A LUZ NA MENTE

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terça-feira, 29 de setembro de 2009

NUESTROS HIJOS, NUESTRAS JOYAS MÁS PRECIOSAS (12.09.07) ..... .....



Traducido por: Merchita

Cuando el asunto es "drogas", percibimos que hay un número bastante significativo de personas que, instantáneamente, asocian esa palabra a los productos cuyo consumo no nos es lícito, cuales sean: el opio, la cocaína, el crack, etc. No en tanto, se olvidan de que, tanto desde el punto de vista físico como espiritual, otros productos tóxicos, y de libre comercio, son tan perjudiciales o más perniciosos, hasta, los de aquellos, como, por ejemplo: la bebida alcohólica, el tabaco, las drogas confeccionadas en laboratorios, etc. ¿Cuántos hogares son deshechos y cuantos crímenes son cometidos, cuya causa provienen de estados de embriaguez? ¿Cuántas dolencias incurables son diagnosticadas en personas que se lanzaron a la auto crueldad, por la dependencia de la nicotina? Por tanto, el hecho de la sustancia ser legal o ilegal no tiene una relación directa con el peligro que ofrece.

¿Cuántas familias desearían que reinase, en las personas que mucho aman, la serenidad frente a las crisis que enfrentan en la vida, a cuantas les gastaría que existiesen hábitos autos destructivos que, equivocadamente, adoptan como supuesta solución de sus problemas, causando dolor y sufrimiento a si mismas y al grupo familiar al que pertenecen?

Aquellos que ya se viciaron en los malos vicios, más aun no establecieron un nivel de intimidad mayor con las drogas, los padres pueden y deben ampararlos con serenidad, ayudándolos, fundamentalmente, a no tornarse dependientes de esas sustancias toxicas, más allá de enseñarles a mantener esa llama de esperanza, inmiscuyendo en ellos la idea de que están, a penas, viviendo momentos difíciles de ajuste del alma en desaliño. En razón de eso, no debemos abandonarlos a la propia suerte, pues nadie se lanza al vicio para ser feliz, una vez que todos desean la felicidad.

Para todo dependiente químico existe un tratamiento específico. Cuando la dependencia es única y exclusivamente física, esta es anunciada en las crisis de abstinencia con reacciones de menos expresión, y la cura relativamente fácil. Sin embargo, cuando la dependencia es psicológica, las reacciones son más agresivas, y la cura requiere mucho más tiempo. De hay la necesidad de la compasión, de la renuncia y del irrestricto afecto familiar.

Los hijos, cuando criaturas, registran en su psiquismo todas las actitudes de los padres, tanto las buenas como las malas, manifestadas en la intimidad del hogar. Crecen, observando a los adultos utilizando tranquilizantes a la menos señal de tensión o nerviosismo y, casi inmediatamente, presencian las primeras señales de serenidad y equilibrio ejercidos por la acción del medicamento. Cuando oyen a los pares referirse a una taza de café para sentirse estimulados o a un cigarro para sentirse más calmados, esas escenas pasan a existir, por mucho tiempo, en sus escarnios mentales y, cuando se enfrentan a las primeras dificultades, inherentes a todo ser en evolución, buscan en las drogas la pretendida armonía existencial.

Son atentos, igualmente, a las actitudes de los padres de los amigos con los cuales se relacionan y la contradicción, entonces, trasparece, puesto que muchos de ellos tienen diversas maneras de lidiar con un hijo. Algunos son totalmente contrarios al consumo de bebidas alcohólicas, al vicio de fumar, o al uso de "energéticos", etc. Todo eso, sin hablar del grave problema de los sonoríferos (drogas para hacer dormir), barbitúricos y metadona, cuya ingestión permanente puede causar dependencia como cualquier otra droga alucinógena o no. En verdad, las drogas no deberían ser evaluadas, teniendo por base la ilegalidad o legalidad, más si por los maleficios que ellas acarrean a la salud. Los adultos tienen siempre "disculpas para la ocasión" y formas de justificar esos comportamientos paradójicos. Con todo, se trata de un modelo de comportamiento que no sirve de referencial a alguien, mucho menos a aquellos que son adeptos a los moldes que Jesús nos vino a enseñar.

Fue en la década de los sesenta cuando surgieron los tranquilizantes llamados, científicamente, de "ansiolíticos", destinados a combatir estados e ansiedad, o mejor, combatir estados de desordenes psíquicos y cuestiones emocionales de la vida cotidiana. El problema gana proporciones inmensurables, cuando encuestas apuntan que una de tales drogas, el diazepan, se tornó uno de los "remedios" más vendidos en la actualidad. A propósito, cabe resaltar aquí que profesionales competentes y respetados, ligados a la salud mental, que diariamente lidian con las emociones humanas, ya consideran que prescribirlos equivale a la clara admisión de un fracaso terapéutico de la psiquiatría.

