Un lector levanta un tema conveniente para elucidarnos. Describe que frecuenta varias casas con reuniones mediúmnicas “abiertas” (públicas). Cree ser el modo correcto. Sin embargo con el pasar de los años ha conocido otras casas con las reuniones mediúmnicas “cerradas” (privadas).
Tras de leer mucho y observar, analizar, tomar opiniones, sobretodo, las que escribimos para el Movimiento Espírita Brasileño, resolvió hacer la siguiente afirmativa: la cantidad de personas que pasan a frecuentar las casas espíritas después de asistir a comunicaciones del más allá “abiertas” al público es más expresiva.
Obviamente, bajo el imperio de la racionalidad espírita, no podemos concordar con la afirmativa de ese lector. Aunque reconocemos que ocurren montones de invitaciones a las personas recién llegadas al centro para asistir y/o frecuentar las reuniones mediúmnicas, lo que representa una extraordinaria liviandad. Además es transformar el grupo mediúmnico en una extraña sala de espectáculos de picadero espiritual.
Las sesiones mediúmnicas deben merecer de los dirigentes espíritas una mayor atención. No se comprende, pues, que una sesión mediúmnica sea ella abierta a personas con poca formación teórica del Espiritismo, o a curiosos o a neófitos, contrariando las orientaciones de los Benefactores. Allan Kardec abordó el tema cuando respondió a los lectores que le proponían abrir al público las sesiones de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, medida con la cual no concordaba en absoluto. [1]
Kardec sugiere aun grupos pequeños cara a las potencias mentales heterogéneas que hay en los grupos. Una reunión mediúmnica “abierta al público” es una consideración dispensable, porque tiene acceso a personas cargadas de deseos diversificados, que perturbaran, invariablemente, el ejercicio espontáneo de la mediumnidad.
Los Instructores del allá afianzan que una reunión mediúmnica es un grave trabajo, que se desenvuelve en la estructura periespiríticos, y si el equipo es inhábil, es comprensible que muchos embarazos psíquicos sucedan por negligencia de la misma. Cara a eso el intercambio con el más allá no debe ser abierto al público, porque, conforme proferimos antes, transformaría en una arena circense con características especulativas, exhibicionista, destituida de intención elevado, costumbres tales que hieren mortalmente los postulados reveladores de la Doctrina Espírita.
Aun mismo en las reuniones mediúmnicas privadas se debe mantener un número ideal de miembros, no excedente a 20 personas, para que se eviten esas perturbaciones naturales en los agrupamientos masivos. Es obvio que cualquier argumento utilizado para defender las reuniones mediúmnicas "cerradas al público", no eximen a los grupos "cerrados" de las influencias, pensamientos, desequilibrios y desarmonías. Con todo eso es dificultad moral del grupo y no de la especificidad privativa de la misma.
No podemos y ni debemos olvidar lo que el Espíritu de Verdad nos recomienda; "Espiritas, amaos unos a los otros, es la primera enseñanza, instruíos es la segunda".[2] Esta alerta nos consciencia del tamaño de la responsabilidad que nos pesa sobre los hombros. Grupos mediúmnicos serios hacen reuniones periódicas de evaluación de las actividades y así todos los integrantes del equipo puedan afinarse y conversar, eliminando algún conflicto doctrinarios que pueda haber entre sí.
Además, para que no se abra espacio para la teatralización de “psicofonías” (casi siempre anímicas – “tipo Becerra/Divaldo”) y “psicografias” en público, recordemos que no hay médiums especiales y nadie es mejor que nadie, debiendo todos estar abiertos al aprendizaje permanente y su debido perfeccionamiento. Dicen que Divaldo recibe a Becerra en público y Chico psicografiaba en público. ¿Si, es verdad, más será que tenemos nuevos Chicos y Divaldo - exceptos los imitadores?
¡Ah! Para concluir nuestros esclarecimientos recomendamos que si algún compañero quisiera frecuentar una reunión mediúmnica para oír y aprender (ao vivo) los desconfiados “mensajes del más allá”, trate de estudiar las Obras codificadas por Allan Kardec.
Referências bibliográficas:
[1] KARDEC. Allan. Revista Espírita, maio 1861, pág. 140, Brasília: Ed Edicel, 2002.
[2] KARDEC. Allan O Evangelho Segundo o Espiritismo, Cap. VI, item 5, RJ: Ed. FEB, 2002
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