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segunda-feira, 28 de setembro de 2009

SOLAMENTE DIOS TIENE El DERECHO DE DISPONER DE LA VIDA HUMANA (22.04.05)




Me llamó la atención el caso de Terri Schiavo, una mujer de Florida-EUA que permanecía en estado vegetativo hace 15 años y que fue desconectada del tubo que la alimentaba, después de un intenso debate entre sus familiares, el gobierno americano y los tribunales. Según los especialistas ella llevaría a lo sumo dos semanas para morir, sin alimentación. (1)

Lo que preocupa es que muchos médicos revelan que eutanasia es práctica habitual en Terapias Intensivas de Brasil, y que apresurar, sin dolor el sufrimiento, la muerte de un enfermo incurable es acto frecuente y, muchas veces, poco discutido en las Terapias Intensivas de hospitales brasileños.(2). A pesar de la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña negar que la eutanasia sea frecuente en las Terapias Intensivas, existen aquellos que admiten razones más prácticas, como la necesidad de plaza en la Terapias Intensivas para alguien con oportunidades de supervivencia, o la presión, en la medicina privada, para disminuir costes.

En los consejos regionales de medicina, la tendencia es de aceptación de la eutanasia, excepto en casos raros de desentendimientos entre familiares sobre la hora de cesar los tratamientos. Médicos y especialistas en bioética defienden, en verdad un tipo específico de eutanasia, la ortotanasia, que sería el acto de retirar equipamientos o medicaciones que sirven para prolongar la vida de un enfermo terminal. Al retirar esos soportes de vida, manteniendo sólo analgésicos y calmantes, se espera que la naturaleza se encargue de la muerte. (3)

Por definición la palabra eutanasia viene del griego, significando "buena muerte" o "muerte apropiada". El término es de Francis Bacon que, en 1623, en su obra "Historia vida y muerte", la definió como siendo el "tratamiento adecuado para las enfermedades incurables". Diversas son las expresiones utilizadas como sinónimas, pudiendo ser citadas "buena muerte", "suicidio asistido", "eutanasia activa". Su antónimo es "distanásia" (4) que, por su parte, viene a ser la utilización de los medios adecuados para tratar una persona que está muriendo. Basada en valores humanitarios, en que la ética médica visa la prolongación de la vida, lo máximo posible.

Para algunos médicos la palabra eutanasia está estigmatizada, y las personas tienen miedo de usarla. Así, creen necesario que una legislación establezca criterios y conductas éticas para una muerte sin sufrimiento. Ya que la muerte es un precio que merece ser pagado para el alivio del dolor, consonante, atestigua un profesor de ética de la Facultad de Medicina de una importante Universidad brasileña. Para él se debe aceptar la eutanasia en situaciones de enfermedades incurables, una vez que "La tendencia es de no mantener la vida a todo coste". (5)

La eutanasia viene suscitando controversias en los medios jurídicos, recordando, sin embargo, que nuestra Constitución, a través del Derecho Penal Brasileño es incisivo y conclusivo: constituye asesinato común. (6) En las huestes médicas, bajo el punto de vista de la ética de la medicina, la vida es considerada un don sagrado y por lo tanto, es prohibido al médico la pretensión de ser juez de la vida o de la muerte de alguien. A propósito es importante dejar consignado que la Asociación Mundial de Medicina, desde 1987, en la Declaración de Madrid, considera la eutanasia como siendo un procedimiento éticamente inadecuado.

En el aspecto moral o religioso, sobre todo espiritista, recordemos que no son pocos los casos de personas desengañadas por la medicina oficial y tradicional que buscan otras alternativas y logran curas espectaculares, sea a través de la imposición de las manos, de la fe, del magnetismo, de la homeopatía o propósitos de cambios comportamentales. No son pocos los casos de criaturas con cuadros clínicos de enfermedades incurables y desengañadas en que el magnetismo puesto en actividad por la imposición de las manos consiguió modificar el diagnóstico médico y restablecer el campo celular. Allan Kardec indaga a los Bienhechores espirituales si el hombre tiene el derecho de disponer de su propia vida y los Espíritus esclarecen que solamente Dios tiene ese derecho. (7) Nadie tiene el derecho de quitar una vida, solamente a Dios cabe esta decisión. La eutanasia es una forma de interrumpir una expiación de aquel espíritu que sufre como paciente terminal. Sus parientes pensando que están aliviando sus dolores, solicitan la eutanasia, pero es un gran engaño, pues están practicando un crimen contra la vida y no consideran que los sufrimientos morales son mayores que los sufrimientos materiales y este espíritu debe rescatar sus deudas.

