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quinta-feira, 21 de julho de 2011

LUTO E INTERNET, UNA REFLEXIÓN ESPIRITA CRISTIANA

Traducido por: Merchita
merchitacruz@gmail.com

Casi todo lo que hace algunos años era almacenado en el medio físico es ahora archivado en computadoras, sean los emails (subtítulos de las tradicionales cartas), fotos, videos u otros tipos que tal vez ni existen sin la web. Actualmente es natural poseer una “identidad” en Internet – un perfil en el Twuitter; en el Facebook, en el buz o en el bloc. Un fenómeno intrigante ha surgido en ese ambiente habitual: el homenaje póstumo, ósea, una manera de reconocimiento y felicitación realizada posteriormente a la muerte de un internauta.

Algunos murales en el mundo de Internet se han convertido en monumentos a los finados. Se escriben mensajes de condolencia para la familia. Los comentarios csi siempre son sencillos. Se destaca que para algunos parientes de los fallecidos de la red son muy positivas las manifestaciones de cariño, por tratarse de un lugar que para “siempre” van a ser extinguidos. Hay quien compara esos avisos como visitas al cementerio. Creen ser así, muy bueno en el túmulo, un lugar virtual donde el desencarnado ya estuvo y dejó un poco de su esencia.

Surgió un punto curioso: cuando desencarnamos, quien utilizará nuestros datos? ¿Qué nuevos elementos serian esos? ¿Será que nuestra “identidad virtual” permanecerá congelada en un omnipresente sin futuro? Hay quien afirma que existen hoy más de 5 millones de fallecidos en la red social. ¿Qué adviene con el espolio digital después que un internauta desencarna? ¿Será que los datos (perfiles) de ellos, mantenidos en las redes sociales de internet, puede alterar el luto de los parientes?

Para algunos estudiosos, la permanencia en internet de una parte de la identidad virtual de la persona muerta altera un poco la forma como lidiamos con la muerte. Las funcionalidades de las redes sociales ganan otros significados: un espacio para troca de mensajes y links vira un espacio de homenajes póstumos y hasta de conversaciones transcendentales.

El luto (1), sea virtual o real, puede variar mucho dependiendo de las personas, del tipo de muerte y de la cultura, más que el camino más común es entender que la persona partió y redefinir la vida con la ausencia del ente querido. Una de las teorías más consagradas para elucidar la reacción humana durante el luto es la de los “cinco etapas”, desarrollada por la psiquiatra suiza y reencarnacionista Elizabeth Kübler-Ross, en 1969, según Kübler-Ross, hasta superar una perdida, las personas en lutadas àsan por fases sucesivas de negación, rabia, negación, depresión y aceptación. Esa teoría está hasta en la cultura popular. Fue un tema de un episodio reciente del serial americano Anatomía de Grey y se desempeñó como contenido ilustrativo para demostrar el funcionamiento del nuevo dispositivo de Apple, el IPAD.

Tal vez, en razón de la imponderable vida virtual, los estudios recientes señalizan que hay otras maneras de lidiar con la “partida” de quien amamos. Cerca del 50% de enlutados desenvuelven graves dificultades que afectan a la convivencia social, posiblemente porque el “aceptar perdidas” , especialmente aquellas referentes a los sentimientos es enormemente complejo y trabajoso para tales personas.

¿Si el luto no es esencialmente tan insoportable como se concebía y si la mayor parte de los enlutados consiguen suplantar bien una “perdida” porque razón algunas personas no consiguen superar el trauma? Pues el 15% atraviesan años sobreviviendo como en los primeros y más complicados periodos del luto. Esas personas no consiguen retomar la vida. rinden culto al dolor, en una especie de luto crónico, llamado por los psiquiatras de “luto patológico” o “luto complicado”. En las muertes traumáticas, como accidentes, suicidios, asesinato, puede haber una fase de negación más prolongada; la culpa y la rebeldía pueden aparecer con más intensidad.

Transportando el sentimiento para la familia, el luto puede provocar crisis domésticas, pues exige la tarea de renuncia, de excluir e incluir nuevos papeles en la escena familiar. Se percibe entonces que ahí existe una confusión, pues esa crisis puede estancar el desenvolvimiento de los parientes, factor que puede definir el proceso de un luto crónico colectivo.

Sigmund Freud, en “luto y Melancolía”, nos remite a ponderaciones razonables sobre el desencadenar patológico de la “perdida” afectiva por la desencarnación. Entre otras tesis, el padre de la psicoanalista asegura que el luto es la respuesta emocional benéfica, adecuada para el hecho de la “perdida”, ya que hay necesidad de reconocer el enlutado la muerte como evento, como realidad que se presenta y que y que, naturalmente, suscita constreñimiento. El luto nos coloca ante del hecho, nos ofrece condiciones de obtener dentro de nosotros mismos ese impulso frente al que nos origina ansiedad; el es, consecuentemente, una manera desorganización psíquica.

Freud afianza que en la melancolía el enlutado se identifica con el muerto y, al deparar con esa “perdida”, la persona entiende que parte de ella también está yendo; hay una identificación patológica con el “fallecido”. Vemos entonces que en el luto melancólico hay lo que Freud llama de estado psicótico, en el que el ego no soporta esa ruptura y adolece gravemente.

Para nosotros espiritas, la muerte tiene otro significado, sobre todo para los que aquí permanecen. Tenemos conciencia de la inmortalidad, de la vida más allá del túmulo. Allan Kardec nos remite a Jesús y como con el Meigo Rabí certificamos que el fenómeno de la muerte es totalmente diferente. “En el túmulo de Jesús no hay señal de cenizas humanas. Ni pedrerías, ni mármoles lujosos con frases que indiquen allí la presencia de alguien.

Cuando los apóstoles visitaron el sepulcro, en la gloriosa mañana de la Resurrección, no había ahí ni luto ni tristeza. Allá encontraron un mensajero del reino espiritual que les afirmo: no está aquí. Los siglos se desvanecen y el “túmulo [de Jesús] continua abierto y vacio, hace más de dos mis años” (2)

Siguiendo, pues, con Cristo, a través de la lucha de cada día, jamás encontraremos la angustia del luto por causa de la muerte de la persona amada, y si la vida incesante.

Jorge Hessen http://jorgehessen.net Referencias: (1) Luto [do latim luctu] – 1. Sentimento de pesar ou de dor pela morte de alguém. 2. A exteriorização do referido sentimento ou o tempo de sua duração. 3. Consternação, tristeza. (2) Xavier, Francisco Cândido. Alvorada Cristã, cap. 1, ditada pelo Espírito Neio Lucio, Rio d e Janeiro: Ed. FEB, 1991

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