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segunda-feira, 28 de setembro de 2009

INHUMAR O INCINERAR, ESTA ES LA CUESTIÓN (03.12.05)


A pesar de ser practicada desde la más remota antigüedad, incineración (cremación de un cadáver hasta reducirlo a cenizas) es un asunto que trae controversia en la opinión de la sociedad contemporánea occidental. En eras anteriores, la práctica de la incineración venía de dos razones diferentes: la necesidad de traer de vuelta los guerreros muertos, para que recibiesen sepultura en su patria, como solía ocurrir entre los griegos, o de fundamentos religiosos, como entre los nórdicos, que creían así libertar el Espíritu de su estructura física y evitar que el desencarnado pudiese causar daños a los encarnados.

En Roma, quizá debido al ritual adoptado para quemar los cuerpos de los soldados muertos, la incineración se transformó en símbolo de prestigio social, de tal forma que la construcción de columbarios(1) se convirtió en un negocio rentable. Hace mucho que, los hindúes y otros pueblos reencarnacionistas saben que el cuerpo físico una vez extinto, ya no puede ser habitado por un Espíritu, pues esto contraría la Ley Natural; por tanto, el cadáver podrá ser incinerado, transformándolo en cenizas, sin cualquier proceso traumático.

Las obras de la codificación espiritista nada dicen a respecto de la incineración. Por ello, creemos que el problema de incineración del cuerpo merece un estudio más largo entre nosotros. Hasta porque, si para unos el proceso de incineración no repercute en el Espíritu, para muchos otros, por detrás del difunto, muchas veces, se esconde el alma inquieta y sufrida, bajo extrañas indagaciones, en la vigilia torturada o en el sueño repleto de angustia. Para semejantes viajantes de la gran jornada, la incineración inmediata de los restos mortales será una pesadilla terrible y dolorosa.

Existen corrientes ideológicas contrarias a la incineración, casi siempre sostenidas por motivos de orden médico legal (en los casos establecidos en la ley, cuando involucre muerte violenta, por interés público); o movida por razón de orden afectiva (porque los familiares creen que es una violencia la incineración del cuerpo etc.) principalmente, porque la Iglesia de Roma era contra el acto y hasta les negaba el sacramento a las personas incineradas. Podríamos, aún, aumentar una objeción más - tal vez la más seria: el desconocimiento de las cosas del Espíritu, que persiste, en gran parte, por miedo infundido, prejuicio arraigado y falta de información. (2)A demás de eso, la cuestión que involucra la incineración tiene implicaciones sociológicas, jurídicas, psicológicas, éticas y religiosas. Incluso porque, el tema habla sobre todas las personas (recordemos que todos nosotros, ante la fatalidad biológica, desencarnaremos) De acuerdo con tesis de pesquisa sobre el tema, a cada 70 años el planeta tendrá el número de enterrados en la misma cantidad que encarnados actuales, o sea: dentro de siete décadas habrá 6 mil millones de cadáveres sepultados.

Mientras que los que practican el entierro tradicional (inhumación) lo defienden porque aguardan el juicio final y la resurrección del cuerpo físico, los que defienden la incineración, afirman que el enterramiento tiene consecuencias sanitarias y económicas, y en ese raciocinio explican que los cementerios estarían causando serios daños al medio ambiente y a la calidad de vida de la población en general. Laudos técnicos atestan que cementerios contaminan el agua potable que pasa por ellos y conduce serio riesgo de salud humana a las residencias de las proximidades, a demás las aguas de las nacientes, pueden también contaminar a quien reside lejos de los cementerios.

El planeta tiene sus límites espaciales lo que equivale a decir que millares y millares de millones de cuerpos enterrados van a encharcar el suelo, invadir las aguas con el necrochorume (líquido formado a partir de la descomposición de los cuerpos que atacan la naturaleza, a la cual provocarían enfermedades), diseminando enfermedades y otros riesgos sobre los cuales personas de la sanidad e investigadores se han preocupado. Por otro lado, el uso de la incineración disminuyó los encargos básicos económicos, como por ejemplo: adquirir terreno para construir sepultura; la manutención de las tumbas; en las grandes capitales falta de espacio para construir cementerios etc. Por lo menos en relación a nuestro País estamos, por ahora tranquilos, pues, como recuerda Chico Xavier "aún hay bastante suelo en Brasil y admitimos, por eso, que no necesitamos copiar apresuradamente las costumbres en pleno desacuerdo con nuestra carácter espiritual". (3)Bajo el enfoque espiritual el asunto es más complejo cuando consideramos que muchas veces "el Espíritu no comprende su situación, no cree estar muerto, se siente vivo. Este estado dura todo el tiempo mientras exista una conexión entre el cuerpo y el perispíritu. (4) El perispíritu, desconectado del cuerpo, prueba la sensación; pero como ésta no le llega a través de un canal limitado, se hace generalizado. Podríamos decir que las vibraciones moleculares se hacen sentir en todo su ser, llegando así a su sensorium commune (5), que es el propio Espíritu, pero de una forma diversa.