Están aquellos que, a la menor señal de angustia, de alteración, echan mano de un "remedio", de una "cervecilla", de un "cafetito", de un "cigarrillo", para aplacar la ansiedad de forma casi instantánea. Ese es el principio básico del paradigma del comportamiento dependiente, que observamos en un inmenso número de adultos y padres, en el cual, sin "sospecharlo", están sumergidos. Mientras tanto, introducen en el inconsciente de los hijos, alumnos, y jóvenes en general, la idea de que los problemas pueden ser resueltos, como por un toque de barita mágica, con la "ayuda" de una "sustancia", originaria de la caña de azúcar, denominada alcohol; de una "planta" inocente, del genero nicotina (solanácea), conocida por tabaco, de un "alcaloide", también inofensivo, conocido por cafeína, y así en adelante. Sin embargo, todos actúan sobre el sistema nervioso central y alteran todo el metabolismo del individuo, igualmente.

Para muchos psicólogos, si la cuestión "drogas" fuese abordada de forma adecuada al nivel de la comprensión de la criatura o del adolescente, dejando de ser algo secreto y misterioso, perdería mucho de sus atractivos. Para otros especialistas, el hecho de un joven tomar drogas no hace de el un dependiente. Si, sin embargo, como nadie tiene como monitorizar lo que pasa en las ideas de las personas, y mucho menos por la cabecita de un adolescente, , mismo porque, en tratándose de "drogas", la actitud de los jóvenes es extremadamente silenciosa, principalmente porque todos ellos saben como la sociedad discrimina a quienes con ella se afina, experimentar no constituye problema alguno a aquellos que tienen sus emociones bien ajustadas en el momento de la curiosidad, más, para otros, no tan bien estructurados psicológicamente, experimentar es sinónimo de "continuar experimentando" siempre y a cualquier hora.

Por esta razón, los padres deben estar siempre atentos e, incansablemente, buscando dialogar francamente con los hijos, sobretodo, amándolos, independientemente, de cómo se sitúen en la escala evolutiva. Los padres no se deben desesperar, normalmente en el mundo de hoy. La mejor manera de intentar neutralizar la atracción que las drogas ejercen será estimular a los jóvenes a experimentar formas no químicas de obtención de placer. Los "beneficios" pueden ser obtenidos a través de actividades intelectuales, artísticas, deportivas, etc. Cabe a los adultos intentar conocer mejor a los jóvenes para estimularlos a experimentar formas más creativas de obtener placer y sensaciones intensas, más dándoles ejemplos de sobriedad. (1)

Coincidentemente, o no, los jóvenes que dependen exageradamente de los tóxicos, son poco amados por los padres, se sienten desplazados en el grupo familiar o se consideran poco atrayentes, etc. Por estas y muchas otras razones, los padres deben transmitir seguridad a los hijos a través del afecto y del cariño constante. Al final, todo ser humano necesita ser amado, querido, aun mismo teniendo conciencia de sus defectos, dificultades y de sus reales diferencias.

La creencia de que la felicidad puede ser comparada en un "Doping Centre" y que decepciones, angustias, tristezas y soledad han de ser evitadas a cualquier costo, consustancian el modelito de relación que los dependientes quimicos (consumidores) establecen con las drogas (productos). Urge que les desmistifiquemos la formula impuesta por la sociedad a los individuos, de que la mejor manera de vivir se constituye en el síndrome de consumismo extravagante y exagerado.

Importa que los padres se acuerden de que conflictos y actos de rebeldía hacen parte de la inestabilidad emocional, natural en la adolescencia y estos no son indicadores precisos de que los hijos estén envueltos con las drogas. De ese modo, conviene que den un voto de confianza a los hijos y constituyan con ellos un inexpugnable pacto, alentado en la credibilidad mutua y en el respeto a la vida. La autoridad de los padres (2) no solamente es aceptada por la mayoría de las criaturas y adolescentes, sobretodo cuando presencian, en el ambiente familiar, la confianza y el afecto, más, también, es extremamente necesaria, para que no se sientan inseguros en la vida o que los papeles que competen a cada uno, no se inviertan.

Otra posición a ser observada es nunca optar por medidas extremas, como, por ejemplo: violencia verbal, violencia física o, aun, movidos por extrema impaciencia, expulsar al hijo de casa. Cualquier acto precipitado de los padres podrá revolverse contra ellos mismos, en el futuro, y lanzarlos al dolor del arrepentimiento tardío. Es obvio que cada caso es un caso, más jamás partir para cualquier solución más severa, sin antes agotar todas las posibilidades fraternas de ajuste, de bondad, de solidaridad humana, de renuncia, disponibles en el amago de los corazones de los que se dicen fieles a las enseñanzas de Cristo. Conviene que no se olviden, principalmente, de que la oración fervorosa es la más poderosa herramienta de que el hombre dispone como solución contra cualquier sugestión del mal.

