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quinta-feira, 1 de outubro de 2009

FAMILIA Y RELIGIÓN, BASES PARA UNA JUVENTUD SALUDABLE (09.12.08)


Traducido por: Merchita

En el actual estado de la sociedad, percibimos que la juventud está asustadoramente atormentada, sin los fundamentos morales deseables, sin perspectivas y con profundas influencias de violencia y eróticas de los tiempos cibernéticos. Nunca informamos que un joven tuvo aproximación tan intensa con mensajes de brutalidad y apelo sensualista como en los tiempos actuales, sobretodo, en función del mil uso de la red Mundial de computadores (Internet). En razón de ese fenómeno psicosocial, vaga sin rumbo, atolondrado, confundiendo libertad con liberalidad o libertinaje, menoscabando el legítimo concepto del amor.

Como resultado de la inestabilidad, crecen los disturbios psicológicos, lo que explica, en parte, el creciente indice de violencia y prostitución, más allá de muchos abortos provocados, por considerarse propietarios de los cuerpos que la vida les presta.

Es de suma importancia para el joven entender que el cambio repentino y drástico que ocurre en su organización intima y, consecuentemente, en su cuerpo físico, especialmente en lo que dice al respecto a la función sexual, es la Madre Naturaleza, preparando los primeros pasos para su auto conocimiento. Ese periodo remite al joven la verdadera crisis existencial de identidad, de constatación de valores, provenientes de cambios físicos, conmociones de la carga erótica, psicológica y cognitivas, todo al mismo tiempo. La tecnología, en la que pese a los bienes que propició al hombre actual, creó los más complejos medios de propagación de sus marcas que, asociándose a la ausencia de un compromiso con la cuestión moral, generó un basto mecanismo de publicidad en torno a las flaquezas juveniles, mayormente a las ligadas al sensualismo, Ennegreciendo la estructura mental de la juventud desprevenida.

Es menester el enfrentamiento de esa experiencia con mucha seriedad, para no desencadenar los factores depresivos de quien busca, apenas, el placer inmediato, pues, en el adolecer, a las emociones se confunden, como vectores de significativas alternativas de humor y sentimientos. Es en ese periodo que el individuo reasume su integral condición, presentando, a partir de ahí, todas las variables de los defectos y virtudes. Es el Espíritu el que retoma su naturaleza y se muestra como el era en vidas anteriores.

Cara a esos fenómenos, creemos que la religión desempeña un papel fundamental en la formación moral y cultural del adolescente. Con el sentimiento religioso, agota nuevas fuerzas para la vida, despierta la conciencia de si mismo y, a partir de ahí, comienza la madurez de los valores significativos, que le serán incorporados, en definitiva, le establece formulas seguras de comportamiento para toda la existencia.

Cuando el adolescente no encuentra los significados de su religiosidad, se torna amargo e inhabilitado para afrontar los desafíos, huyendo, con facilidad, para la rebeldía o la malicia, que son invariablemente, puertas de acceso a la delincuencia y al desespero.

El Espiritismo, propagando y explicando temas como la reencarnación y la inmortalidad del alma (sobre vivencia a la muerte física), demuestra que la lucha es el clima ideal de la vida y nadie crece sin enfrentarla. . es urgente que el joven ejercite la introspección (viaje dentro de si mismo), a fin de que pueda aprender a conocerse y, conociéndose en si, aprenda a amarse y a perdonarse, espontáneamente.

Un joven sin Dios, que no concibe la importancia de la religiosidad y que no da valor a la familia, queda muy vulnerable a las sugestiones del mal, y, consecuentemente, desperdicia un tiempo valioso para su crecimiento espiritual. Cualquiera que sean las envestidas en la reconducción del bien, si no aprendiera a administrar sus conflictos en el seno de la familia, difícilmente sabrá ajustarse en la sociedad que lo rodea.

La Doctrina espirita no propone soluciones específicas, reprimiendo o reglamentando cada actitud, ni receta formulas meticulosas de buen comportamiento a los jóvenes. Prefiere acatar, en toda su amplitud, los dispositivos de la ley divina que aseguran, a todos, el derecho de elegir (el libre albedrío) y su responsabilidad consecuente de sus actos (causa y efecto)

Los padres espiritas deben enseñar la tolerancia, sin embargo, sin desdeñar la advertencia enérgica, cuando sea necesario, en el proceso de la educación, reconociendo la heterogeneidad de las tendencias y adversidades de los temperamentos. Deben ser el exponente divino de toda la comprensión espiritual y de todos los sacrificios por la paz de la familia. La misión de los padres espiritas, principalmente de la madre, se resume en dar siempre el amor de Dios, que puso en el corazón de ellas a la sagrada esencia de la propia vida.

Los hijos, cuando son muy pequeños, registran en su psiquismo, todas las actitudes de los padres, tanto las buenas como las malas, manifestadas en la intimidad del hogar. Por eso, los padres deben estar siempre atentos y, incansablemente, buscar diálogos abiertos con los hijos, sobretodo, señalándoles los peligros de los caminos de la vida y amando con ardor, independientemente, de cómo se sitúen en la escala evolutiva, o sea: sean hijos pródigos, sean hijos problemas, o sean hijos normales.

Es importante que los padres enseñen a sus hijos amados a mantener permanente vigilancia por la oración, basada en la fe razonada y, también, estimularlos a la acción altruista a favor del prójimo. Mediante tales estímulos, los jóvenes estarán mas, identificados con sus más elevadas aspiraciones y aptos para construir un mundo mejor.

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