Resalta Kardec, "En los primeros momentos después de la muerte, la visión del Espíritu es siempre turbia y oscura, aclarándose a medida que se liberta y pudiendo adquirir la misma claridad que tuvo cuando en vida, además de la posibilidad de penetrar en los cuerpos opacos". (6) De esa forma, el hombre que hubiera vivido siempre sobriamente se ahorraría muchas tribulaciones y menos sentiría las sensaciones penosas. Por tanto, para él, que vive en la Tierra tan solo para el cultivo de la práctica del bien, en sus varias formas y dentro de las más diversas creencias, el hecho de desencarnar no significa perturbaciones de cara a su conciencia elevada y de corazón amante de la verdad y del amor.

Al ser indagado si el recién desencarnado puede sufrir con la incineración de los despojos cadavéricos, Emmanuel respondió: "En la incineración, se hace menester ejercer la caridad con los cadáveres, atrasando más horas el acto de destrucción de las vísceras materiales, pues, de cierto modo, existen siempre muchos ecos de sensibilidad entre el Espíritu desencarnado y el cuerpo donde se extinguió el ´tonus vital´ en las primeras horas siguientes al desenlace, en vista de los fluidos orgánicos que aún solicitan el alma para las sensaciones de existencia material".(7)Chico Xavier, al ser preguntado en el programa "Pinga Fogo", de la extinguida TV Tupi, de São Paulo, por el periodista Almir Guimarães, a cerca de la incineración de cuerpos que sería implantada en Brasil, en la época, explicó: "Ya oímos Emmanuel a ese respecto, y él dijo que la incineración es legítima para todos aquellos que la deseen, desde que haya un periodo de por lo menos 72 horas de expectación para el hecho en cualquier horno incinerador, lo que podrá ser verificado con el depósito de despojos humanos en ambiente frío". (8)(subrayamos) pero, Richard Simonetti, en su libro "Quem tem Medo da Morte" (Quién tiene Miedo de la Muerte) lamenta que "en los hornos incineradores de São Paulo, se espera el plazo legar de 24 horas, no obstante el reglamento permite que el cadáver permanezca en la cámara frigorífica durante el tiempo que la familia desear". (9) En ese caso el plazo podría ser mayor.

El Espiritismo no recomienda ni condena la incineración. Pero, se hace necesario ejercer la piedad con los cadáveres, atrasando más tiempo la incineración de las vísceras materiales (10) pues existen siempre muchas repercusiones de sensibilidad entre el Espíritu desencarnado y el cuerpo donde se vació el "fluido vital", en las primeras horas siguientes al desenlace, en vista de los fluidos orgánicos que aún solicitan el alma para las sensaciones de la existencia material. La impresión del hecho de desencarnar es percibido habiendo posibilidades de surgir traumas psíquicos. De esta forma, se recomienda a los inclinados hacia la Doctrina Espiritista que deseen optar por el proceso crematorio prolongar la operación durante un plazo mínimo de 72 horas después del desenlace.

Jorge Hessen
E-Mail: jorgehessen@gmail.com

Site: http://jorgehessen.net



FONTES:
(1) Edificio con nichos para las urnas funerarias
(2) La Iglesia romana, por acto do Santo Oficio, desde 1964, decidió aceptar la incineración, pasando a realizar los sacramentos a los incinerados, permitiendo las exequias eclesiásticas. Incluso, en nota de fin de página de su "Tratado" (vol. II. P. 534), el profesor Justino Adriano registra lo siguiente: "Jésus Hortal, comentando el nuevo Código de Derecho Canónico dice que la disciplina de la Iglesia 'sobre la incineración de cadáveres, la que, por razones históricas, era totalmente contraria, fue modificada por la Instrucción de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, de 5 de julio de 1963 (AAS 56, 1964, p. 882-3). Con las modificaciones introducidas por el novo Ritual de Exequias, es posible realizar los ritos funerarios incluso en el propio crematorio, evitando, también, el escándalo o el peligro de indiferentismo religioso.
(3) Xavier, Francisco Cândido. Escultores de Almas, SP: edición CEU, 1987.
(4) Ensayo teórico sobre la sensación en los espíritus (cap. VI item IV, cuestión 257 Libro de los Espíritus).
(5) Sensorium commune: expresión latina, significando la sede de las sensaciones, de la sensibilidad. (N. do E.).
(6) Ensayo teórico sobre la sensación en los espíritus (cap. VI, item IV, cuestión 257 Libro de los Espíritus)
(7) Xavier, Francisco Cândido. El Consolador, dictado por el Espíritu Emmanuel, RJ: Ed. FEB 11 ª edición, 1985, pg 95.
(8) Las dos entrevistas históricas realizadas al nostálgico Francisco Cândido Xavier en la extinguida TV Tupi/SP canal 4, en 1971 y 1972, respectivamente, enfajadas en los libros Pinga Fogo con Chico Xavier (Editora Edicel) y Plantão de Respostas - Pinga Fogo II (Ed. CEU)
(9) Simonetti, Richard.Quem tem Medo da Morte, SP: editora CEAC, 1987.
(10 ) Declaración de Chico Xavier in Revista de Espiritismo

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