Un Informe de la Asociación Americana de Salud Pública, 2011, recientemente publicado, registra que ocurrieron más de 400 mil casos de violencia sexual en la Republica Democrática del Congo contra mujeres con edades de entre 14 a 49 años. En el 2012, los centros de salud en Kivu del Sur, una de las 11 provincias del Congo, registraron el atendimiento diario de por lo menos 40 mujeres, victimas de estupro, según una información de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. De estas, un tercio era de niñas de las cuales13% menores de 10 años.
En este funesto panorama, cerca de 10% de las muertes de mujeres en el Congo es causada por abortos ilegales (la mayoría por víctimas de violencia sexual).los bebes que nacieron fueron o abandonados, o excluidos de la convivencia social o hasta asesinados. Cara a probable componente étnico del conflicto en la región, los hijos de violencia sexual se tornan automáticamente en un “"interahamwe" referencia a las milicias hutus responsables del genocidio de los tutsis en Ruanda, que se refugió en los bosques del vecino Congo después de la masacre.
Existen distintas pesquisas revelando que el 24 de los hombres y el 39 % de las mujeres fueron víctimas de estupro en otros países africanos en estos últimos años. Infelizmente, no solamente en el Congo ocurre la violencia sexual, todavía en África del Sur igualmente, hoy es considerada la “capital del estupro” del mundo. Una niña nacida en el país que Nelson Mandela rediseño, tiene más oportunidades de ser violadas sexualmente de lo que aprender el alfabeto y leer. Está cuestión tiene muchos orígenes culturales, pues el 62% de los niños con más de 11 años creen que forzar a alguien a copular no es una acto de violencia.
Abolir la primitiva cultura de la violencia sexual demanda un gobierno arrojado y actuaciones direccionadas, para conducir transformaciones morales para algunos grupos africanos. Las simplificaciones de las atrocidades en el continente como observamos, de entre otras, son los abortamientos o hijos rechazados o sacrificados después del embarazo. En estos casos, bajo el enfoque del Evangelio, considerando específicamente la cultura espirita, no hay como esconder el aborto, o el abandono del vástago, en lo que pese a la variable aplicación de la Ley Divina, normalmente cara al panorama calamitoso entre los seres en escala evolutiva confesadamente primitiva.
Es difícil divisar como es exactamente los escenarios de la crisis que viven y vivirán esos países africanos después de años de disgustos bajo el guante de la guerra y segregación racial. ¿Que sobra de los valores construidos por un pueblo? Un espacio delimitado por fronteras cuya cultura fue empobrecida, y donde aquellos que dejaron caer sus armas y se portan ahora como verdugos que molestan a hombres y mujeres al azar, subyugan a cualquiera según les place. ¿Más que placeres ese? ¿Cómo explicar el comportamiento animalesco que asumen esos estupradores? Más allá, de Angola tambien se notició otras tantas barbaridades sexuales contra las mujeres.
Podemos inferir que esos hermanos (africanos) incurrieron en el mismo error de antaño y que tal vez se hayan propuesto reparar a través de la reencarnación en la región. Parece que el caos africano instiga a los espíritus a caer en el mal, quien sabe, por inducción maléfica de otros desencarnados que se alimentan de esa situación de terror. Obviamente los “milicianos” que sacrifican a los hombres enemigos y violentan sexualmente a las mujeres son espíritus en escala evolutiva muy primaria. Son seres muy próximos a la irracionalidad.
Naturalmente no podemos, ante tales flagelos, permanecer en estado de inercia compasiva, bajo impulsos de petrificación emocional, hasta porque somos todos oriundos de un mismo Señor y la humanidad en la Tierra está constituida por la suma de todos nosotros.
Y no obstante los contrastes de la vida social, considerando los mosaicos de las culturas humanas, Jesús permanece en la administración del Planeta. Hay un orden de cosas y no yacemos desamparados en la administración del Planeta. Hay un orden de cosas y no yacemos desamparados por las propuestas del Maestro, acompañando cada episodio y aplicar el deseo de corrección para los que cometen infracciones y el acogimiento de las que padecen las estupideces de los perversos en el curso de la prueba terrena.
Jorge Hessen
http://aluznamente.com.br
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