Emmanuel explica que por detrás de los ojos bazos y de las manos desfallecidas que parecen darnos el último adiós, sólo surgen avisos y advertencias para que el error sea interrumpido o para que la senda se reajuste mañana. (8) Y ante el lecho de la enfermedad más difícil y más dolorosa brilla el socorro de la Infinita Bondad facilitando, a quién debe, la conquista del rescate. No desconsideres, así, quien se inmoviliza en la cruz horizontal de la enfermedad prolongada y difícil, administrándole el veneno de la muerte suave, ya que, probablemente, conocerás también más tarde el provechoso sueño perenne indispensable a la gran meditación. (9)

No cabe al hombre, en circunstancia alguna, o bajo cualquier pretexto, el derecho de elegir y deliberar sobre la vida o la muerte de su prójimo, y la eutanasia, esa falsa piedad entorpece la terapéutica divina, en los procesos redentores de la rehabilitación. Para los espiritistas sabemos que la agonía prolongada puede tener finalidad preciosa para el alma y la molestia incurable puede ser, en verdad, un bien. Ni siempre conocemos las reflexiones que el espíritu puede hacer en las convulsiones del dolor físico y cuántos tormentos le pueden ser ahorrados en un relámpago de arrepentimiento.

La eutanasia interrumpe el proceso de purificación de la enfermedad, imponiendo al enfermo crónico serias dificultades inclusive en el retorno al plan espiritual. Además, los familiares que buscan tal recurso, "piadoso" en realidad, se encuentran sólo e indebidamente ansiosos por liberarse del compromiso y de la responsabilidad de ayudar, sostener y amar su ente querido.

A rigor, el cáncer es el medio de expulsar las tinieblas que pueblan el corazón, impidiéndole mayor comprensión de la vida. La parálisis y la locura, el fuego salvaje y la tuberculosis, la locura y la mutilación, casi siempre, funcionan por bendecido correctivo, en socorro del espíritu que la culpa enloqueció o ensombreció en la prueba expiatoria. De esta forma, respetemos el dolor como instructor de las almas y, sin vacilaciones o indagaciones incoherentes, amparemos cuántos les experimentan la presencia impositiva y educativa. Recordando siempre que a nosotros compite tan solamente el deber de servir, ya que la Justicia, en última instancia, pertenece a Dios que distribuye con nosotros el alivio y la aflicción, la enfermedad, la vida y la muerte, en el momento oportuno.

El verdadero cristiano se porta siempre en favor del mantenimiento de la vida y del respeto en relación a los designios de Dios, buscando no sólo aminorar los sufrimientos del prójimo (sin eutanasias, ¡claro!), pero también, confiar en la justicia y en la bondad divina, hasta porque en los Estatutos de Dios no hay espacio para la injusticia.

Jorge Hessen
E-Mail: jorgehessen@gmail.com

Site: http://jorgehessen.net


FONTES:
1- Publicado en el Correo Braziliense 19/3/2005
2- Publicado en la Hoja de S.Paulo 19/3/2005
3- Idem
4- Distanasia para algunos significa prorroga exagerada de la muerte de un paciente o, incluso, puede ser empleado como sinónimo de tratamiento inútil. Para algunos especialistas es una actitud médica que, visando salvar la vida de la paciente terminal, lo somete la gran sufrimiento.
5- Idem
6- Previsto en la Constitución Federal, artículo 5º, "caput", la principal característica del derecho a la vida viene a ser su indisponibilidad. La vida, don divino que es, hay que ser preservada en toda y cualquier circunstancia, siendo inconcebible su eliminación quiere por el hombre, quiere por el Estado.
7- Kardec, Allan, El Libro de los Espíritus, Río de Janeiro: Editora FEB, 1999, cuestión 944
8- Xavier, Francisco Cândido. Religión de los Espíritus, Río de Janeiro: Ed FEB, 1999
9- Idem

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