Traducido por: Merchita
E-mail: merchita926@telefonica.net
Haciendo un comentario sobre la sociedad contemporánea, observamos que es innegable la fuerza avasalladora del progreso, sea en el campo tecnológico, en el pensamiento académico, en la ética etc. Hoy, se invisten gruesos recursos financieros en proyectos de investigación de las probables causas de las angustias humanas.
En ese continuo y acelerado avance, surgen innumerables laboratorios de análisis médicos, donde pesquisan variadas patologías; hay el Proyecto Genoma, cuyo objetivo es el reracionamiento de todos los genes humanos; se levantan hospitales, centros de recuperación, universidades, y así va…
No desconocemos, en esa conjetura, la repulsa que sufren los excluidos sociales, visto que la ganancia por el dinero atiende estupidos surrealistas. Nos asombra la voracidad de los adolescentes por el sexo, casi siempre remetidos a los pantanos de la indigencia moral. Cada día, sucumben muchos jóvenes y adolescentes que son comercializados para el mercado de la lascivia, oprimidos en los ambientes regados por alucinógenos y de profunda violencia, donde son perpetrados crímenes inconcebibles bajo el estimulo de la miseria y de la obsesión.
Actualmente, las personas hesitan salir a las calles, cara a los asaltos y secuestros relámpagos que han ocurrido a todo momento. Son momentos de mucha inquietud y de gran inestabilidad emociona. En Brasil, hay casi 30 millones de personas con trastornos mentales, con neurosis e índices acentuados de demencia; con epilepsia y psicosis variadas.
En esas angustias, la depresión tiene preocupado a los especialistas, que estiman que, en cada grupo de 100 personas, 15 tienen gran probalidad de desenvolverla.
Al Cristianismo está reservada la tarea de alargar los horizontes de las pesquisas, en los dominios del alma humana, contribuyendo para la solución de los enigmas que atormentan al hombre contemporáneo, proyectando luz en las cuestiones, casi que indescifrables del destino y del sufrimiento humano.
Sin embargo, aun amargamos los contrastes de una suprema tecnología en el campo de la informática, de la genética, de los viajes espaciales, de los supersónicos, de los rayos láser, al mismo tiempo en que aun tenemos que convivir con la fiebre amarilla, la tuberculosis, la AIDS, y con todos los tipos de droga (cocaína, Heroína, skanc, éxtasi, o crack, etc.)
En ese panorama, el mensaje de Cristo es un elixir milagroso, el más seguro para la redención social, que habrá de penetrar en todas las conciencias humanas, como un día penetró en el desprendimiento de Vicente de Paul, en la majestuosa solidaridad de Dulce hermana, en la bondad de Francisco de Asís, en la suprema dedicación de Teresa de Calcuta, en el amor de Chico Xavier, en la genialidad fenoménica de Divaldo Franco.
Precisamos cultivar la compasión sin sentimentalismos, cultivar la generosidad que comienza en el arte de donar cosas, para culminar en el don de donarnos, espontáneamente, al prójimo, hacer algo de bueno, y que nadie lo sepa, por un desafecto cualquiera. Aprendamos a orar y meditar, porque, quien no medita no se conoce bien, y, en ese comportamiento, podremos soltar al sereno un grito como lo hizo Pablo: "Yo no soy quien vive, más es Cristo el que vive en mi…"
Urge, por tanto, practiquemos el Evangelio en los multiples sectores de la sociedad, porque el Cristianismo nos enseña que tenemos una fatalidad biológica, sin embargo, la forma de comportarnos dentro del limite nacimiento y muerte es de nuestra libre elección, y podemos alcanzar la sublimación con el simple querer, más, siempre, movidos por una fe razonada.
Jorge Hessen
E-Mail: jorgehessen@gmail.com
Site: http://jorgehessen.net
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