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terça-feira, 29 de setembro de 2009

EL BIEN PÚBLICO Y LA ETICA EN LA ADMINISTRACIÓN (20.08.07) ..... .....



Traducido por: Merchita

Vivimos tiempos complejos y tormentosos. Hay violencias de variadas categorías en todas partes del Orbe. "La violencia urbana es reflejo natural de los que administran gabinetes lujosos y desvían los valores que pertenecen al pueblo; que elaboran Leyes injustas, que apenas os favorecen; que destruyen a los menos afortunados, utilizándose de medidas especiales, de excepción que los anulan; que exigen sumisión de las masas, para que consigan lo que les pertenece por derecho… produciendo la inmundicia moral y los desconciertos psicológicos, psíquicos, espirituales".(1) En nuestro País, el escenario político y social es frustrante. Entre denuncias de corrupción y de banalidad, sobra diminuta fe en los hombres investidos de funciones en el servicio publico. Se habla mucho en políticas publicas, sin embargo, lo que más ha perjudicado la aplicación de esas políticas publicas, sin embargo, lo que más ha perjudicado la aplicación de esas políticas es el nivel de descrédito a que llego el Estado con sus "instituciones". La sociedad política es vista con sospecha, cuando no, con hostilidad por la sociedad en genial.

En Brasil, la Proclamación de la Republica, engendrada de arriba para abajo, no tubo como consecuencia la incorporación de valores republicanos legítimos de la transparencia y de la honestidad. La impunidad ensombrece la justicia e instiga nuevos desmanes. La masa, en general, se refleja en los personajes eminentes de la vida pública y procura, en las resonancias en el comportamiento de estos, las propias justificativas para sus deslices deliberados.

El vocabulario "jeitinho brasileño" al llevar ventaja a despecho te doto y de todos, se irrumpe como un intento cristalizado, que se potencializa y se generaliza en la tesitura del tejido social. La concepción del éxito o suceso personal, como resultado de una labor continuada y sistemática, se torna poco atrayente. La entronización del "jeitinho" de los que resisten al buen sentido y a la ética no más significa espíritu creativo, en la esencia, más artimañas de los maliciosos y ausencia de carácter de los jornaleros de las aulas de la honestidad.

Muchos se interrogan en lo intimo de la conciencia: ¿Habrá futuro provisor para una sociedad así estructurada? Reflexionemos en las noticias de la Historia, que nos ofrece innumerables ejemplos de civilizaciones que se corrompieron bajo el imperio de la defección moral. En Roma, en el momento histórico del Imperio, las costumbres y los valores se degeneraron. Algunos pensadores y filósofos se mostraron angustiados en sustentos con el estado de las cosas de aquellas épocas retrasadas de entonces. Muchos juristas, dejaron registros escritos que denotaban sus preocupaciones con la corrupción que invadía la vida pública romana. Algunos otros, sin embargo, se preocupaban en propagar las medidas populistas, frecuentemente, adoptadas por los gobernantes extasiados por el poder de la fuerza, y no por la fuerza del poder.

Muchas deliberaciones de los gobernantes atendían a caprichos de la masa, narcotizando sus mentes con los tacos de pan y los espectáculos circenses, sin educarla o destinarla al trabajo productivo. A rigor, quien trabajaba era, coercitivamente, penado con densos tributos, a fin de que "pujantes beneficios" fuesen concedidos por el Estado. Se consustanciaba, en aquellos pasados tiempos, la retórica y la practica de la asistencia, a las sombras de los impuestos, arbitrariamente, cobrados. Entre tanto, lo que más indignaba a los sobrios pensadores, de la Era áurea de Roma, era la corrupción y el intercambio de favores, envolviendo el dinero publico.

El buen sentido nos susurra en la acústica de la conciencia que cabe al Estado asegurar derechos, formalmente, garantizados en las bases constitucionales de la sociedad, también, que el Estado mantenga los servicios de interés colectivo en funcionamiento normal. Sabemos que hay injurias, científicas políticas, sociólogos, economistas, pesquisidores y estudiosos de otras áreas del conocimiento, inclusive, dedicando tiempo precioso y esfuerzos continuos para entender y mejorar el funcionamiento del aparato estatal, con vistas al buen andamiento de los intereses colectivos. ¡Más…….!!! No precisamos hacer un esfuerzo sobre humano para percibir la similitud entre la coyuntura del escenario brasileño actual y la sociedad romana de dos mil años a tras. Aun respiramos los mismos aires fastidiosos del régimen del favoritismo. El dinero público (que debería ser destinado al pueblo) es rateado entre algunos, como si fuese propiedad particular. La humanidad evoluciono, suficientemente, bajo los aspectos filosófico-intelectual y científico-social, en esos dos milenios, más las practicas están congeladas en el tiempo. Todos nosotros estamos a merced de las actitudes inconscientes ante los desafíos de la vida actual. Algunos avances permanecen tibios, en lo que tañe a la moralidad. En consecuencia, los Países y el propio Mundo siguen conturbados y carentes de la mayor armonía colectiva.

