A LUZ NA MENTE

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segunda-feira, 28 de setembro de 2009

FIDEDIGNIDAD KARDECIANA (23.10.05)


Lo que caracteriza el hombre, habitante de la Tierra hace millones de años, es la inteligencia de que es dotado. Esta inteligencia se complementa con la voluntad y con la libertad para pensar y actuar. Paro el ser humano, con su inteligencia y atributos tiene una causa, una generatriz, un Creador, que está fuera de sí mismo. Esa causa primera, la Inteligencia Suprema, en las enseñanzas de la Espiritualidad Superior, es el Creador no solamente del hombre, sino de todo lo que existe en todo el Universo. Estas enseñanzas sintéticas, que se encuentran en la obra básica del Espiritismo, fueron completadas por otros para que el hombre pudiera formar idea de sí mismo, de su origen y de su destino, del mundo en que'vive y del Universo infinito. Las nociones que la Doctrina de los Espíritus ofrece del Creador y de la creación - Dios, espíritu y materia - facilitan la comprensión de todo lo que existe, máxime cuando esos conocimientos básicos son completados por la revelación de las leyes divinas establecidas para el funcionamiento de todo lo que fue creado. Por las leyes naturales, o divinas, puede la Humanidad hoy percibir que la Inteligencia Suprema no sólo creó los dos elementos - espíritu y materia - sino reguló el funcionamiento de toda la creación dentro de una armonía total, universal. Materia y espíritu están ligados de tal forma que, regidos por leyes perfectas e inmutables, podemos, hoy, percibir el sentido de la vida en la Tierra y en otros mundos, en una. Realidad que se contrapone a lo que las religiones y las escuelas filosóficas del pasado y del presente han enseñado. La Nueva Revelación desvenda, así, los grandes misterios del pasado, con los cuales se encuentran tanto el hombre primitivo de las cavernas como los sistemas filosóficos y religiosos de todas las épocas. Dios es la causa primaria, es el Creador Divino de todo lo que existe, pero es también el Legislador que estableció las leyes eternas para el funcionamiento de toda su creación, en los dominios de la Naturaleza y de la Vida. La sabiduría de los Espíritus Reveladores procuró no definir Dios, el Creador, para evitar errores y limitaciones al Ser perfecto e infinito. El lenguaje y la inteligencia humanas, limitadas, no tienen posibilidades de definir lo que es infinito e ilimitado. Son muy importantes para la Humanidad las Revelaciones de la Espiritualidad Superior formuladas en la Codificación Espiritista, bajo todos sus aspectos. Pero, en lo que concierne a las nociones sobre Dios, el Creador y el Universo, las Revelaciones asumen excepcional importancia, por la diversidad de concepciones reinantes en las religiones, en las filosofías y en las ciencias, mostrando que Dios no puede ser confundido con su creación, como en el panteísmo oriental; ni es un Dios antromorfo, como en las concepciones religiosas de Occidente; o no existe, para el materialismo de varias caras y el ateísmo dominantes en determinadas ciencias y filosofías. Las condiciones de vida en la Tierra fueron elaboradas de tal forma que el hombre, dispuesto de libre arbitrio, otorgado por su Creador, llegó a las más variadas conclusiones a respecto de sí mismo y de su Dios, en el pasar de los milenios. Entre tanto, en determinado momento de la vida planetaria, cuando la Humanidad ya alcanzó considerable progreso en conocimientos científicos sobre la materia y modificó muchos aspectos de la organización social, esa evolución alcanzada contrastaba con sus concepciones sobre su Creador y sobre las leyes divinas que reaccionan en el Universo. Es en este momento histórico de la Humanidad, en pleno siglo XIX de la Era Cristiana, que la Misericordia Divina, representada por el Gobernador Espiritual del Orbe, el Cristo de Dios, viene en socorro de los habitantes de este Planeta, trayéndoles las aclaraciones que se transformaron en luces iluminando causas y efectos no percibidos hasta entonces. La Revelación Espiritista viene en socorro de todos los que ya se encuentran en condiciones de entender el Poder, la Bondad y la Misericordia de Dios, sus múltiples formas de manifestación por todo el Universo, incluso en nuestro mundo de expiraciones y pruebas. Esa revelación, como todas las anteriores, está a disposición de aquellos que están en busca de conocimientos reales, en demanda de la coherencia y de la verdad. Mientras tanto, las nuevas revelaciones no obligan ni constriñen a los negadores o los céticos a aceptarlas. Ellas representan la solidariedad, el amor y la bondad del Alto a los que ya se