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quinta-feira, 1 de outubro de 2009

PRESERVEMOS A LAS CRIATURAS DE LOS DEPORTES VIOLENTOS (08.06.08)


Traducido por: Merchita

Hace dos mil años, el Maestro Mayor enseño: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la Tierra. (1) Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. (2) Por estas máximas Jesús estableció, como ley, la dulzura, la moderación, la mansedumbre, la afabilidad y la paciencia. Y, por consecuencia, condenó la violencia, la cólera, y hasta aun mismo toda expresión descortés a los semejantes. (3) La violencia oscurece las conquistas sociológicas de todos los siglos. Brota en todos los niveles de la sociedad, consustanciándose en variadas amplitudes y espectros cargados de apariencia.

La prensa, de una forma general, a publicado que, en Gran Bretaña, muchos padres están imponiendo a los hijos, muchos de los cuales con apenas cuatro años de edad, luchar boxeo tailandés. La materialidad de esa aberración está en documentario producido por el canal de televisión británico, mostrando el circuito de luchas organizadas, en que los inscritos, para ese fin, son criaturas con edad a partir de cuatro años (increíble). En ese proscenio, se incentiva el Muay Thai (boxeo tailandés), tornando, esa practica, cada vez más popular en Europa, actualmente con centenas de academias establecidas.

Millares de adultos insanos pagan ingresos para asistir criaturas, menores de diez años, luchando en una especie de jaula de hierro. Muchos padres acreditan que esa práctica puede incentivar a los hijos a cuidar más de si mismos cuando crecen, y creen que sus hijos pueden conquistar el titulo de "campeón". Sin embargo, esos padres deshumanizados no respetan la libertad de los hijos por no saber cuales son los reales sueños de esas criaturas, proyectando en ellas sus frustraciones.

Pediatras, psicólogos, profesores y estudiosos consideran muy perjudicial, para las criaturas y jóvenes, el incentivo a deportes agresivos, por el hecho de la violencia que esas practicas producen, pues, los golpes violentos fascinan a las mentes infantiles, principalmente, porque son desempeñados por " héroes" de filmes de acción, vistos en cines o cuando son televisados.

Muchas criaturas y jóvenes no tienen capacidad de crítica, no tienen noción del peligro a que están sujetos aprendiendo luchas marciales, muchas veces desconocen la índole de su adversario, aunque pese a la postura de combate "deportivo" si aceptable, si razonable o si absolutamente criticable, a eliminar de sus hábitos. Lo que identificamos, de forma generalizada, es el total distanciamiento de los padres modernos, en nivel de educación de los hijos en ese sentido. De manera general, transfieren sus responsabilidades para las escuelas o par el Estado, aunque son ellos los que tienen que decir a los hijos si eso o aquello es peligroso para menores, o no.

Una legitima educación es aquella que los poderes espirituales dirigen la vida social. Todavía, el "hombre moderno" y que se dice "civilizado" se envanece con su capacidad de subyugar a los otros, de mandar, de imponer miedo, cuando lo ideal seria enseñar a su prole el respeto humano y sumisión a Dios. La degradación moral del hombre contemporáneo abrió las compuertas de la violencia, apresada débilmente por las barreras artificiales de la civilización. Esa deformación de la mente y el desprecio de la conciencia deshumanizan al hombre, artificial izado por la violencia en su método de acción, justificado por el valor personal, para el reconocimiento de su poder, que, imperiosamente, lo embriaga y lo ha llevado a excesos peligrosos.

La violencia del"hombre civilizado" tiene sus raíces profundas y vigorosas en la selva. Un padre que expone a su hijo a golpes violentos, corriendo el riesgo de inutilizarlo, para siempre, es bien el hombre bruto, que crea sus propias leyes: subyugar, humillar, torturar, matar. Su valor está siempre por encima del valor de los otros. Más allá de eso, es preciso recordar que la complicidad con la violencia, por parte de las conciencias adultas, retarda la evolución colectiva y rebaja al cómplice a posiciones indignas. Personas de mente esclarecida, jamás fomentaran ideas de ese tipo en una criatura.

