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sexta-feira, 1 de abril de 2016

“IMPROPERIOS” – EXPRESIÓN DE EMPOBRECIMIENTO MORAL (Jorge Hessen)


Traducido por: Mercedes Cruz Reyes
Madri/Espanha
Filólogos divergen en cuanto a la clasificación de las palabras de bajo calidad y de sus acepciones entre ofensivas u populares. Una palabra de baja calidad (palabrón) es una expresión que dice respecto al grupo de astucia y, dentro de esta, presenta reales, improperios, ofensivo, grosero, obsceno, agresivo o depravado bajo el punto de vista de algunos conceptos religiosos o estilos de… 

Una simple palabra, cuando es proferida en “ciertas” ocasiones sea ella de estímulo o de desestimulo, provoca indicios, en quien las oye, pudiendo reaccionar, positivamente, y modificar su manera de pensar sobre determinada circunstancia de la vida. Por otro lado, la mera palabra pronunciada en momento “inadecuado” puede ser motivo de grandes dolores… 

La reciente publicidad de las “escuchas” telefónicas por la justicia brasileña tornó público múltiples contenidos constreñidos o limitados de algunas autoridades. Lo que nos llamó la atención fueron los diálogos mantenidos a través de un festival de palabrotas totalmente inaceptables en los vocablos de cualquier representantes del pueblo (prefectos, gobernadores, ministros). Tales personajes que juran (con palabrotas) ignoran que están transgrediendo el artículo 140 del Código Penal.

El hábito de las malas “palabras” carga su influencia, complejidad y contrasentido. Como expresión del empobrecimiento moral la palabra depravada (palabrotas) está prohibida en todas las instancias presentadas, más en vez de evitarlas, como recomienda la elegancia social, son usadas repetidamente. Las palabras de baja calidad están asociadas a la exaltación o frustración y por otros variados pretextos en diferentes circunstancias en la relación social. El uso de improperios, en vez de resolver crisis emocionales, puede remitir las barreras de la justicia y aun perjudicar la salud espiritual de su autor. Cualquier palabra de baja calidad es un despropósito verbal y es un crimen. 

Atacar verbalmente denota poco dominio en las interacciones personales y sanciona la restricción ética de quien ataca. 

Muchas personas creen que el atacar es, “apenas”, una respuesta instintiva para algo doloroso e imprevisto como, por ejemplo, batir la cabeza en la esquina del armario, una topada inesperada en algún obstáculo o aun, cuando nos vemos ante alguna frustración o aborrecimiento. Esos son los momentos más comunes de las personas apelar para las expresiones de baja calidad, y muchos pesquisidores acreditan que ellos “ayudan” a aliviar el estrés y a disipar energía, de la misma forma que el lloro lo es para las criaturas. Obviamente no aprobamos tal argumento que por sí solo es astuto.

Que de nuestra boca salgan, apenas, emitidas palabras votadas al bien, a la harmonía y a la paz. Para ese imperativo, debemos intensificar la disciplina y la capacidad verbal constante, pues es que en la vida social estamos viciados a lidiar con la expresión verbal muy livianamente. Recordemos, sin embargo, que siempre seremos responsables por las consecuencias, directas e indirectas, de las palabras que proferimos al azar. 

Personas sobrias en el trato con el prójimo no se expresan de forma vulgar, pues hacen uso, únicamente, del verbo elevado. Por tanto, extinguir la basura mental es importante decisión para prosperar en la ciencia de la buena conversación. Las palabras son los reflejos de los pensamientos; cuando pensamos con bondad y comprensión, es eso lo que nuestras palabras reflejaran

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