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sexta-feira, 14 de junho de 2013

LAS IDEOLOGÍAS MATERIALISTAS NO SE AJUSTAN A LOS MENSAJES DE LOS ESPÍRITUS


Traducido por Merchita
Madri/Espanha
merchitacruz@gmail.com

Dios no concede privilegios a nadie, y, si hay sufridores  y felices es por la fuerza del mal o buen uso del libre albedrio del espíritu. Por fuerza  de la libertad de elección, cada persona  decide cual es el camino a seguir.  No es con regocijo que coexistimos con la infausta imagen del “medicamento social”. ¿Quién es tal figura?  Salvando excepciones, no ignoramos que hay personas insensibles, usurpadoras, que abomina el trabajar, no produce nada para la sociedad y (sobre) vive vampirizando los recursos de los programas sociales del estado. Se presenta como una pobrecita “abandonada social”, y exige impetuosamente muchos derechos para sí, despreocupada con los propios deberes.

Existe  la persona que habla de sí misma como una infeliz desfavorecida, más no sus obligaciones,  o si las cumple, entiende que está siendo explorada. No le gustan los estudios, detesta las lecturas (cuando alfabetizada). Casi siempre por tener ojeriza  a la sala  de la clase  y a los profesores, se esquiva de la escuela, más responsabiliza a  la sociedad  y el  “ (des)gobierno” por su condición de iletrada y pobre. No olvidamos que Dios proporciona a todos los seres idénticas e incesantes oportunidades de crecimiento. Coloca en estado latente el mismo poder, la misma sabiduría y los mismos estímulos evolutivos para todos,  en el largo y difícil trayecto para la perfección.

¿En esa línea de raciocinio, que pensar del ciudadano que execra y exorciza todo lo que exige raciocinio? Aquel que vive en su  buhardilla sin cualquier bien, excepto un aparato de TV, para poder discutir sobre capítulos de novela y juegos de futbol. Comúnmente alimenta la fe en las religiones que practican el comercio espiritual, prioritariamente las que incluyen exorcismos y rituales con gritos y espasmos convulsivos. Culpa al destino, al  gobierno, a la raza, al color, al barrio donde reside. En suma, la responsabilidad  de su inercia es siempre del otro.

Por otro lado, hay ciudadanos que elaboran de sol a sol con dignidad para enaltecer la vida en la  sociedad. Por oportuno, y con mucha exultación, evocamos aquí en el debate  al célebre José Mujica, actual presidente del Uruguay, el que es considerado el jefe de estado más despojado del mundo.   Posee una fusquinha  y dedica cerca de el 90% del salario para obras sociales. Vive así por opción.  Es un idealista sincero y cree en la igualdad y justicia de los hombres para la conquista de la paz. Adora mencionar Seneca cuando dice que “pobres son aquellos que precisan de mucho”. No proclama la “valorización de la pobreza”, más si del comedimiento en el vivir. (2) Sin duda, Mujica es un alma grandiosa y debería ser inspiración para los hombres públicos de Brasil.

El presidente uruguayo, en que pese a su estupendo ejemplo de vida, es heraldo de una sociedad igualitaria. ¿Será posible o mera utopía el sueño de Mujica? Dios  a ningún hombre concedió superioridad natural, ni por el nacimiento, ni por la desencarnación: todos a sus ojos son iguales. Es el sentido correcto de la Ley de Igualdad, por tanto, ante Dios somos iguales  a despecho de la colosal fisura que se abre por las disparidades sociales.

El Creador nos creó esencialmente idénticos, con todo no todos fuimos  creados en la misma época, y, por consiguiente, unos son más viejos y suman mayor conjunto de adquisiciones que otros más  “jóvenes”. Las   desigualdades entre nosotros están en la diversidad de los grados de la experiencia alcanzada  y del ejemplo en los caminos del bien bajo la tutela del libre albedrio.

La variedad de las aptitudes, al contrario del ideal igualatorio, es un medio propulsor  del progreso social, ya que cada hombre contribuye con su parcela de conocimientos. Las desigualdades que presentamos entre nosotros, sea en inteligencia o moralidad, no derivan de privilegios de unos en detrimento de otros, más si  del mayor o menor aprovechamiento de ese “tiempo cósmico”, en el esfuerzo del alargamiento de las habilidades y virtudes que nos son inherentes, en consonancia al  mejor huso del libre albedrio por parte de cada uno.  Por lo tanto, las desigualdades  naturales de las aptitudes humanas son los múltiples pasos de las experiencias pasadas. Y creemos que esas diferencias constituyen los agentes de progreso y paz social.