hacen merecedores de la ayuda y la comprensión. El Espiritismo no se presenta a la Humanidad como una imposición del Superior al Inferior. Busca, sí, abrir la mente humana al conocimiento general sobre la vida, sobre todo lo que existe, sus causas y manifestaciones. Sus postulados básicos no sólo explican y aclaran los grandes problemas enfrentados por el hombre como auxilian el pensamiento a evolucionar siempre, no deteniéndose en colocaciones dogmáticas que cercenan futuros desdoblamientos de la realidad y de la verdad. Es lo que ocurrió, después de la Codificación formulada por el misionero Allan Kardec, a través de vasta literatura, mediúnica o no, que se ocupó en desdoblar conceptos, definiciones y verdades reveladas en las obras básicas, sin alterarles la esencia, mostrándonos la continuación de la vida en los mundos y esferas espirituales, el funcionamiento perfecto de las leyes divinas, en las más diferentes situaciones, y la confirmación del insuperable Mensaje de Cristo, sin las distorsiones interpretativas de las diversas sectas denominadas cristianas. Además de la racional de sus seguidores sinceros, la propia Doctrina asegura que cualquier punto mal entendido o equivocado que las ciencias y el progreso general comprueben como tal, ella acepta la verdad comprobada o el hecho nuevo, antes desconocido, ya que su compromiso es con la realidad, y esta no afecta a la estructura esencial. En consecuencia de este principio, el espiritista no teme el progreso de las ciencias, ni se preocupa con el confort de los principios de su Doctrina con las enseñanzas de otras filosofías y religiones. La seguridad de la continuación de la vida, después de la muerte del cuerpo físico, el contacto con las realidades transcendentes, la percepción de un Dios justo y misericordioso, el conocimiento y la comprobación de las vidas sucesivas y la demostración de la presencia permanente de las leyes divinas en la Naturaleza, en sus diversos reinos y en todos los billones de mundos del Universo, dan al seguidor de la Doctrina Espiritista una percepción diferente de la vida en la Tierra, ante las vicisitudes y el futuro, induciéndolo a no apegarse a las cosas transitorias del mundo y a valorizar todo lo que se refiere al ser inmortal que es - el Espíritu. Dilatando la importancia de la venada, la Doctrina auxilia su adepto a aceptar los hechos que le afligen y las circunstancias dolorosas, con confianza en la resignación. Sabiendo que la muerte sólo alcanza el cuerpo, acepta con naturalidad el propio deceso y el de aquellos que le precedieron, cierto de que el reencuentro es cuestión de tiempo. Esas y otras motivaciones, reales y no ilusorias, influyen poderosamente en el crecimiento espiritual y en la renovación moral del ser, dándole otra dimensión de la vida, en cuya realidad se encuentra inmerso, para siempre. Por eso, considerando que la ley del progreso y de la evolución, como norma divina, renueva toda la creación, inclusive el mundo aún atrasado en que vivimos, es lícito que se espere la regeneración de este orbe, con el predominio de las enseñanzas de Cristo, en espíritu y verdad, y del Consolador por Él enviado, propiciando la substitución de la mentalidad actual, oriunda de un pasado de errores, por otra, calcada en la realidad y en la Verdad....Desde la Antigüedad clásica, en la cual los griegos predominaron con sus filosofías en la civilización occidental, el campo de los conocimientos se encuentra dividido en dos partes: en una prevalece el pensamiento materialista, presente en diversas corrientes filosóficas; en la otra, el pensamiento espiritualista que se basan las religiones. Filosofías y religiones tradicionales no consiguieron solucionar satisfactoriamente todos los problemas humanos. La Doctrina de los Espíritus, comprendiendo aspectos filosóficos, científicos, morales, religiosos, educacionales y sociales vino, en el momento adecuado, a aclarar los problemas y darles soluciones correctas, con la revelación de realidades desconocidas y aprovechando verdades antiguas, como la doctrina de la reencarnación, o de las vidas sucesivas, conocida hace milenios en Oriente. La Codificación Espiritista fue edificada en sólidas bases, bajo los auspicios de la Espiritualidad Superior. Tan firmes son sus fundamentos que, a pesar del enorme avance de los conocimientos científicos en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX, no hubo necesidad de ajustar la Doctrina Espiritista a cualquier verdad o descubrimientos nuevos. Los espiritistas estudiosos saben que muchas de las enseñanzas doctrinarias se constituyen en ante visiones de realidades que sólo Futuramente