Los guantes de la brutalidad continúan para fomentar competiciones hediondas en las nuevas estructuras socio cultural. La prueba histórica de eso está, hoy, ante nuestros ojos, en la eclosión de violencias en todos los niveles del mundo contemporáneo, sobretodo contra las criaturas. Nuestra esperanza es la de que esa explosión sea la purificación final para que el hombre bruto desaparezca y pueda ceder lugar al hombre de bien.

Estamos en una coyuntura de nueva antropofagia, superestimada y requintada, por las técnicas de luchas de arenas, como si fuesen deportes de modernas concepciones. Hoy, en la era cibernética, los instrumentos de opresión, tortura y aniquilamiento, de que el hombre dispone, atiende el clímax cara de su máximo perfeccionamiento.

Actualmente, educar es una tarea intrincada, es problema de solución nada fácil, cara a las modificaciones que la condición infantil viene sufriendo en las últimas décadas. Antiguamente, la pureza de las criaturas era una realidad mensurable. Su perspectiva no ultrapasaba los simples libros didácticos, un único humilde cuaderno y lapiceros baratos. Para reprenderlos y educarlos a veces, bastaba una mirada firme de los padres. Sin embargo, aquel imaginario infantil, de quietud y sueño ingenuo, se desmoronó bajo el impacto de la era de la robótica.

En nuestro diagnostico, concebimos que la televisión e Internet, al invadir los hogares, potencializar, en las criaturas, el despertar anticipado para una realidad nueva y cruel, lo que equivale a afirmar que ellas fueron arrancadas de su universo de fantasía y conducidas para la violencia, estimuladas, también por la vanidad de los padres. De esta manera, el periodo de inocencia y tranquilidad infantil fue disminuyendo. Cada vez más temprano, y con mayor intensidad, las inquietudes de la adolescencia brotan acrecentadas por los multiples y descontrolados llamamientos de las revistas pornográficas, de noticia electrónicas, de las drogas, del consumismo descontrolado, del mal gusto comportamental, de la vulgaridad exhibida, de las técnicas de luchas marciales y tantas otras extravagancias, con reflejos obvios de padres que viven alineados, estancados y desactualizados, clausurados en sus quehaceres diarios y que nunca pueden permanecer al frente de la educación de los propios hijos.

Si fuera posible un viaje a través del "túnel del tiempo", para dar una vuelta a los padrones comporta mentales de 60 años a tras. Seria deseable - y esa es una meta a ser atendida a largo plazo - que las criaturas solo recibiesen de las personas que los rodean y del mundo que las envuelve, buenos mensajes y constructivos, en vez de ser bombardeadas, día y noche, por la violencia y por la sensualidad desenfrenada. Para que eso acontezca, cabe a los padres, principalmente, la tarea de modificar esa des educación constante por la que pasan en la infancia.

La regla áurea del amor habrá de prevalecer en el mundo regido por la lógica de la violencia. En el conjunto de providencias de los espíritus Elevados, el espiritismo asumirá su espacio, definitivamente. Eso equivale a afirmar que esa posición suis generis del Espiritismo, permitirá preparar a la criatura actual para una existencia normal y digna en el futuro, desde que los espiritas permanezcan atentos. Jesús prosigue el modelo.

La tarea que nos cumple realizar es la de la educación de las generaciones jóvenes por el ejemplo de total dignificación bajo las bendiciones de Dios. En ese sentido, los postulados Espiritas son antídotos para la violencia, puesto que aquel que los conoce tiene conciencia de que no podrán eximirse de su responsabilidad social, sabiendo que el futuro es una consecuencia del presente.


FONTES:
1 Mateus, V: 4
2 Mateus, V:9
3 Kardec, Allan. O Evangelho Segundo o Espiritismo, Rio de Janeiro: Ed Feb, 2001, cap. IX

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