Como se ve, nuestra tesis es contraria a la pretendida igualdad socio-económica, frecuentemente  artificial en la vida de relación de los  Espíritus encarnados. ¿Por qué no son igualmente ricos todos los hombres? Con base en las instrucciones del XVI capitulo del evangelio según el espiritismo, aprendemos que no lo son por una razón muy simple: por no ser igualmente inteligentes, activos y laboriosos para adquirir, ni sobrios y previdentes para conservar.  La pobreza es , para los que la sufren , la prueba de la paciencia  y de la resignación; la riqueza es, para los otros, la prueba de la caridad  y de la abnegación. (3) 

La desigualdad social es el más elevado testimonio de la verdad de la reencarnación, mediante la cual cada espíritu tiene su posición definida de regeneración y rescate.   “la pobreza, la miseria, la guerra, la ignorancia, como otras calamidades colectivas, son enfermedades del organismo social, debido a la situación de prueba de la casi generalidad de sus miembros. Cesada la causa patogénica     con la iluminación espiritual de todo en Jesucristo; la molestia  colectiva estará eliminada de los ambientes humanos. (4)” 

Carece, pues el pobre de motivo así para acusar a la Providencia, como para envidiar a los ricos y estos para glorificarse de lo que poseen. Si abusan, no será con decretos o leyes santuarios que se remediará el mal. Las leyes, pueden de momento, cambiar el exterior, más no logran mudar el corazón; de ahí viene ser ellas de duración efímera y casi siempre seguidas de una reacción desenfrenada. El origen del mal reside en el egoísmo y en el orgullo: los abusos de toda especie cesaran cuando los hombres se regeneren para la ley de la caridad. (5)

El mensaje de Jesús no preconiza que los ricos del mundo se hagan pobres y si que todos los hombres se hagan ricos de conocimiento, porque solamente en las adquisiciones de orden moral descansa la verdadera fortuna. Reconocemos que el socialismo que gobierna en muchos     países de la Tierra es una bella expresión de cultura humana, mientras no se deslice para los polos del extremismo. Sin embargo, “la concepción igualatoria absoluta es un error grave de los estudiosos, en cualquier departamento de la vida. La tiranía política podrá intentar una posición en ese sentido, más no pasará de los espectáculos simbólicos uniformadores  para efectos exteriores, por cuanto el verdadero valor de un hombre está en su interior, donde cada espíritu tiene su posición definida por el propio esfuerzo; (6)

A los radicales segmentos progresistas vimos esclarecer que aceptar los preceptos espiritas no significa concordancia conformista de los problemas de naturaleza económica y política, sin embargo de mayor comprensión de esos estados humanos. Los conceptos espiritas  no conciben las desigualdades como algo estático e insensible a cambios por nuestras acciones. Las lecciones espiritas jamás visan privilegiar los intereses de una elite rica en el campo social. La necesidad de transformarse  nuestra sociedad desigual en una sociedad justa es  el alcance doctrinario, sin necesidad absoluta de ideologías materialistas tacañas para ese desiderato.

Jorge Hessen
http://aluznamente.com.br


 Referências:
(1)           Contemporâneo de Jesus foi um dos mais célebres advogados, escritores e intelectuais do Império Romano
(2)           Disponível em http://epocanegocios.globo.com/Inspiracao/Vida/noticia/2013/05/vida-simples-de-pepe-mujica-presidente-do-uruguai.html
(3)           Kardec, Allan. O Evangelho Segundo o Espiritismo, Cap. XVI, "Desigualdades das Riquezas"; RJ: Ed. FEB, 2000
(4)           Xavier, Francisco Cândido. O Consolador, ditado pelo espírito Emmanuel, RJ: Ed FEB 2001, pergs. 55,56,57
(5)           _____, Allan. O Evangelho Segundo o Espiritismo, Cap. XVI, "Desigualdades das Riquezas"; RJ: Ed. FEB, 2000
(6)           _____, Francisco Cândido. O Consolador, ditado pelo espírito Emmanuel, RJ: Ed FEB 2001, pergs. 55,56,57

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