializo las energías espirituales de una Teresa de Ávila, de una admirable Rita de Casia, de una abnegada hermana Dulce de Bahía, de un “cisco” Cándido Xavier o tantas otras personalidades que en la historia conseguirían atraer el pensamiento universal por la síntesis del amor y por el intercambio con los Espíritus elevados.
La mediúmnidad, hoy tan vulgarizada por las novelas de la TV, es aún poco comprendida por los cristianos, no obstante este muy bien descrita en los Hechos de los apóstolos, normalmente en las asertivas de Pablo cuando cita los dones y los carismas de los médiums. Escribe el Convertido de Damasco que unos ven, otros oyen, otros hablan, otros profetizan y otros curan. Ahora, los dones nombrados por Pablo y los carismas nada más son que la mediúmnidad.
En los tiempos apostólicos la mediúmnidad atiende a la culminación desde el famoso día de Pentecostés, en que fueran producidos diversos fenómenos físicos tales como señales luminosas y voces directas, psicofonía y xenoglosia. En aquellos áureos idos históricos el magnetismo curativo a través del pase era muy ejercitado. A través de Jesús, muchos fenómenos ocurrieron. En Cafarnaúm y Jericó Cristo aplica el pase a los ciegos; en Betsaida (piscina de Siloé) levanta a los paralíticos; en Gerasa libera a los posesos.
Pablo, a través de la clarividencia, ve al propio Cristo y se convierte definitivamente en las puertas de Damasco. En los dominios de los fenómenos de efectos físicos notamos a Jesús en el rio Jordán ante el fenómeno de pneumatofonia (voz directa) durante el célebre bautismo. En las bodas de Caná, Jesús transforma el agua en vino. En Betsaida e Gerasa el Maestro divino promueve la multiplicación de los peces y panes por el proceso de transubstanciación. En Genesaré el meigo nazareno camina sobre las aguas en un proceso de levitación. En el Tabor el Gobernador de la Tierra promueve la transfiguración. En Galilea calma la tempestad. Bajo el imperio de los fenómenos de efectos intelectuales, Jesús antevé Su crucifixión, prevé la negación de Pedro, presagia la traición de Judas y previne la dispersión del pueblo judío. En el jardín de Getsemaní provoca el fenómeno de clarividencia y clariudiencia.
En los tiempos del Calvario los apóstoles (en la condición de médiums) sufrían encuestas y terribles persecuciones: Pedro y Juan son presos; Esteban es muerto a pedradas; Santiago, hijo de Zebedeo, es muerto a golpes de espada; Pablo es decapitado en la vía Apia, en Roma; Pedro es crucificado. Aun mismo sufriendo profunda estagnación y desvíos, el “Cristianismo” nos presenta con bellos fenómenos mediúmnicos: Tertuliano, a través de su bacía, profetiza; Francisco de Asís tiene visiones arrebatadoras; Lutero tiene visiones aterradoras; Teresa de Ávila viaja en desdoblamientos; José de Cupertino promueve la levitación ante el papa Urbano III; Antonio de Padua traía la bicorporidad.
Detalle importante: la mediúmnidad no trae regalía anadie. Por oportuno, recordemos el ejemplar histórico de Chico Xavier. El que a los 15 años quedó huérfano, a los 8 trabajaba por la noche en una fábrica de tejidos, a los 12 rallaba en un emporio, y trabajó por 32 años como secretario en el ministerio de agricultura. Chico, durante tres años (de los 12 a los 15) fué acometido de corea, el mal de São Guido. En la década de 40 el “Minero del siglo” fue accionado judicialmente por la familia de Humberto de Campos. Luego después, como si no bastasen tantos desafíos, fue sometido a una cirugía de hernia estrangulada. En 1958 tuvo que mudarse para Uberaba por causa de los escándalos provocados por un sobrino atormentado. El médium minero era ciego de un ojo y cargaba una catarata en el ojo izquierdo, y aun sufría de constantes ataques de angina, y mucho más.
Infelizmente hay personas que al sentir la influencia de los Espíritus cree que por eso están prontas para lidiar con los seres del más allá del túmulo. Comúnmente no aceptan la idea de que precisan instruirse sobre el tema. Cualquier médium que no tibiera los cuidados necesarios con su edificación moral y colocarse al servicio del intercambio sin la debida preparación y conocimiento caerá fatalmente presa de Espíritus perversos. Nadie es obligado a “desenvolver” la mediúmnidad. Es absurda la idea de que la mediúmnidad es la causa de sufrimientos y desajustes psíquicos. Naturalmente, los médiums ostensivos, que ya demuestran alguna “señal” desde temprano, deben ser sometidos obligatoriamente al estudio disciplinado y a la orientación doctrinaria dentro de un centro espírita que pueda darle direccionamiento seguro a su facultad.
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