Para hablar de solución, existen varias maneras paralelas de ayuda a los que dependen de las drogas: tratamiento medico; terapias cognitivas y comporta mentales; psicoterapias; grupos de auto ayuda; al considerar: Alcoholicos Anónimos; Narcóticos Anónimos, etc. En la opinión de los expertos, especialistas en el área, el tratamiento del dependiente de drogas no requiere internación, en la gran mayoría de los casos, pues las respuestas no han sido favorables a que ellos presenten mejoría en esas condiciones de aislamiento, distanciados de la convivencia familiar. Muy por el contrario, constatan la ineficacia del tratamiento en esas condiciones, con un significativo aumento de consumo, al que los dependientes se lanzan, después de salir de la clínica.

La cuestión es de educación en la familia cristalizada, en la escuela ennoblecida, en la comunidad honrada, y no en las políticas de represión policial, estableciendo más violencia que solución. Todos nosotros sabemos que violencia genera violencia. Las familias que se encuentran con un drama de esos en el hogar, en primer lugar deben procurar fuerzas de Dios, Padre misericordioso y justo, y en Jesús, porque El no vino solamente para los sanos, más, fundamentalmente, para los enfermos; en segundo lugar, no deben acobardarse delante de los hechos en si, pues, tras de toda caída moral existe un grito recóndito de "¡socorro!". Conversemos, esclarezcamos, orientemos y asistamos a los que se han tornado victimas de las drogas, procurando los recursos competentes de la Medicina como de la Doctrina Espirita, a fin de conseguir la reeducación y la felicidad de aquellos que la Ley Divina nos confió para la ventura nuestra y la de ellos. (3)

Es importante que los padres enseñen a sus hijos queridos a mantener permanente vigilancia por la oración basada en una fe razonada y el espiritismo propone, dentro de otras bendiciones, el fortalecimiento y el equilibrio mental. Una cosa es cierta: el espiritismo no propone soluciones mágicas de buen comportamiento a los jóvenes. Prefiere acatar, en toda su amplitud, los dispositivos de la ley divina, que aseguran a todos el derecho de escoger (el libre albedrío) y la responsabilidad consecuente de sus actos.

Bajo el enfoque espirita, sabemos que hermanos nuestros del mundo espiritual que usaron drogas cuando estaban encarnados, muchos de ellos aun continúan esclavos del vicio. Se unen a los que le son afines, los viciosos encarnados, imantándose a ellos a su periespíritu, para absorber las emanaciones perniciosas provenientes del uso de las drogas.

Las energías deletéreas de los viciosos del más allá pueden, a largo plazo, causar, en los viciosos de "acá" disturbios orgánicos graves, como: cáncer de pulmón, problemas en el hígado, en el aparato circulatorio, en la sangre, en el sistema respiratorio, en el cerebro y en las células, principalmente en las neuronas (4), debido al debilitamiento de los centros vitales del vicioso, aun encarnado. Los efectos destructores de la obsesión y de las drogas son tan intensos que extrapolan los límites del organismo físico viciado, alcanzando y comprometiendo, substancialmente, el equilibrio y la propia funcionalidad de su periespíritu. Si la muerte los sorprende, antes de regenerarse, conservan, en la espiritualidad, los estigmas de la práctica nociva que los llevó a la degeneración de sus respectivos centros vitales, visibles en su periespíritu.

Por todas esas razones, precisamos aprender a servir y perdonar, socorrer y ayudar a los jóvenes entre las paredes del hogar, sustentando el equilibrio de los corazones que se nos asocian a la existencia y, si nos entregamos realmente en el combate a la deserción del bien, reconoceremos los prodigios que se obtienen de los pequeños sacrificios en casa por bases de la terapéutica del amor. (5)

Confiemos en Dios, primeramente, y optemos, después, por la gragea del afecto, el comprimido del cariño, la gota de renuncia, la planta del amor en la familia, por ser los más eficaces remedios en la cura de patologías de cualquier procedencia. Esos medicamentos se consustancian por la mayor atención de los padres para con los hijos, demostrados por la sana preocupación que tienen con la formación moral de ellos y el sufrimientos de sus necesidades afectivas.

¡Estemos alerta! Nuestros hijos son la joya más rara que poseemos, no los abandonemos!


FONTES:
(1) Disponible en la web www.senado.gov.br/publicaciones acessado en 08/09/2007
(2) Autoridad no debe ser confundida con autoritarismo, arbitrariedade o rigidez
(3) Franco, Divaldo Pereira. "Después de la Tempestad", dictado por el espíritu Joanna de Angelis. Bahia: Editora LEAL, 2ª Edición
(4) Las neuronas guardan relación íntima con el perispírito, según André Luiz en "Mecanismos de la Mediunidade"
(5) Xavier, Francisco Cândido. "Caminos de Vuelta" - Espíritus Diversos

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