serán reconocidas por los diversos departamentos científicos a los que se dedica el hombre. Esto no significa que el Espiritismo sea obra lista y acabada. Los propios Espíritus Instructores y el Codificador lo caracterizaron como doctrina evolucionista, en el sentido de agregar siempre las nuevas verdades descubiertas y comprobadas. Si hay un terreno en el que la ley de la evolución opera con toda nitidez, este es el de las revelaciones sucesivas. Y el Espiritismo es precisamente la última fase de las Manifestaciones Espirituales Superiores junto a la Humanidad. Si hay una secuencia sucesiva de revelaciones del Alto, fácil será deducir su continuación en el futuro. Las Revelaciones son provisiones, proporcionadas por la Espiritualidad Superior a los hombres, a los pueblos, razas y civilizaciones, para que puedan percibir determinadas verdades transcendentales, las cuales permanecerían ocultas sin la intervención superior, por la incapacidad de percepción humana en determinadas fases evolutivas. La iniciativa de las Revelaciones parte del Alto, en función de las necesidades humanas. Pero, no todos los hombres están aptos a recibirlas y aceptarlas de inmediato. Muchos se oponen a ellas, por no comprenderlas debidamente, o por contrariar ellas sus intereses inmediatos. Esto ocurrió con el Mensaje de Jesús, innovador y rectificador de muchas cosas firmes, traída personalmente por el Maestro Incomparable. Con la Nueva Revelación ocurriría lo mismo. Son muchas las oposiciones, unos frutos de la ignorancia espiritual, otras resultantes de intereses contrariados y de prejuicios. Pero, lo que no se justifica son los desvíos del pensamiento espiritista, de su moral fundamentada totalmente en las enseñanzas morales de Cristo. Se hacen necesarios un cuidado permanente, una vigilancia constante para que no se desvirtúen los principios espiritistas. Ese es un compromiso serio de todo espiritista sincero y digno de la Doctrina que abrazó. Arbolados en "espíritus fuertes e independientes", ciertas criaturas, de los dos planos de la vida, llena de personalismo excesivo, priman por establecer en el Movimiento Espiritista la confusión, con la negación de valores consagrados, alardeando en árbitros del que está más allá y por encima de su entendimiento. Les falta autocrítica, a pesar de convertirse en críticos de Cristo, de los Evangelios, de Espíritus Instructores, de los médiums. Cuestiones de orden secundaria son por esos críticos transformadas en puntos capitales, como si fuesen ellos los reconstructores de la Doctrina. Estos son algunos ejemplos de las cuestiones levantadas, sin la menos procedencia, denotando desconocimiento e inconsecuencia, resultantes del orgullo, de la vanidad y del personalismo exagerado: "Kardec está superado"; "la Doctrina precisa ser actualizada"; "la moral espiritista es independiente de la moral cristiana"; debates y criticas sobre cuestiones perfectamente definidas en el contexto doctrinario; preocupaciones con aspectos sociales y políticos, sin la necesaria base en la Doctrina; preocupación con la creación de términos nuevos, como si la adjetivación, sólo por sí, modificase la sustancia de las cosas; confusión entre libertad responsable, reconocida por la Doctrina Espiritista, con licencia amplia para decir y hacer lo que bien se entienda. Esas referencias meramente como ejemplo, dan idea de lo que ocurre de negativo en el Movimiento Espiritista, consecuencia del posicionamiento individualista, en el cual falta siempre la humildad, virtud cristiana y espiritista que se contrapone al orgullo y a la vanidad. En la vivencia y en la divulgación de la Doctrina Espiritista, lo que se requiere, antes de todo, es la fidelidad a sus principios. Olvidándose ciertos divulgadores de que su libertad encuentra límites naturales en la propia Doctrina que no puede y no debe ser mutilada en sus principios. Vivenciar y divulgar la Doctrina de los Espíritus requiere, antes de todo, su conocimiento y fidelidad a ella. El divulgador espiritista no puede ser, al mismo tiempo, crítico o incoformado con principios correctos de la Doctrina. La Codificación y los Evangelios son valores permanentes, interpretados por la Espiritualidad Superior en auxilio a los hombres. Nosotros, espiritistas de hoy y del mañana, somos sus aprendices, en demanda de camino cierto referido por Cristo, y no reconstructores de ese camino. Para comprender la grandeza y la belleza de las Revelaciones Espiritistas Superiores se hace necesario evitar el prejuicio, el personalismo y la precipitación , vicios humanos comunes que perjudican e impiden el conocimiento de la verdad. A LA LUZ DELO EVANGELIO

