Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
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Hace exactamente once años, en la ciudad mexicana de Mérida, más de 110 países señalaron la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción. El referido acuerdo prevé la cooperación para la recuperación de sumas de dinero desviado de los países y la criminalización del soborno, lavado de dinero y otros actos de corrupción. En las celebraciones del “Día Internacional contra la Corrupción”, el procurador general de la Republica de Brasil defendió la punición de todos los envueltos en el esquema de corrupción que acontece hace décadas en el ámbito de esplendida institución petrolífera brasileña.
En Europa existen empresas que disponen en sus presupuestos de una parcela para consejo (propina) de auditores o de gerentes de empresas que les compran los productos. La cultura de la deshonestidad llego a tal punto que en Alemania era práctica normal que el dinero gastado en gratificación (propina) en el exterior pudiese ser declarado y ser abatido en el Impuesto de la Renta. Y la justificativa era el total “respecto” a la cultura nativa: si la corrupción forma parte de lo cotidiano de un determinado país, no serian los alemanes para luchar contra la corriente, perjudicando sus propios negocios. En ese caso, los fines justifican los medios, y todos salen satisfechos – el subordinado con el dinero extra en el bolso, los funcionarios con sus empleos, la empresa con sus negocios, el gobierno con su impuesto y el pueblo en el charco.
En los noticiarios brasileiros percibimos que los gobernantes no consiguen escapar de la corrupción. El noticiario político es un mar de lama; en el área económica, irrumpen a golpes de los más variados tipos, con prejuicios globales en cifras de billones de reales. La deshonestidad llega a su cumbre ante los comportamientos maquiavélicos en la administración del Estado. Nuestros gobernantes, al defender la falacia de que los fines son justificados por los ilegítimos medios, han contaminado a la colectividad, pues la sociedad se refleja y justifica sus vicios morales en las maquinaciones del gobierno.
Ante la constringidora deterioración de la ética, de la malversación del dinero público, del total aparejamiento de todas instancias jurídicas y legislativas, con enfoque en la sustentación de la IMPUNIDADE, se irrumpe en el escenario brasileiro una especie de afasia de la población, ganando espacios preciosos para la timidez y la omisión generalizada. Yacen reclusos o amordazados los segmentos mediáticos, los religiosos, los grupos familiares, las instancias militares, los indiferentes jóvenes, los agentes administrativos y otros actores públicos, sin el entusiasmo patriótico y el interés para la reorganización de la BRASILIDAD VERDE-AMARILLA, visando alcanzar una Patria totalmente libre del demagógico “jacobinismo” ideológico que confunde la humanidad desde la Revolución francesa a los alucinados gritos de protesta proferidos en 1848 bajo liderazgo de los camaradas Carlos y Frederic (Karl y Friedrich ).
El efecto de aquellos alucinantes berros originarios del famoso “Manifestó de 1848” (contradictora por los trabajadores que se mataron en la Primera Guerra Mundial) fue el catastrófico mortecino de desenas de millones de seres humanos a partir de 1917, en la URSS y de aquí en adelante en China, Camboya, Cuba, Corea del Norte. Quien sabe está faltando en Brasil al equilibrio para el reencuentro del camino de la acción pacífica y constante, por causa de la descreencia de los valores de la honra ciudadana. Estamos atravesando el apogeo de un ciclo desmoralizante que a todo ha atendido con la alineación emocional de una sociedad apática y visiblemente sin norte.
Como ya enunciaba Rui Barbosa, "de tanto ver triunfar las nulidades, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injustica, de tanto ver agigantarse los poderes en las manos de los malos, el hombre llega a desanimarse, a no valorar la virtud,, a reírse de la honra, a tener vergüenza de ser honesto."[1] Dentro de ese triste panorama, la población ha sobrevivido bajo los escombros de la mala gestión pública y está ante un horizonte emblemático en la Patria del Evangelio, considerando la anarquía de la corrupción que fatalmente acarreará consecuencias asombrosas para la paz social. En Brasil, mientras las redes del poder permanecen desde 1990 en las manos de determinados políticos que no tienen ningún escrúpulo y ni compromiso con la honra, no podemos jamás desanimar las virtudes, ni burlarnos de la honestidades y mucho menos avergonzarnos de actuar patrióticamente.
Por la felicidad, hay ejemplos de ciudadanos que no se avergüenzan de trabajar en los niveles de honestidad. Fulanos simples del pueblo, que al hallar objetos perdidos como celulares, carteras, bolsas, cheques los devuelven a los legítimos dueños cuando podrían valerse del dinero “hallado no es robado” y “sacar partido” mas no lo hacen; Personas simples que devuelven altas cuantías en dinero encontradas en pastas, bolsas o cajas a los dueños o a las autoridades.
Por tanto, no todos los ciudadanos de nuestra admirable Patria son corruptos o corruptores, por saber que la corrupción cruel como chivata hace correr la sangre en el dorso brasileiro! Un Brasil, legítimamente nacional, es una construcción de todos los buenos brasileiros! Los hijos de Brasil no pueden arrodillarse ante la putrefacción moral y ante la corrupción que sangra el Corazón de la Patria del Evangelio. Urge orar, exorar a Ismael, pidiéndole que implore directamente al Gobernador del Planeta para la inmediata intercesión a favor de los BUENOS BRASILEIROS y de las futuras generaciones de brasileños.
¡Sí! Que Jesús tenga conmiseración de todos nosotros, hijos de esta bendecida Patria VERDE-AMARILLA!
Referência:
[1] Barbosa, Rui. Trecho do discurso "Requerimento de Informações sobre o Caso do Satélite - II". Disponível no portal da Fundação Casa de Rui Barbosa http://www.casaruibarbosa.gov.br/ acessado em 10/12/2014
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