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quinta-feira, 1 de outubro de 2009

NO HABRÁ PAZ ENTRE LOS HOMBRES SIN LA OBSERVACIÓN DE LOS DESIGNIOS DE DIOS (30.09.08)


Traducido por: Merchita

Según Emmanuel, en la Tierra ya experimentamos "épocas de amargas luchas, desde los primeros años del siglo XX, la guerra se anido con carácter permanente en casi todas las regiones del planeta. La Liga de las Naciones, el Tratado de Vérsales, bien como todos los pactos de seguridad de la paz, no han sido sino fenómenos de la propia guerra, que solamente terminaron con el apogeo de esas luchas fratricidas, en el proceso de selección final de las expresiones espirituales de la vida terrestre" (1)

Dijo el amable Rabí: "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da" (2) Lamentablemente, somos educados en una cultura de guerra (violencia) y no de paz. Los héroes de la infancia cibernaútica, en su mayoría, son guerreros, saqueadores, sanguinarios. Las historias en cromos y los videos juegos siempre están repletos de sensualismo y de violencias. Urge crearnos una cultura de no violencia, de paz. No esa "paz" conquistada por convicciones legales o diplomáticas, sin embargo una paz oriunda de una convicción profunda, intima, que el verdadero hombre de bien exterioriza en cada gesto, en cada palabra, cada pensamiento o en cada decisión. El Siglo XX, recientemente finalizado, fue el siglo más sangriento de todos los anteriores. Después de la segunda Guerra Mundial, ya ocurrieron 160 conflictos bélicos, habiendo como resultado cuarenta millones de muertos. Si contabilizáramos los resultados de esas pasiones primitivas desde 1914, estos números suben para 401 guerras y 187 millones de muertos, en una proyección bien superficial.

Según el diccionario "Aurelio", la paz puede ser definida como ausencia de luchas, de violencias o de perturbaciones sociales; puede ser tranquilidad pública. Puede ser, aun, ausencia de conflictos íntimos, o sea, tranquilidad de alma. El diccionario también conceptúa paz como situación de un país que no está en guerra con otro, o, aun, restablecimiento de relaciones amigables entre países beligerantes con la cesión de hostilidades, etc.

Como podemos percibir, para el diccionario, la paz es tranquilidad publica, sin perturbaciones sociales, más, es, también, la ausencia de conflictos íntimos, es equilibrio interior, y ahí está la definición más importante.

Jesús declaró que nos daría su paz, que dejaría para nosotros su paz, y, en este instante en que la humanidad tanto se desentiende, de la búsqueda de la paz tiene un delirio constante. En verdad, nuestra paz, casi siempre, es construida con la infelicidad ajena. Por eso, hemos de dar nuestra paz para el semejante y no retenerla, siendo el único beneficiado.

Mientras no distribuyamos lo superfluo, o aun mismo parte de lo necesario, dejando de beneficiar a quien está en peores condiciones, por mayor que sea nuestra "paz", ella será aparente, solamente, y solo producirá de útil. Jesús nos dejó, Hace 2000 años, la gran lección de amor, a fin de que llegásemos al estado de perfecta armonía interior. El Maestro Galileo aviso: "Un nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros; así como yo os ame," (3) y, luego, seguidamente acrecentó: "En esto todos conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a los otros". (4)

De entre las posibilidades de la conquista de la armonía interior, es en la "caridad que debemos procurar la paz del corazón, la contestación del alma, el remedio para las aflicciones de la vida." (5) La caridad bien comprendida es más importante que los fenómenos mediúmnicos, que las investigaciones científicas, que la fe, que la limosna, que el sacrificio. Quien dice eso es Pablo de Tarso, oigámoslo: "Aunque yo hablase las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tuviese caridad, seria como un bronce que suena o como un címbalo que retiñe. Aunque yo tuviese el don de las profecías, los conocimientos de todos los misterios de todas las ciencias, aunque tuviese toda la fe, hasta el punto de transportar las montañas, si no tuviese caridad, yo no seria nada. Aunque yo distribuyese todos mis bienes a los hambrientos, aunque les entregase mi cuerpo a las llamas, si no tuviese caridad, eso nada me adelantaría." (6)

Las religiones enseñan sobre la importancia de la beneficencia. El espiritismo afirma que "fuera de la caridad no hay salvación". Los Benefactores del más allá nos advierten que sin caridad, toda la fe se resume a una adoración sin provecho; la esperanza no pasa de ser una flor incapaz frutescencia y la propia filantropía se circunscribe a un juego de palabras brillantes, en torno del cual los desnudos y los hambrientos, los necesitados y enfermos acostumbran aparecer pronunciando maldiciones.

Actualmente, somos casi 7 billones de personas en la Tierra, siendo que el 57% están concentrados en las grandes ciudades, 21% son europeos, el 8% son africanos, 4% son americanos. En el juego frió de los números estáticos, sabemos que el 6% poseen casi el 60% de toda la riqueza y (asómbrense) 6% (si, el 6% del 60%) son norteamericanos. Considerando que el 80% de las personas viven en condiciones sub. Humanas, el 50% sufren de desnutrición, el 70% no saben leer, 1% (si, solo el 1%) tiene formación universitaria, 1% posee un ordenador. Si tenemos alimento suficiente para subsistir dignamente, un vestuario que nos posibilite una apariencia discreta y saludable, un techo que nos abrigue y proteja de las intemperies de la vida, créanlo, somos más ricos que el 75% de la población mundial.

En ese drástico contexto, al Espiritismo está reservada la tarea de alargar los horizontes de las propuestas de pacificación en los dominios del alma, contribuyendo para la solución de los enigmas que atormentan al hombre contemporáneo, proyectando luz en las cuestiones, casi indescifrables del destino y del sufrimiento humano.

Por ser oportuno, evocamos un trecho del espíritu Neio Lúcio que cita, en el capitulo del libro Jesús en el Hogar (El libro trae conversaciones realizadas en la intimidad del hogar de Pedro, sobre los problemas del reino de Dios) el siguiente episodio: "(…) Después del ultimo culto doméstico en casa de Simón Pedro, en las vísperas de embarcar para la ciudad de Sidon, el Maestro abrió el libro de Isaías y lo comento con sabiduría, después que, profiriendo la oración de cierre, advirtió: - Padre, ayude a los que nos e avergüenzan de ostentar felicidad al lado de la miseria, del infortunio y del dolor (…) Yergue a aquellos que cayeron bajo el exceso de confort material. "(7) La felicidad es inmediata, cuando está basada en la elaboración de las fuentes vitales de la paz de todos, comenzando hoy para nunca terminar, hasta porque, la alegría de hacer a alguien feliz es la felicidad en forma de alegría.

Jamás olvidemos que es imposible tener paz en abundancia sin la máxima observancia de los designios divinos, sintetizados en el Evangelio y desdoblados al nivel de la cultura contemporánea por la Tercera Revelación.


FONTES:
(1) *Xavier, Francisco *Cândido. A Camino de la Luz, dictado por el Espíritu *Emmanuel, RJ: *Ed. *FEB 1987
(2) (*Jo 14,27).
(3) (João, 13:34-35)
(4) ídem
(5) *kardec, *Allan. Evangelio Según el *Espiritismo, RJ: *Ed. *FEB, 2006, *Cap. 13, *item 11
(6) (1 color 13,1-3).
(7) *Xavier, Francisco *Cândido. Jesus en el Hogar, dictado por el Espíritu *Neio *Lúcio, RJ: *Ed. *FEB 1999

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