"Mis amigos:

Saludando nuestro hermano presente, así como a los demás compañeros de nuestra caravana evangélica, lo hago en la paz de Jesús, deseándoos su luz santificadora.

Nada más útil que el esfuerzo de evangelización, en la actualidad, y es dentro de esa afirmativa luminosa que precisamos desarrollar todas nuestras labores y pautar todos los pensamientos y actitudes.

Las transiciones terribles y amargas del siglo tienen su origen en la clamorosa incomprensión del ejemplo de Cristo.

El trabajo secular de organización de las ciencias positivas caminó a par de la estagnación de los principios religiosos. Los absurdos contenidos en las afirmaciones y negaciones de hoy son el coronamiento de la obra general de la ciencias humanas, entre las cuales, despojad de casi todos sus aspectos magníficos de la Antigüedad, vive la filosofía dentro de un negativismo trascendente. Y el que se evidencia, a los amargos días que pasan, es, de un lado, la ciencia que no sabe y, de otro, la religión que no puede.

Nuestra labor debe caracterizarse totalmente por el esfuerzo de renovación de las conciencias y de los corazones, a la luz del Evangelio. Urge, por los actos y por los sentimientos, retirar de la incomprensión y de la mala fe todas las leyes orgánicas del código divino, y aplicarlas a la vida común.

Vuestro sacrificio y vuestro esfuerzo ejecutarán el trabajo regenerador, pero necesario y no os preocupéis con los imperativos del tiempo, divino patrimonio de existencia del espiritu. A la fuerza de ejemplificación y apoyados en vuestras convicciones sinceras, conseguiréis elevadas realizaciones, que harán que se trasladen a las leyes humanas las leyes centrales e imperecederas del Divino Maestro Ese es el gran problema de los tiempos.

Ningún mensaje de mundo espiritual puede superar la lección permanente y eterna de Cristo, y la cuestión, siempre nueva, del Espiritismo es, sobre todo evangelizar, aún siendo con sacrificio de otras actividades de orden doctrinaria.

El alma humana está cansada de ciencia sin sabiduría y, envenenamiento por el pensamiento moderno, el cerebro, en sus funciones culturales, necesita ser sustituido por el corazón, por la educación de sentimiento.

El Evangelio y el trabajo incesante por la renovación del hombre interior deben construir nuestra causa común.

Procuremos desarrollar en ese sentido nuestro esfuerzo dentro del taller de Ismael, y habremos encontrado, para nuestra actividad, el sector de edificación sana y duradora.

Que Jesús bendiga las labores de nuestro amigo y de sus compañeros, que, con abnegación y renuncia, luchan por la causa del glorioso Ángel, sirviendo de instrumento sincero a la orientación superior de su Casa en Brasil, es la rogativa muy fervorosa del hermano y siervo humilde.

"Emmanuel"

Psicografiada el día 13 de mayo de 1938.

Dirigida a Manuel Quintão, en la época Vice-Presidente de la Federación Espiritista Brasileña, que se encontraba en Pedro Leopoldo en visita a Chico.

Fue publicad por el Reformador aquel mismo año ( p. 210 ) y republicada en el número de mayo de 1.976, de la misma revista (p. 123).

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