Con los escándalos divulgados por el periódico, se constata un entrelazamiento creciente y preocupante entre la administración publica y las actividades criminosas, mediante un sistémico proceso de presiones, chantajes, trafico de influencia, intimidación, y corrupción, con el uso del soborno y de la propina, entre otras falca trúas morales inimaginables. En verdad, todos nosotros sufrimos en razón de la falta de Ética. Una de las posibles conceptuaciones de la Ética nos es dada por el Diccionario Aurelio: "Estudio de los juicios de apreciación referentes a la conducta humana, desde el punto de vista del bien y del mal." Urge resaltad, sin embargo, que Ética y moral no son la misma cosa, según el pensamientos de muchos autores. La moral seria la suma de los hábitos, tradiciones, leyes y costumbres que sustentan una sociedad. Por tanto, seria de carácter colectivo. La Ética presume elección voluntaria de valores a los cuales cada uno se somete por voluntad propia.

El fenómeno del mundo globalizado trajo en su vestigio el formulario ideológico, estableciendo parámetros de conducta basados en la ética del mercado, esto es, basados en la competición y no en el exacerbado individualismo. En ese camino, la inadimplência hace que muchos precios de productos y servicios sean mayores de lo que deberían ser. Los porcentajes desviados del dinero público dificultan la construcción de orfanatos, escuelas y hospitales, entre otras obras públicas, una vez que la desorganización política y la corrupción constituyen consecuencias y factores casuales de la desorganización social.

Si queremos vivir en un mundo mejor, debemos empeñarnos en promover una reforma ética generalizada. Todo cambio comienza por cada uno de nosotros. Para que la sociedad mejore, cada cual debe esforzarse por mejorarse. Es imperativa la adopción de nuevos hábitos. ¡Basta! De procurar ventajas, de huir de los propios deberes. Vamos, definitivamente, a dar una basta a las mentiras, a los fraudes y a las sonegaciones faciales.

Urge consagrar el bien publico, pues todos nosotros somos responsables por el. El erario publico no existe para ser apropiado por algunos mutilados del carácter, más si para atender a las necesidades intransferibles de la colectividad. Mientras tanto, se hace necesario la intransigente fiscalización de su utilización, como complemento de un deber intransferible.

Cuando formamos una sociedad consciente de sus deberes, apenas eso ya nos garantizará disfrutar de un gran bienestar social.

Que se restablezcan los valores de la Ética Cristiana y que se revitalice el mundo de la honestidad. Es lo que ahora precisamos, por estar fundad en valores (sin valor), necesita de un ethos compatibles mantenerse: el cinismo, el sadismo y las mentiras consentidas.

Si pretendemos impugnar la centralidad de la ética en el humano, y, con eso, fundamos un horizonte de abertura a la arbitrariedad, a la irresponsabilidad o aun mismo, en un ejercicio abusivo de esa irracionalidad, la deshumanización y la barbarie, nos cumple afirma la primacía de la ética en la Administración Publica, por ser la instancia fundante del valor de los valores de la Administración: el interés público. En la condición de espiritas que somos, sabemos que, para la creación de la "Republica de la Ética Cristiana", será necesario una renovación mental y comportamental, ya en curso por la fuerza de las circunstancias, más que puede ser acelerada por la diseminación de los conocimientos que valorizan la honestidad, la dignidad de la vida humana, la naturaleza y, hasta mismo, nuestra subjetividad espiritual.

En este contexto "el Espiritismo, en razón de su compleja estructura cultural, científica, moral y religiosa es la doctrina capaz de conjugar el sufrimiento, liberando a sus victimas," (2) De esta forma, acreditamos que la Doctrina Espirita "llega, en este momento grave, como respuesta del Cielo generoso a la Tierra afligida, ofreciendo directrices, equipamientos y luces que proporcionan la paz" (3)


FONTES:
FRANCO, Divaldo P. "Amor, imbatível amor". Pelo Espírito Joanna de Ângelis, 6ª ed. Salvador, BA: LEAL, 2000, p. 84
FRANCO, Divaldo P. "Plenitude". Pelo Espírito Joanna de Ângelis, 9ª ed. Salvador, BA: LEAL, 2000, p. 132
FRANCO, Divaldo P. "Desperte e seja feliz". Pelo Espírito Joanna de Angelis, 6ª ed. Salvador, BA: LEAL, 2000,

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